Contra toda esperanza. Memorias. Por Ofelia Ara

¿Cuál es la línea que separa la cordura de la locura? ¿Cómo mantener aquella cuando tu vecino te vigila, tu patrona informa de todos sus inquilinos? ¿Qué hacer cuando te conviertes en un proscrito y no puedes trabajar y todos los medios de subsistencia dependen del omnipotente Estado? La poesía es como una música que suena constantemente en tu cabeza y no puedes hacerla callar pero no puedes arriesgarte a poner los versos en un papel por si vienen, te los quitan y con ellos te condenan.
Las memorias de Nadiezhda Mandelstam intentan dar una respuesta a estas preguntas. Sin embargo, en el título del libro está implícita la respuesta, es un acto contra toda esperanza.
Nadiezhda es la viuda de Ósip Mandelstam, un poeta acmeísta coetáneo y amigo, entre otros, de Pasternak, conocido en Occidente por “Doctor Zhivago”. Las memorias narran los últimos años de vida del poeta bajo el régimen de terror de Stalin, hasta la muerte de aquél en un campo de trabajo en 1938. Aparte de ser un relato autobiográfico, en el libro se pone de manifiesto el arduo trabajo de ella para conservar la obra de su marido durante los años de opresión, haciendo copias de los poemas y distribuyéndolos entre los amigos. Gracias a eso, a día de hoy podemos leer lo que escribió Mandelstam. Nadia entiende esto como una misión y por ella vivió hasta 1980, año de su muerte.
El libro es un acto de amor, es una foto en la que vemos el amor de Nadia por Ósip. Pero lo que más conmueve no es su detallada explicación de las cualidades literarias de Mandelstam sino el propio devenir de esos últimos años. Sus lúcidas reflexiones sobre el absurdo que les rodea y su firme decisión de mantener la cordura de su marido ante el terror al que se ven sometidos.
La Revolución de 1917 supuso un momento de ilusión para muchos de los intelectuales de la época, también para los Mandelstam. Nadie quería renunciar a ella y fue eso y no el miedo lo que al principio domesticó a la intelectualidad. La autora tiene sus propias teorías sobre los sentimientos de la gente y por qué fueron modificados; la bondad desapareció porque no había demanda de ella. La soledad es el hecho de vivir en una sociedad que avanza con los ojos cerrados por el camino del fratricidio. Nos explica por qué el terror hace víctimas a todos, incluso a los verdugos. Cómo el humanismo del siglo XIX se vino abajo y llegó el siglo XX que les enseñó que el mal posee una inmensa fuerza de autodestrucción. Cómo ingenuamente creemos que si no tomamos partido no vendrán por nosotros, al estilo del famoso poema de Niemöller, falsamente atribuido a  Brecht: si detienen a aquél será porque algo habrá hecho, yo no he hecho nada, no soy como ellos y a mí no me llevarán. Y sin embargo, todos tienen miedo, un miedo vulgar, torturante y salvaje que duró hasta la muerte de Stalin.
Hasta 1964 Nadia no pudo tener permiso de residencia en Moscú, pues no les permitían a los proscritos vivir en ninguna ciudad importante con lo que el ostracismo era mayor. Para ella, ese momento significó también la vuelta de Mandelstam a Moscú, después de veinticinco años desde su muerte y de treinta y dos años desde la última publicación de su poesía. En ese año empieza a escribir estas memorias tan personales y tan pudorosas y que son también la memoria de todos.

Nadiezhda Mandelstam
“Contra toda esperanza. Memorias”
Editorial El Acantilado, 2012.

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