Música para romper tópicos, por Antonio Luque

El perfume de las músicas orientales, desde Siria hasta Marruecos, resulta irresistible. Las maltratadas raíces árabes, que todavía perduran a través de los siglos, hacen que sus canciones sean asimiladas con naturalidad, como quien recuerda con placer la nana que la abuela cantaba, sentada al borde la cuna. Mar Medi Terraneum, Mesogios Thalassa, al-Baḥr al-Mutawasit, Ak Deniz, al-Baḥr al-Abyad... Las aguas del Mediterráneo siguen trayendo a nuestras costas sonidos y recuerdos que parecen lejanos, pero que siguen siendo familiares, cientos de años después. Será éste el motivo por el que escuchar las grandes voces de la música de la cultura mediterránea (Oum Kalthoum, Omar Sarmini...), y también los nuevos valores, resulta una experiencia embriagadora. Como ciertos perfumes, inolvidable.
Es la misma sensación que queda en la memoria cuando se escucha por primera vez a Dhafer Youssef, uno de los artistas más carismáticos de Túnez. Pasará por Córdoba en el mes de julio para participar en el Festival de la Guitarra, propiciando una vez más un reencuentro de culturas en la capital. Autodidacta y miembro de una familia con larga tradición de muecines, hace dos décadas que pasea su oud, laúd árabe que sirvió de modelo para el laúd europeo, por los escenarios de todo el mundo.Su propuesta parte de ritmos y melodías originarias del norte de África, abriéndose a la 'contaminación' occidental, que aquí llamamos jazz.
Dhafer Youssef es un artista que alcanza nuevos horizontes musicales en cada uno de sus trabajos discográficos. Hace más de dos décadas abandonó su país para instalarse en Viena, con la intención de completar sus estudios musicales que había iniciado en Túnez. Una vez inmerso en el ambiente multicultural europeo, no tardó en evolucionar hacia nuevas posibilidades creativas. Pueden percibirse claramente en cada uno de los siete discos que ya ha publicado desde el año 1999, hasta su último trabajo, que hoy recomendamos. Lleva por título Diwan of beauty and odd (septiembre 2016) y en él habla de la belleza y lo extraño.
Sería injusto dejar la trascendencia musical de Dhafer Youssef en el plano instrumentista. También es un maestro en conjugar el misticismo de la tradición sufí, en la que se educó hasta la adolescencia, llamando a la oración con su hipnótica voz desde el escenario. Es música destinada a romper tópicos, a hacernos perder la noción del tiempo. Huyendo de todos los clichés que a menudo rodean al jazz y a las llamadas músicas del mundo, Youssef se apodera de las posibilidades que ofrece la música moderna, para modelar un abanico de sonidos antiguos, repletos a la vez de contemporaneidad.
La música en el Islam ha sido negada por amplios sectores pero Dhafer Youssef la recoge y la actualiza, como demuestra el hecho de haberse reunido para esta gira mundial con tres reconocidos músicos americanos: Aaron Parks al piano, Ben Williams con el contrabajo y Justin Faulkner a la batería. Independientemente del punto del planeta en el que haya nacido, universalidad es lo que percibirá cualquiera que se sumerja en su obra. La música es la mejor expresión artística para derribar fronteras y Youssef lo consigue con canto y oud.

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