¿Qué ven cuando miran este cuadro? ¿Qué les transmite? Quizás una mujer joven, ricamente vestida y con una mirada capaz de congelar al más pintado.
Estamos ante el retrato de Isabella d’Este, obra de Tiziano pintada entre 1534 y 1536. Cuando Isabella fue retratada por el genial maestro contaba con 62 años de edad; les sorprende entonces su joven aspecto, supongo que sí. Ha llegado pues el momento de conocer un poco más a la duquesa:
Isabella d'Este nació en 1474 como hija de Ercole I d'Este, duque de Ferrara, y Eleanor de Nápoles. Recibió una esmerada educación clásica estudiando historia romana y aprendiendo a traducir griego y latín, convirtiéndose en una de las principales mujeres del Renacimiento italiano. A los 6 años de edad fue prometida con Francisco Gonzaga, Duque de Mantua, al que dio 7 hijos y junto al que convirtió su corte en la más refinada dentro de la Italia Renacentista. Rodeándose de eruditos, pintores, músicos, escritores para los que se convirtió en una mecenas.
Hasta aquí una biografía un poco al uso, pero Isabella fue una mujer que comprendió perfectamente el poder, o la imagen de este, que reside en el arte. Observe, por favor, de nuevo el cuadro, la imagen nos presenta a una mujer joven y hermosa, con un rostro serio que muestra la sensación de dureza, hasta puede que inexpresividad. Es remarcable la mirada por dar la sensación de abstracción consigo misma, al no enfocar en el espectador sino en un punto indeterminado. A la vez, sus ojos verdes atraen la mirada del observador.
Respecto a sus ropas, cabe destacar el color de ellas frente al fondo oscuro, todo ello para dar mayor énfasis a la duquesa. Los colores utilizados para el traje son de tonos apagados (el blanco para el escote y azul en las mangas), además de los bordados como de las mangas en brocado. Adornando el traje, se aprecia cómo desde el hombro a la cintura le cruza una tupida piel de armiño zibellino que representa su poder. Aunque es retratada como una mujer hermosa, mucho más joven, el espectador no tiene dudas sobre su elevado estatus social y sofisticación cultural.
Isabella era una mujer consciente de la importancia de la belleza femenina en su época, por eso pidió un retrato que representa más bien a alguien con 40 años menos. La obra de Tiziano es el reflejo de una mujer poderosa y plenamente consciente de lo que desea transmitir con cada uno de los elementos que se pueden apreciar en él.
¿Pero qué era lo que Isabella estaba haciendo? ¿Cómo llamar a ese mecenazgo femenino? ¿Patronazgo? Ya desde su propio nombre, el patronazgo se define a partir de las acciones masculinas del pater y la paternitas, que perfilan un canon de relación con las obras de arte fundamentado en los modos de promoción artística tradicionalmente ejercidos por los cabezas de familia. Para Roger Crum, la solución al problema de la falta de visibilidad del patronazgo femenino estaría en el uso del término matronazgo.
Es por lo tanto el matronazgo una forma de autoafirmación de su figura y poder dentro de una sociedad claramente patriarcal. El caso de Isabella no es aislado, sino que forma parte de un grupo de mujeres con María de Médicis y Cristina de Suecia que supieron reafirmarse en su estatus gracias al inteligente uso del arte. Todas ellas conforman grandes ejemplos de mujeres que supieron entender la relación entre arte y poder.
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