¡Hablad en cristiano!, por Leonor Rodríguez "La Camacha"

¡Hablad en cristiano, hijos de la pérfida Albión, yanquis imperialistas, guiris blanquecinos, demonios culteranos! ¿Acaso no lo dijo el muy católico emperador Carlos I de España y V de Alemania? Uno debe hablar español con Dios; la lengua del Quijote, la de mi padre literario Don Miguel de Cervantes.
Siglos han pasado desde entonces, pero poco ha cambiado la mentalidad de los españoles, cenutrios como pocos en cuestión de idiomas, reacios a entenderse en otras hablas más por miedos y complejos de inferioridad que por otros motivos.
Ya en mis tiempos hablar en cristiano era una forma de distinguirse de moriscos y marranos, de demostrar la antigüedad del muy católico linaje y no ser tomado por un luterano hereje tudesco. Después llegarían décadas de centralismos borbónicos o cruzadas nacional-católicas tan dadas a uniformizarlo todo, también la lengua, una, grande y libre, símbolo de un imperio perdido en el que nunca se ponía el sol y en el que, ironías de la mala memoria histórica, se hablaban libremente decenas de idiomas.
Una gloria dilapidada durante siglos en lo militar, cultural, social o económico frente a ingleses, franceses, estadounidenses, alemanes o escandinavos que nos ha llevado a sentirnos inferiores y acomplejados ante los visitantes de esos países. Tan negados y poco dispuestos los angloparlantes a aprender otros idiomas como los españoles, unos lo hacen por la prepotencia del que desde la cuna habla la lengua franca mundial y otros, como nosotros, por ese complejo y miedo al fracaso en la comparación con los que creemos superiores. En ambos casos, eso sí, tan orgullosos todos.
Así pues, tan ufanos como ridículos aparecen una vez tras otra nuestros máximos dirigentes cuando viajan al extranjero a entrevistarse con otros mandatarios, incapaces de comunicarse mínimamente sin ayuda del traductor de oficio, con el más absoluto desinterés en aprender a hacerlo y siendo objeto de mofa cuando, tan simpáticos ellos, tratan de demostrar su incipiente don de lenguas con impostados acentos texanos aprendidos en la intimidad alrededor de un relaxing cup de café con leche.
A pesar de todo, tampoco hagamos saña de ellos, no más que del resto de españolitos; son nuestro reflejo, los exponentes principales de nuestra sociedad y de una enseñanza de los idiomas más basada en la repetición memorística, en el castigo del error gramatical y ortográfico que en fomentar la comunicación. Como a la fuerza ahorcan, solo cuando toca coger el hatillo y emigrar es cuando perdemos esos complejos y miedos y nos interesamos en entender y hacernos entender en otras hablas; bueno, en ese caso, o cuando queremos ser los primeros en ver el último episodio recién estrenado de la serie de moda, aún no doblado, únicamente disponible en versión original con subtítulos.
Porque un nuevo milenio tecnológico y globalizado nos alumbra, pero el miedo a lo diferente, al que piensa o habla de otra manera, permanece en nuestra piel de toro. ¿Por qué tratar de conocer mejor otros idiomas y culturas? ¡Hablad en cristiano!

Comentarios