En esta segunda entrega de mi viaje a los EEUU, comentaré
mis peripecias por gran parte del Medio Oeste de este gran país hasta llegar a
California.
Después de Chicago, nos dirigimos en coche alquilado por
carreteras interestatales que siguen la senda de la antigua Route 66 en
dirección a Saint Louis, pudiendo disfrutar de paisajes con llanuras
espectaculares y grandes granjas, mientras nos adelantaban a veces una larga
banda de moteros en Harley-Davidson y, otras, grandes camiones Peterbilt con
chimenea. Al llegar a Saint Louis, pudimos cruzar a pie el gran río Mississipi
y visitar el Gateway Arch, un altísimo arco parabólico de acero que, de pura casualidad,
supimos que era visitable también en su interior a modo de ascensor con vista
en la cúspide: nos pusimos a hacer cola y cuando nos dimos cuenta estábamos
subiendo en una minúscula cabina con dos personas más para ver el skyline de la
ciudad.
Seguimos camino de Oklahoma, tierra de indios y huracanes y,
llegando a Amarillo en el norte de Texas, nos encontramos en una hamburguesería
a dos simpáticas parejas de españoles que estaban haciendo casi el mismo camino
que nosotros pero en motos Harley alquiladas. Ya en Nuevo México, coincidimos
en un motel con unos ancianos indios navajos veteranos de la Segunda Guerra
Mundial, que inventaron un sistema secreto de comunicaciones hablando en su
difícil idioma.
Pero uno de los grandes momentos de nuestro viaje fue
visitar el Gran Cañón del Colorado. Allí quedé tan prendado de su grandioso
paisaje marciano que estuve un buen rato medio atontado haciendo fotos sin
parar, antes de iniciar una ruta senderista muy chula a pocos metros del borde
del gran precipicio donde se hunde literalmente el río Colorado.
Terminaré esta entrega hablando brevemente de Las Vegas,
donde predomina la vida nocturna y el desierto se olvida gracias los aires
acondicionados y piscinas de los grandes hoteles, llenos de salas de juego.
Cada uno está decorado con algún motivo o parte del mundo: la Roma Imperial,
Venecia, París, Nueva York, el antiguo Egipto, el Caribe e incluso un castillo
de Camelot, pero, como se dice, en EEUU “lo que ocurre en Las Vegas, se queda
en Las Vegas”…
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