LA ESPAÑA LAICA (ficción hasta no antes del año 2120 d.c), por Antonio Martínez


Se llevó a cabo una macroencuesta a nivel nacional en un relevante medio de información que arrojó los mejores resultados en la historia del estado constitucional: “Más fieles y activos que nunca” rezaba el titular. “La iglesia saca pecho y presume de gozar de su mejor salud en siglos…”.

La red de templos que gestiona el obispado y por los que paga sus impuestos relucen, rehabilitados y decorados, como nunca se habían visto, abarrotados de gente de todas las edades, durante la celebración de los cultos y oficios, llenando de vida esas plazas que habían quedado casi deshabitadas.

Los feligreses acuden a su cita semanal llenos de ilusión, orgullosos de vivir abiertamente su fe. Ya nadie tenía que disimular u ocultar sus creencias por miedo al rechazo o a la marginación social. Los tiempos han cambiado y ya queda lejos la gran reforma que la coalición centroizquierda llevó a cabo no sin dificultad.

La ruptura del concordato con la Santa Sede, la nueva amortización de bienes de la iglesia y el flamante plan integral para la educación relegó a la Iglesia Católica a un lugar en el que no se había visto jamás, alejada del poder político y resignada a depender de puntuales subvenciones estatales y de la respuesta y apoyo de sus fieles.

La Iglesia de hoy se ha modernizado en gran medida, adaptándose a las nuevas tecnologías y ofreciendo servicios de culto telemáticos y personalizados, amoldando sus dogmas y preceptos al sentir general de la sociedad, ampliando su compresión en la esfera de los derechos individuales y personalísimos, así como denunciando sin ambages los delitos de sus empleados.

Las instalaciones son compartidas con otras disciplinas, disfrutando de espacios polivalentes en complejos de ocio, culturales o deportivos, donde el servicio religioso forma parte de la oferta.

Cuenta con su propio partido político, conservador cristiano (PCC), aún incipiente, y se expresa a todos los niveles sociales e institucionales. Por supuesto, mantiene la costumbre de recaudar sus fondos mediante eventos solidarios, aunque ya no cuenta con ayuda estatal para fines sociales, ya que estos servicios se nacionalizaron con la creación de la Empresa Nacional de Ayuda Social.

El origen del cambio se situó durante la pugna por obtener el voto conservador mayoritario, cuando el nuevo partido, nacido de la escisión de Ciudadanos, se desmarcó del patriarcado vaticano y de sus clásicos postulados, momento insólito en nuestra historia, pues por primera vez existía un partido conservador independiente de la Iglesia Católica.

Nadie se podría haber imaginado hace unas décadas que la cuestión religiosa iba a desembocar en este mar de calma. De hecho, a ningún ciudadano en nuestro país, creyente o no, parece preocuparle lo más mínimo que el Cristianismo sea otra religión de culto y no tenga la más mínima influencia en aspectos de sus vidas que no sean la fe.


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