La canción del verano de 2018 nos habla de cómo las tradiciones más arraigadas nos llevan por un camino lleno de falsas morales, de ignorancia y del giro que debe dar nuestra sociedad para avanzar.
Corren tiempos difíciles para las personas que, guiadas por la demagogia y la necesidad, se sienten desprotegidas por las instituciones políticas y solo ven una salida en el populismo extremista de partidos como VOX, capaz de llenar el Palacio de Vistalegre en un alarde de fuerza ante los partidos políticos ya consolidados, y una llamada de atención de la fuerza que pueden llegar a tener en las próximas elecciones.
El auge de VOX es una consecuencia de que los ciudadanos no ven la democracia como un sistema político que les permita tener una serie de derechos y libertades, sino como un sistema que permite que haya una clase política abundante y corrupta. Ante esta situación, se debe hacer una autocrítica de por qué no hemos educado a unos ciudadanos y ciudadanas conscientes de lo que significa la democracia y lo público. Quizás la filosofía desde las primeras educativas sería una buena solución.
Parece que desde la llegada de Trump triunfa la “política de la barbaridad” y ésta es la semilla del éxito. Europa se está llenando de parlamentos extremistas como el caso de Italia, donde solo importa ya la raza para ser persona con derechos en ese país, y acaba de ganar unas elecciones Bolsonaro en Brasil con un discurso de odio secundado por las personas que ven la vida desde el miedo.
Está claro que estamos condenados a repetir una y otra vez la historia, que no nos sirven de nada las asignaturas que estudiamos; porque dicen que lo que no se vive de manera experiencial no es aprendido, y la humanidad está haciendo todo lo posible para vivir la barbarie que creíamos enterrada. Y quizás ese ha sido el problema, la despreocupación de la sociedad porque ya no se iban a cometer los errores del pasado.
En la actualidad, las redes sociales están creando un nido de odio al prójimo. Y es que, como nos decían Paul Bloom y Matthew Jordan en The New York Times, las personas nos hemos convertido en “torturadores inofensivos” que, desde nuestros sillones, podemos ser cómplices de bulos y tweets que intentan tambalear nuestro sistema de valores democráticos.
Los retos que debemos afrontar como sociedad son complicados y, como nos dice Rosalía, vamos por un camino en el cual nos puede ir muy malamente y hasta que no estemos en él no seremos realmente conscientes de lo que hemos perdido. Los derechos y libertades no siempre han estado ahí para ser disfrutadas y debemos ser los ciudadanos y ciudadanas quienes cuidemos de ellas y las defendamos con uñas y dientes ante los nostálgicos que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Tra, tra…
Corren tiempos difíciles para las personas que, guiadas por la demagogia y la necesidad, se sienten desprotegidas por las instituciones políticas y solo ven una salida en el populismo extremista de partidos como VOX, capaz de llenar el Palacio de Vistalegre en un alarde de fuerza ante los partidos políticos ya consolidados, y una llamada de atención de la fuerza que pueden llegar a tener en las próximas elecciones.
El auge de VOX es una consecuencia de que los ciudadanos no ven la democracia como un sistema político que les permita tener una serie de derechos y libertades, sino como un sistema que permite que haya una clase política abundante y corrupta. Ante esta situación, se debe hacer una autocrítica de por qué no hemos educado a unos ciudadanos y ciudadanas conscientes de lo que significa la democracia y lo público. Quizás la filosofía desde las primeras educativas sería una buena solución.
Parece que desde la llegada de Trump triunfa la “política de la barbaridad” y ésta es la semilla del éxito. Europa se está llenando de parlamentos extremistas como el caso de Italia, donde solo importa ya la raza para ser persona con derechos en ese país, y acaba de ganar unas elecciones Bolsonaro en Brasil con un discurso de odio secundado por las personas que ven la vida desde el miedo.
Está claro que estamos condenados a repetir una y otra vez la historia, que no nos sirven de nada las asignaturas que estudiamos; porque dicen que lo que no se vive de manera experiencial no es aprendido, y la humanidad está haciendo todo lo posible para vivir la barbarie que creíamos enterrada. Y quizás ese ha sido el problema, la despreocupación de la sociedad porque ya no se iban a cometer los errores del pasado.
En la actualidad, las redes sociales están creando un nido de odio al prójimo. Y es que, como nos decían Paul Bloom y Matthew Jordan en The New York Times, las personas nos hemos convertido en “torturadores inofensivos” que, desde nuestros sillones, podemos ser cómplices de bulos y tweets que intentan tambalear nuestro sistema de valores democráticos.
Los retos que debemos afrontar como sociedad son complicados y, como nos dice Rosalía, vamos por un camino en el cual nos puede ir muy malamente y hasta que no estemos en él no seremos realmente conscientes de lo que hemos perdido. Los derechos y libertades no siempre han estado ahí para ser disfrutadas y debemos ser los ciudadanos y ciudadanas quienes cuidemos de ellas y las defendamos con uñas y dientes ante los nostálgicos que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Tra, tra…
Comentarios
No soy ni tengo inclinación hacía ningún partido político. Esta pregunta es la respuesta que yo tengo al auge de otros partidos que están saliendo.
Por cierto, lo de Vox de ser ultra derecha, lo dicen unos cuantos y no entiendo porqué.
Remarcar que no soy ni me inclino por ningún partido político