Cipión y Berganza: ¿horario de invierno o de verano?

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y la Camachas, y da nombre a nuestra asociación. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, iremos tratando temas de interés para nuestra sociedad. En esta ocasión, ladrando sobre las bondades de los horarios de invierno o verano.

Cipión: horario de invierno
Cánido amigo Berganza, estos tiempos covidianos que nos han tocado vivir no nos han enfermado como a nuestros amos, menos mal, pero han dado al traste con algo que anhelo desde hace demasiado y que no termina de hacerse realidad: la iniciativa para acabar por siempre con el dichoso cambio de hora que dos veces al año viene a trastocar nuestro sueño, nuestro apetito y hasta nuestras ganas de ladrar al cartero. ¡Qué necesidad de acortar tanto los días en invierno y alargarlos incansablemente en verano! Manecillas para adelante, manecillas para atrás. ¡Menudo dislate!
Llega el último fin de semana de octubre y me echo a temblar, pero es que a finales de marzo otra vez igual, ¡prefiero pasar por el veterinario mil veces! Que sí, Berganza, que todo empezó por el supuesto ahorro energético, pero eso beneficia, sobre todo, a los países más septentrionales, donde en invierno tienen pocas horas de luz solar y conviene aprovechar el astro rey al máximo. Por estos lares, cuanto antes amanezca, antes tendremos que encender la luz por la tarde… así que pocos maravedíes se ahorran realmente. Y encima que me quiten una hora de sueño en marzo y no me la devuelvan hasta octubre me sienta como una garrapata en la oreja, se me alteran los biorritmos y no ni puedo conciliar el sueño. ¡Qué feliz sería cenando temprano un buen hueso, pero no puede ser porque en verano no anochece hasta las 22:00 h! Con lo fácil que es criticar a los ingleses y a media Europa por cenar a las 6 de la tarde, que es poco más que una buena sobremesa española, ¿no? Grrr.
Y si me pone rabioso que me cambien la hora no una, sino dos veces al año, también me pone de malas pulgas que nuestra hora no corresponda con el huso en el que geográficamente debería estar la España peninsular. ¡Vamos, que eso de una hora menos en Canarias debería ser en toda España! Así tendríamos la hora de Portugal o del Reino Unido, pero no, los caprichos del dictador los sufrimos hasta en la hora y todo para congratularse con otro perro del mismo collar: Hitler. La memoria histórica también debería hacer algo con esto. ¡Como si el meridiano de Greenwich no pasara por España!
Además, a otro perro con ese hueso, Berganza. Si todo el año tuviéramos el horario de verano, aquí, en el sur de Europa, en invierno apenas tendríamos luz hasta bien entrada la mañana y en los meses de verano no llegaría la noche hasta las tantas, así que ni cambio de hora ni leches, que nos devuelvan un horario solar de verdad para levantarnos al despuntar el día y cenar al caer la tarde, porque este cachondeo no lo soporto más. Primero Franco, luego el Gobierno y ahora la Unión Europea, el caso es no dejarnos dormir tranquilos.
Berganza: horario de verano
Amigo Cipión, me toca a mí ahora relatar los beneficios que el cambio de hora nos proporciona cada año y la conveniencia de mantener el mismo huso horario de verano que países como Francia o Alemania en contraposición a tu postura de volver al horario de invierno sin cambiar hora alguna.
Como bien sabes, perro amigo Cipión, el horario de verano es la hora legal que algunos países establecen durante el verano con la intención de obtener ventajas económicas, medioambientales y de salud. Al incrementar en una hora el horario usado el resto del año, tanto el amanecer como el mediodía solar y el ocaso suceden a una hora (legal) más tardía. El objetivo de esta medida es reducir el tiempo entre el ocaso y el momento en que supuestamente la mayoría de la población se va a dormir.
El horario de verano se aplicó por primera vez en 1916 por Alemania, sus aliados y sus zonas ocupadas durante la Primera Guerra Mundial para disminuir el consumo de carbón destinado a la iluminación artificial ante los apagones nocturnos para dificultar los bombardeos. En la actualidad, el cambio de horario en verano tiene lugar en la mayoría de estados de América del Norte, Europa (a excepción de Rusia y Bielorrusia), Chile, Paraguay, Cuba, Bahamas, Haití y algunos países de Oceanía.
Históricamente, los comercios minoristas, deportistas y turistas se han manifestado a favor del cambio de hora y del horario de verano, mientras que los agricultores y la industria del entretenimiento, cuyas actividades están determinadas por el sol, se han opuesto. La principal ventaja que conlleva el cambio de hora desde la perspectiva económica es que se aprovechan mejor las horas de luz natural. Como, sabes amigo Cipión, esto permite ahorrar energía y electricidad a todo un país. El medioambiente es otro de los grandes beneficiados con este cambio. El ahorro económico en las casas y en los negocios reduce la contaminación que generamos al consumir energía. Cuanta menos energía eléctrica se utiliza, menos CO2 se emite. En cuanto a la salud, cambiar la hora nos hará descansar más y mejor. Durante la temporada invernal, nuestro cuerpo recibe menos horas de luz y esto, según los expertos, favorece una mayor segregación de melatonina, una hormona que ayuda a conciliar el sueño. En cambio, en primavera el aumento de la luz solar genera varios cambios como la producción de serotonina (hormona de la felicidad) y la recepción de vitamina D, que ayuda a ser menos proclives a sufrir depresión.
¿Sabes, amigo Cipión, que en 2018 la Comisión Europea celebró una consulta pública entre los ciudadanos de la Unión Europea acerca del horario de verano y su posible abolición? Pues bien, un 80% de los 4,6 millones de personas que participaron se manifestaron a favor de eliminar el cambio de hora, con preferencia por mantener el horario de verano como horario permanente.
Otro beneficio de mantener el horario de verano de manera permanente en lugar del de invierno es el traslado del gasto energético de la población a las empresas. Un horario de invierno, en el cual hubiera muchas horas sin luz solar por la mañana, trasladaría el gasto energético (y por tanto el costo económico) a la industria y los demás sectores laborales, que es donde se encuentra gran parte la población por la mañana. El horario de verano, en el cual el peso de las horas de luz solar se apoya básicamente en la tarde, esto es, cuando la mayoría de la población sale del trabajo, favorecería la economía familiar, pues no habría tanta necesidad de tirar de electricidad mientras haya luz solar. Considerando el precio actual de la energía, esto es un dato importante a considerar, querido Cipión.















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