El fútbol puede con todo, por Paco Vílchez


“¡Queremos cerveza!”

Comenzar con esta frase la contra crónica del XXII Campeonato Mundial de Fútbol igual es un poco atrevido. Resumir lo acontecido en apenas un mes de fútbol a nivel mundial no es ni por asomo mi intención, para ello están los especialistas en el mundo del balompié, tanto a nivel profesional como a nivel de barra de bar. Como digo, no es mi intención sentar cátedra sobre la táctica de un entrenador u otro o el acierto en convocatorias, posicionamiento en el campo, estilo de juego, etc.

Partiendo de la base de que era poco menos que imposible aislarse de la información diaria que iba dejando el torneo, y a pesar de no haber completado un partido delante del televisor, ni tan siquiera los de España, creo haber estado al tanto de casi todo lo importante que en este Mundial ha sucedido, ya que en radio, prensa y televisión las horas de dedicación han sido infinitas. Quizás por ello, esta contra crónica va al lado menos técnico y más al lado detalloso de las sensaciones que he podido vivir bajo el paraguas del fútbol durante veintinueve días.

Y digo paraguas, ya que el fútbol aguanta cualquier chaparrón que le venga encima. Sin ir más lejos, la elección de Qatar como sede hizo correr un rio de críticas que todos sabéis y que yo no voy a recordar ahora. Solo un par de datos; Infantino (Presidente de la FIFA) inauguró el Mundial al grito de soy gay, o Europa debería de pedir perdón. Solo faltaba Xavi con aquello de “Qatar no es una democracia, pero funciona mejor que España”.

Como digo, este Mundial a mí particularmente me ha dejado una hilera de frases e imágenes que me han llamado la atención; voy a ello.

Aunque desde pequeños nos han dicho que llorar no es cosa de hombres, ahora ya menos. Luis Suarez y Cristiano Ronaldo lo hicieron a moco tendido, acaparando portadas e informativos. Por un momento llegué a pensar que lo hacían por aquello de cómo funciona el tema de derechos humanos en Qatar, aunque al tiempo caí en la cuenta de que lo hacían porque era su último Mundial. También lloró Neymar, que días antes bailaba como si estuviese en el sambódromo de Río; aquí lo tuve claro, su llanto respondía a la expulsión en pleno Brasil - Croacia de la modelo croata Ivana Knoll, que con varios motivos de peso calentó la grada y a los recatados dirigentes qataríes, y que vio cómo la invitaban a abandonar el estadio por no cumplir con las normas de vestimenta. Era broma, Neymar lloraba…; bueno, todos lo sabéis tan bien como yo. Bueno, igual Xavi Hernández no lo tiene tan claro… No sé.

Sin embargo, Luis Enrique, tras la eliminación de España y con todo lo que le estaba cayendo, no derramó ni una lágrima, y en declaraciones a los medios tras la catástrofe ante Marruecos vino a decir que tenía ganas de volver para su casa y ver a su familia y a sus perros. Grande, Lucho; eso encrespó aún más a los que desde hacía tiempo afilaban sus lenguas viperinas contra el asturiano. Supuestamente, España fue de más a menos, aunque yo realmente pienso que fue totalmente plana. Fuera a las primeras de cambio en Brasil, en octavos en Rusia, y en octavos ahora. Ya digo, plana y regular: un partido ganado en Brasil, uno en Rusia y otro ahora.

Pero para llanto, y ahora va en serio, el de los familiares y amigos de Grant Wahl, Roger Pearce, Khalid al-Misslam, tres periodistas muertos durante la disputa del Campeonato del Mundo. Poco han trascendido las causas de los fallecimientos. Aunque en el caso del primero sus familiares han alertado de que en el momento de su detención, anterior al fallecimiento, este lucía una camiseta a favor de los derechos del colectivo LGTBI.

Para terminar, hablaré un poco del que resultó ser el campeón para mí: Irán. Mostró la valentía que les faltó al resto, representando los valores humanos que todo el mundo obvió. Jugándose la vida cada uno de sus componentes, y la de sus familiares, aprovechando el escaparate de Qatar, amigo íntimo de sus dirigentes, para marcarles un gol de consecuencias imprevisibles. Mientras tanto, mientras cada uno de los jugadores de la selección iraní sentirá de por vida el aliento en sus cuellos de los ayatolás, Messi recogía el trofeo de campeón del XXII Mundial como capitán de la Selección de Argentina con el ´bisht` colocado delicadamente por Infantino. Un atuendo típicamente masculino, asociado a una posición de privilegio en el mundo árabe.

Lo próximo, Canadá, EE.UU y México 2026. Cualquiera sabe…

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