Cipión, te noto amargado, presa de las malas pulgas, abrumado por este ir y venir a las urnas del año 2015. Tranquilo, se llama democracia. Ya sé que para un perro de derechas como tú la palabra democracia está maldita. Vosotros sois más de cargos vitalicios –hasta que la muerte nos separe-, como hace Villar con su sillón en la Federación Española de Fútbol.
Te imagino, Cipión, bajándote de tu 4X4 que acabas de aparcar en la puerta de Las Camachas. ¿O han sido las llaves del BMW las que has cogido hoy de la bandeja de recuerdo de tu viaje a Fátima que tienes en el salón? Te imagino diciendo en voz baja “putos socialistas” mientras tiras al suelo el cigarrillo que te prohiben fumar dentro del bar. Te imagino bramando “que se joda el machupichu” que después barrerá ese cigarrillo que no has querido apagar en el cenicero que hay en la puerta.
Ya ves, hay días en los que no merece salir de la cama. El tiempo continúa sin anunciar agua, vamos ya para seis semanas sin llover y la aceituna se arruga en los olivos sin coger peso. “Después vendrán las quejas cuando haya que coger la aceituna y no tengamos ni para pagar los jodíos jornales” –lo comentas con quien tienes al lado-. Y sigues relatando. “Las de antes sí que eran buenas cuadrillas de jornaleros, trabajaban hasta la noche y no protestaban tanto; te agradecían hasta cuando les dábamos para comer lo que nos sobraba de al mediodía, pero claro se empeñaron en que aprendieran a leer y así nos luce el pelo”.
Las borracheras de los señoritos destilan poca decencia. Pero claro es que hay clases y clases. No todos podemos ser iguales. Ni todos tenemos esa rectitud que da educarse en los Salesianos, ¿verdad?
Siempre presumes de la disciplina y el respeto que te inculcaron los curas, lástima que tus golpes de pecho sólo duran lo que dura la procesión del Nazareno hasta el Paseo de Abajo. Es lo que toca el Viernes Santo: ponerse el traje, encender una vela para alumbrar a Jesús y sonreir, sonreir mucho, para aparentar que cumpliendo con Dios todas tus vergüenzas quedan tapadas. ¡Ay, el día que baje del madero de verdad os vais a enterar!
Esa sonrisa y saludo con desdén del Viernes Santo es lo que lucías el otro día en la jura de la bandera. “¡Un respeto a la bandera de España, por Dios!”. Entre militares, recordabas tus días en la mili, cuando este país era un lugar seguro, con orden y libre de esa gente de izquierdas a las que habitualmente nos achacas todas las desgracias.
Tu miseria, Cipión, resplandece en la Corredera cada vez que te sientas a leer el ABC en el sillón del Casino. El Montillano, el Casino Montillano, por supuesto. No confundirlo con el de enfrente. “Esos solo se han sentado en un Land Rover en la parte de atrás… Niño ponme un medio del vino que me gusta a mí”.
Pero hablábamos de elecciones. Este año votamos de tres en tres. Y los tuyos, están de capa caída. De ahí esa cara de mala leche que se te ha puesto. Los tuyos ganaron en Montilla hace cuatro años, y ni fu ni fa, llevan el mismo camino de Rajoy. A ti de da igual, tus fanegas de olivos no te las quita nadie y tú irás a votarlos otra vez, igual que cuando prestabas tu coche para trasladar a los abuelos del asilo hasta el colegio electoral, eso sí con la papeleta bien metida en el sobre. No nos vayamos a equivocar y votar a otro…
Me despido, Cipión, ahí te dejo, en tu escaparate con vistas a la Corredera y leyendo tu monárquico periódico. Ahora cuando llegues a la noticia de que confirman que a Federico García Lorca lo mataron por masón, socialista y homosexual, pasa la hoja rápido y busca en Deportes las noticias del Madrid, mientras suspiras por lo bajito “hay que joderse con estos maricones”.
Te imagino, Cipión, bajándote de tu 4X4 que acabas de aparcar en la puerta de Las Camachas. ¿O han sido las llaves del BMW las que has cogido hoy de la bandeja de recuerdo de tu viaje a Fátima que tienes en el salón? Te imagino diciendo en voz baja “putos socialistas” mientras tiras al suelo el cigarrillo que te prohiben fumar dentro del bar. Te imagino bramando “que se joda el machupichu” que después barrerá ese cigarrillo que no has querido apagar en el cenicero que hay en la puerta.
Ya ves, hay días en los que no merece salir de la cama. El tiempo continúa sin anunciar agua, vamos ya para seis semanas sin llover y la aceituna se arruga en los olivos sin coger peso. “Después vendrán las quejas cuando haya que coger la aceituna y no tengamos ni para pagar los jodíos jornales” –lo comentas con quien tienes al lado-. Y sigues relatando. “Las de antes sí que eran buenas cuadrillas de jornaleros, trabajaban hasta la noche y no protestaban tanto; te agradecían hasta cuando les dábamos para comer lo que nos sobraba de al mediodía, pero claro se empeñaron en que aprendieran a leer y así nos luce el pelo”.
Las borracheras de los señoritos destilan poca decencia. Pero claro es que hay clases y clases. No todos podemos ser iguales. Ni todos tenemos esa rectitud que da educarse en los Salesianos, ¿verdad?
Siempre presumes de la disciplina y el respeto que te inculcaron los curas, lástima que tus golpes de pecho sólo duran lo que dura la procesión del Nazareno hasta el Paseo de Abajo. Es lo que toca el Viernes Santo: ponerse el traje, encender una vela para alumbrar a Jesús y sonreir, sonreir mucho, para aparentar que cumpliendo con Dios todas tus vergüenzas quedan tapadas. ¡Ay, el día que baje del madero de verdad os vais a enterar!
Esa sonrisa y saludo con desdén del Viernes Santo es lo que lucías el otro día en la jura de la bandera. “¡Un respeto a la bandera de España, por Dios!”. Entre militares, recordabas tus días en la mili, cuando este país era un lugar seguro, con orden y libre de esa gente de izquierdas a las que habitualmente nos achacas todas las desgracias.
Tu miseria, Cipión, resplandece en la Corredera cada vez que te sientas a leer el ABC en el sillón del Casino. El Montillano, el Casino Montillano, por supuesto. No confundirlo con el de enfrente. “Esos solo se han sentado en un Land Rover en la parte de atrás… Niño ponme un medio del vino que me gusta a mí”.
Pero hablábamos de elecciones. Este año votamos de tres en tres. Y los tuyos, están de capa caída. De ahí esa cara de mala leche que se te ha puesto. Los tuyos ganaron en Montilla hace cuatro años, y ni fu ni fa, llevan el mismo camino de Rajoy. A ti de da igual, tus fanegas de olivos no te las quita nadie y tú irás a votarlos otra vez, igual que cuando prestabas tu coche para trasladar a los abuelos del asilo hasta el colegio electoral, eso sí con la papeleta bien metida en el sobre. No nos vayamos a equivocar y votar a otro…
Me despido, Cipión, ahí te dejo, en tu escaparate con vistas a la Corredera y leyendo tu monárquico periódico. Ahora cuando llegues a la noticia de que confirman que a Federico García Lorca lo mataron por masón, socialista y homosexual, pasa la hoja rápido y busca en Deportes las noticias del Madrid, mientras suspiras por lo bajito “hay que joderse con estos maricones”.
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