Con ira, libertad, por Felipe Logroño


Sí, estamos en una sociedad que nos ha quitado lo que creíamos más intrínseco de nosotros, nuestra libertad. Todo lo que nos rodea está empeñado, cual misión divina, en coartar todas nuestras reacciones o pensamientos. Con sus nuevos artilugios de control, que hemos adoptado para complacer a los dioses de la conectividad, su ejército de seguidores la ejercen con mano de hierro. Y han llegado al punto de prohibirnos disfrutar del más primitivo placer. Que no es otro que el de sacar de nuestras entrañas el cabreo más inmediato que se produce en ellas. Aquel que se genera con el devenir de la coincidencia en el tiempo y en el espacio con el resto de los seres humanos.

Ya no puedes descomer en los antepasados fallecidos de aquel, o aquella, que te hace una pirula con el coche, por citar un ejemplo de fechoría común. Si cometes el error de verbalizar tu profundo sentimiento de desagrado, inmediatamente te atacará la horda de “ofendiditos bien pensantes” con complejo de Madre Teresa, para defender al insensato bípedo. Te lanzarán afirmaciones sobre tu desconocimiento de las motivaciones que le han llevado a casi sacarte de la carretera. Te harán asumir que sus prisas son más importantes que tu vida. Que no eres empático, nuevo pecado capital que se han inventado los meapilas contemporáneos. Y, por tanto, que te estás ganando la expulsión de nuestra paradisiaca sociedad.

Pero tú no quieres ser un paria social por ningún motivo, y menos por este, y tragas y tragas. Y sacrificas tu libertad para mantener ese pequeño hueco social que crees infantilmente de tu posesión.

Yo me rebelo, yo levanto la bandera del hasta aquí hemos llegado, yo lanzo el grito de libertad. No más tragar y más gritar. Nos tenemos que ciscar en el que se cuela en la fila, dar de vientre en el que nos menosprecia, jiñar en el jefe tocapelotas, defecar en el pariente que va de “cuñao”, zurrar en el vecino que no conoce la urbanidad y excretar en la joven que ni tiene vergüenza ni la conoce.

Homo Sapiens Sapiens con las neuronas justas para no miccionarse encima los hay a miles y están a nuestro alrededor. No voy a dejarme pisar por ellos y sus defensores. Voy a hacer palabra mis más íntimos pensamientos despreciativos hacia ellos y sus allegados.

No es solo una lucha por nuestro espacio, es una guerra para mantener nuestra salud mental y física. Hay que exteriorizar esos demonios que nos crean su egoísmo y falta de educación. Son los primeros que piden que nos calcemos sus zapatos cuando nuestras circunstancias se las traen al pairo. Esta sociedad está muy necesitada de que el ventilador reparta excrementos en su dirección postal. Que sufran, que su comportamiento antisocial no quedará en el olvido.

Y yo quiero zullarme en el padre que lo concibió y en la mujer que la amamantó. Expresar con toda la riqueza del español que es una imbécil de tomo y lomo, y un subnormal honoris causa cum laude. Por último, disfrutar de la paz que ello me traiga.

¡Mi libertad por encima de su limpieza!

¡¡¡Ahhh!!! Fantástico, un sitio para aparcar.

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