El paso del verano devuelve en cierto modo la normalidad al deporte de alta competición. Una vez disputados los eventos internacionales de selecciones, las ligas domésticas y las competiciones internacionales de clubes arrancan con la llegada del otoño, semana arriba o semana abajo. En el caso del baloncesto, la rutina de los últimos años en la escena internacional del viejo continente amenaza con un terremoto que empieza a cocerse y que a medio plazo hará saltar por los aires las estructuras de las competiciones tal y como las conocemos hoy. Es cierto que, a lo largo de los sesenta y tres años, desde que arrancara la primera Copa de Europa de Campeones de Liga, hasta la presente temporada, el baloncesto europeo ha ido evolucionando a la par que la propia sociedad. Con la FIBA como referente y organizador durante cuatro décadas desde su creación, allá por el año 1.958.
Ocho años después, en la temporada 66/67, conscientes de que numerosos clubes de gran nivel quedaban fuera del escaparate europeo, crearon una segunda competición que abarcaba a los campeones de Copa de cada país. La llamada Copa de Europa de Campeones de Copa (Recopa). Pero la FIBA fue un poco más allá, y cinco años después, concretamente en la temporada 71/72, ponía en escena la tercera categoría a nivel europeo, la Copa Korac.
En la temporada 91/92 la Copa de Europa de Campeones de Liga pasa a denominarse Liga Europea de la FIBA y, como novedad, abre la competición no solo a los campeones de las ligas domésticas. También la Recopa abre su formato, dando paso a los eliminados en primeras rondas de la Liga Europa FIBA, que se unen a los campeones de Copa domésticos. La Copa Korac es la única de las tres competiciones del viejo continente que no sufre alteraciones a lo largo de sus treinta años de historia.
La FIBA tenía bien controlado el baloncesto europeo hasta que en la temporada 2000/2001 la ULEB (Unión de Ligas Europeas de Baloncesto) dinamitó la hegemonía de esta, relegándola a un segundo plano. La FIBA intentó resistir el envite, y en una huida hacia adelante organizó su propio torneo, el último de forma hegemónica, y dejando para la historia la consecución de dos campeones europeos. Bajo el nombre de Suproliga la FIBA coronaba como campeón al Maccabi de Tel Aviv, mientras que la Euroliga estrenaba campeón con la Virtus de Bolonia. También la ULEB se hacía con las riendas de la Recopa, y ante la desaparición de la Copa Korac se convierten en los auténticos gestores del baloncesto europeo de alto nivel. Al fin, los clubes tienen el poder.
De este modo, y a lo lardo de los últimos veinte años, ha sido la ULEB la que ha controlado las dos principales competiciones, EUROLIGA y EUROCUP. Mientras tanto, la FIBA se ha ido reinventado para no caer en el olvido, y durante estas dos últimas décadas se ha manejado, intentando dar con la fórmula ideal para poner en valor las dos competiciones que gestiona actualmente, la FIBA CHAMPIONS LEAGUE BASKETBALL y la FIBA EUROPE CUP. Dos décadas en las que la FIBA ha tenido que asumir el papel de segundón y que ahora parece llegar a su fin. La noticia llegaba hace unas semanas, aunque ya se había oído algo en los últimos tiempos: NBA y FIBA trabajan conjuntamente para extender el brazo de la liga americana al baloncesto europeo. Todo llega con el malestar de los clubes que forman parte de la ULEB respecto a la gestión que se está llevando a cabo desde el propio organismo. Descontentos con el pobre crecimiento que ha desarrollado la competición a nivel económico y deportivo en las últimas temporadas, podrían ver en esta nueva alianza NBA-FIBA la solución a gran parte de sus problemas. De momento, no se trata de que clubes europeos compitan en la NBA, como una franquicia más, simplemente la idea redunda en la puesta en valor del baloncesto europeo, devolviendo la hegemonía a la FIBA con la ayuda de la NBA, apoyados en su estilo de gestión tanto económica como deportiva y, por supuesto, como espectáculo deportivo.
Comentarios