Montilla y el baloncesto, por Paco Vílchez


Cuando allá por el mes de diciembre del pasado año recibí la llamada telefónica de Cristian López, en la que me contaba el proyecto que rondaba en su cabeza, no pude cuando menos que sentirme inmensamente aliviado. Al fin alguien quería hacer realidad ese proyecto que a tantos se nos pasó por la cabeza pero que ninguno de nosotros, por unos u otros motivos, fuimos capaces de llevar a buen puerto.

La primera toma de contacto fue a ritmo de cerveza y, por supuesto, de vino. Diciembre apuraba sus días, y en el Bordon´s quisimos rememorar aquellas primeras citas en Casa Palop, donde se gestó todo a base de patatas saladillas, pimientos fritos, tomates de Montilla y muchas copas de vino.

Cuarenta años después Cristian López, Salva Loriguillo y yo mismo comenzábamos un nuevo proyecto. Quizás menos atrevido que aquel, sin duda. Pero también cargado a raudales de ilusión e incertidumbre. La ilusión de plasmar y poner en valor lo que ha sido el camino a lo largo de cuatro décadas del baloncesto montillano. Y la incertidumbre lógica de no saber a ciencia cierta cuál sería el resultado final.

A veces las ideas o las inquietudes surgen de forma espontánea, en otras ocasiones tras ser maduradas. Pero a veces, también, el desarrollo de esas ideas lleva a que todo vaya dejando de ser como imaginamos. Por ello este libro dejó de ser una idea madurada para convertirse en un viaje en el tiempo, en el que el autor transforma números y estadísticas en vivencias y anécdotas. O resultados y clasificaciones en sentimientos y emociones.

Retroceder en el tiempo ha sido la clave que ha hecho que este libro tenga vida propia, más allá de la frialdad de los números, a la par tan necesarios. Volver a reunir a protagonistas de hace tantos años y compartir con ellos vivencias ha sido maravilloso, y el soplo de aire necesario para que este libro esté impregnado de vida. Las muchísimas reuniones con protagonistas, incluso vía Skype, la multitud de horas de grabación, las otras tantas horas de estudio exhaustivo de recortes de prensa, actas, fotos, comunicados de audio, la rigurosidad con la que Cristian López ha tratado cada minúsculo dato que ha caído en sus manos…

Todo gestionado desde la mayor profesionalidad y a la par sensatez, han dado como resultado este libro.

En el mismo, el lector podrá ser testigo del crecimiento no solo deportivo del club, también del factor humano que lo ha impregnado durante tantos años hasta el día de hoy. Y sobre todo, cómo, ya casi desde los inicios, se fue asentando en el engranaje social de Montilla para ser al día de hoy un actor principal. Remontarnos a hace cuarenta años nos obliga a radiografiar un país que comenzaba a cimentar un nuevo modelo de sociedad, lejos de una dictadura, para caminar sobre una democracia. Y es en este punto donde irrumpe el baloncesto en el ámbito nacional, y como efecto rebote en nuestra localidad. Ese tránsito hacia la integración de la mujer a la sociedad, a poner en valor lo público en detrimento de lo privado, a la igualdad en mayúsculas, también tiene su reflejo en los inicios del C.B. Montilla. Y es que lo que ahora está normalizado hubo que construirlo poco a poco, y en ese pico y pala estuvo presente la gente que pasó de tomar copas en Casa Palop los domingos por la mañana a gestionar en volumen y peso a un club que poco a poco se iba convirtiendo en referente social.

Como en toda evolución, el Club ha vivido picos y valles, momentos exitosos y decepcionantes, y lo ha hecho de forma colectiva y también individual. Porque tras el colectivo está la persona. Y en estos cuarenta años han sido muchísimas las que han vestido la camiseta y las que, sin llegar a vestirla nunca, lo han sentido como el que más. Infinidad de jugadores, directivos o colaboradores que al amparo del blanco y azul han encontrado su lugar en la sociedad para crecer como personas, incluso con amores perpetuados en el tiempo y con desamores en el camino. Con esas segundas generaciones de hijos que han disfrutado a la par que sus progenitores. Tíos y sobrinos, amigos y amigas. Y en una inmensa mayoría el recuerdo de haber pasado los mejores años de sus vidas al amparo del Club. El calificativo de familia resulta sorprendente y gratamente repetitivo en todos los protagonistas que tienen voz propia en estos textos, a modo de altavoz de aquellos tantos y tantos que no la han tenido, pero que han sido piezas importantísimas en este viaje. Y sorprendente también, a la par que agradabilísimo, palpar que este sentimiento es compartido tanto por los y las protagonistas de los primeros equipos como por los de los equipos de cantera, donde la labor social ha sido tan primordial como la deportiva. A ellos es obligado unir a la afición, tan admirada dentro y fuera de Montilla, que siempre e incluso en los momentos más complicados han mostrado su apoyo a la entidad.

En este libro, el autor ha conseguido transmitir la esencia de un colectivo que, más allá de lo puramente deportivo, ha sido capaz de colocar a Montilla en el mapa provincial, autonómico y nacional. Algo de lo que Montilla debería sentirse más que satisfecha. Ya que lo ha hecho desde los valores más necesarios para nuestra sociedad, como es el deporte.

Para finalizar, quizás debería hacerlo desde lo más recurrente. Con esa frase de que “ojalá cumplamos otros cuarenta años más y estemos para contarlo”. Pero, sin duda, todo tiene fecha de caducidad y preocuparnos en exceso por el futuro quizás no tenga mucho sentido. Prefiero hacerlo deseando a todos los que al día de hoy forman parte de los próximos proyectos que disfruten en el trayecto, en el viaje. Probablemente eso les hará sentirse con vida y por supuesto mantener muy vivo al C.B. Montilla. E incluso tan vivo y privilegiado como me he sentido yo a lo largo de los años, y por supuesto aportando mi granito de arena para que este proyecto viese la luz.



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