Microsoft Flight Simulator PC 2020, por David Luna


No todo lo que nos ha traído este 2020 tan maravilloso e inolvidable (nótese la ironía) va a ser malo. La madre de todos los simuladores ha regresado y dando un golpetazo en la mesa.

No hablamos de un simulador de vuelo más, hablamos de toda una leyenda en su campo. Microsoft Flight Simulator no es ningún novato, ha estado siempre presente en nuestros ordenadores desde sus muchas versiones a lo largo de la historia. La primera aparición fue en ¡¡¡1982!!!, cuando la informática estaba en pañales y los videojuegos era poco más que muñequitos pixelados que se movían por un fondo plano. Ese primer juego tiene poco o nada que ver con el que estamos presentando hoy; ha envejecido muy mal y si un jugador acostumbrado a los gráficos actuales lo viera le provocaría graves lesiones oculares. El salto generacional es más que evidente; en estos casi 40 años de vida Microsoft Flight Simulator ha ganado un realismo tan brutal que si la captura de pantalla está bien hecha nos costaría saber si es una foto de un vuelo real o del videojuego.

Lo primero que debemos tener en cuenta si queremos ocupar nuestro tiempo libre en esta maravilla es que vamos a necesitar un ordenador potente, y cuando digo potente quiero decir POTENTE. No hablamos de un PC de gama media con una tarjeta gráfica barata sino de gama alta para arriba. Si no tienes un PC gaming en condiciones no lo vas a poder mover con la suficiente fluidez como para disfrutarlo o, directamente, el juego ni arrancará.

Otra cosa muy importante que mucha gente ignora es que es un juego en el que el uso de periféricos adaptados se hace casi imprescindible (mandos, timones, pedales, control de velocidad, flags…), puesto que, aunque se puede jugar con teclado y ratón, el resultado es frustrante ya que es casi imposible controlar el aparato y no digamos aterrizar con el avión intacto.

Tenemos, entonces, que al precio del juego hay que sumarle un ordenador “tocho” y los periféricos, con lo que este título se convierte en un capricho no apto para todos los bolsillos. Y aunque te sobre la pasta, hay que tener muy en cuenta que no hablamos de un videojuego como tal, sino de un simulador, lo que lo convierte en un juego “de nicho” que va dirigido exclusivamente a todos los que alguna vez soñaron con ser pilotos o se dedican a ello en el mundo profesional y quieren sumar horas de vuelo en casa en el simulador. Si estás pensando en gastar tu dinero más te vale echar un ojo a los miles de gameplays que hay en la red para que no cometas el error de comprarlo y no echarle los cientos de horas que este título merece.

Como buen simulador, tiene por bandera el realismo para que el jugador sienta que realmente está pilotando una aeronave. Por ello, el juego viene con un tutorial para que todos los que no tenemos carnet de piloto podamos aprender los fundamentos básicos y hacernos en poco tiempo con los mandos de un avión. Recomiendo empezar a volar con aviones pequeños y de hélice, al igual que harías si te apuntas a una academia de piloto (por puro sentido común nadie empieza volando en un Boing 747).

Es un juego singleplayer (de un solo jugador), pero tiene un modo multijugador en el que puedes surcar el cielo con otros jugadores, con lo que tendrás que respetar su espacio aéreo al igual que harías en la realidad. También tiene desafíos en los que tendrás que aterrizar en algunos de los aeropuertos más difíciles del mundo y si lo logras se puntuará tu hazaña en base a la suavidad del aterrizaje, distancia recorrida, si hemos aterrizado en el centro de la pista, etc.

Aparte de aprender a volar y probar tus habilidades como piloto, tienes la posibilidad de sobrevolar cualquier parte del mundo, con lo que podrás hacer turismo virtual y visitar ciudades, parajes y monumentos emblemáticos gracias a su inteligencia artificial en el procesamiento de mapas satelitales. Eso sí, conforme más te vayas acercando al suelo más se le ven las costuras y los errores en la digitalización de los mapas; aun así, la sensación es muy cercana a lo que verías desde la cabina de un avión. Quizá se echa en falta un modo historia en el que empiezas como novato y haciendo horas de vuelo pases a pilotar en una aerolínea, pero no descarto que lo metan más adelante puesto que este tipo de juegos se han hecho para durar muchos años y se irá ampliando con actualizaciones y DLCs.

Como ya he mencionado, a nivel técnico es un juego de otra generación; digamos que es mirar el futuro que nos espera en el mundo de los videojuegos. Pero eso lo hace tan exigente que cualquier PC de hoy en día, independientemente del dinero que inviertas, se pondrá en modo calefactor nada más ejecutar el juego. Otra consecuencia de esto es que los tiempos de carga son exageradamente largos, da igual si tienes un SSD o un HDD. Hay que mencionar que también necesitarás una conexión de internet rápida puesto que el juego te va cargando los mapas en tiempo real.

A pesar de todo esto, una vez que estás subido al avión se te olvida todo, solo estás tú, el aparato y el paisaje... Es un juego del que te enamoras desde el minuto uno por su belleza y realismo, está hecho con mimo y eso se nota.

Otra cosa que me ha encantado y me parece una locura es que el juego respeta los ciclos día y noche e incluso la climatología (si en tu ciudad es de noche y está lloviendo y pilotas por ahí, así te la encontrarás). Esto se puede modificar desde el menú y podrás elegir la hora e incluso las condiciones meteorológicas que más te apetezcan para volar.

Aunque es una obra maestra y un juego que hay que tener sí o sí en la librería digital de todo gamer, no es un juego para todos los públicos. Solo recomiendo su compra si quieres experimentar lo que debe ser estar a los mandos de un avión y sentirte un verdadero piloto. Si no es tu caso, seguramente no llegarás ni a terminar el tutorial o acabarás estrellando el avión sólo por pura diversión. Eso sí, si te gusta la aeronáutica, eres fan de los simuladores de vuelo, tienes un ordenador Master Racer de nueva generación, mandos y un buen monitor vas a disfrutar como un acondroplásico.




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