Querer: una serie para ver en familia, por Alicia Galisteo Alcaide


La serie de la que en esta ocasión os hablo ha sido estrenada en 2024 y está siendo galardonada y teniendo una gran crítica. ¿A qué se debe? Esta serie trata de la violencia de género, pero no lo hace desde el prisma al cual estamos acostumbrados, donde la violencia física es el eje central de la trama. Cuando pensé por qué era importante hablar de esta serie me vino a la cabeza una de mis frases favoritas que contiene el libro “El Principito”, que dice lo siguiente: “cuando quieres a una flor la arrancas y te la llevas, cuando la amas la riegas para que crezca”.

La trama se sitúa en Bilbao, donde una mujer denuncia a su marido por violencia de género, pero no física, sino sexual y económica; a partir de ahí se va desarrollando la trama durante cuatro episodios de una hora de duración. Tras la denuncia, la protagonista tiene que huir de su hogar, primero a casa de su hijo menor y después a casa de su madre, fallecida recientemente. En un primer momento, los hijos no entienden el porqué de la denuncia si nunca había sido agredida físicamente; el hijo mayor no entiende cómo puede acusar a su padre de violarla cuando están casados y mantener relaciones sexuales dentro del matrimonio es lo más común y rutinario que puede haber.

Durante el nudo de la serie hay momentos en que el espectador duda de la versión de la mujer y cree con firmeza los argumentos del marido y del hijo mayor. Poco a poco, ves cómo el hijo mayor tiene comportamientos parecidos al padre con su esposa, como enfadarse con ella y poner el coche a mucha velocidad, acto que también hacía el padre cuando se le llevaba la contraria. El hijo menor tiene mayor sensibilidad con su madre y la protege, aunque tampoco quiere en un primer momento cortar la relación con su padre y con su hermano mayor.

Cuando llega el momento del juicio, los hermanos están separados, no tienen nada en común y están divididos; el mayor apoya la versión del padre, mientras que el hijo pequeño apoya la versión de la madre. De este modo, en el juicio el marido declara que él la mantenía económicamente y que las relaciones sexuales que mantuvieron durante su matrimonio siempre fueron consentidas, mientras que cuando le llega el turno de declarar a la protagonista cuenta cómo desde su casamiento su marido la fue alejando de su familia, cómo le administraba y le racionaba el dinero que debía de manejar a lo largo del mes o cómo las relaciones sexuales que mantenía con su marido le producían desgarros vaginales y cuando se negaba, él se enfadaba y la despreciaba.

El desenlace de la serie es abierto, dejando al espectador con la incertidumbre de lo que ocurrirá.

Esta serie es magnífica para verla en familia, porque los hijos damos por sentado que en un matrimonio todo es consentido, vivimos ajenos a la relación de pareja que pueden tener nuestros progenitores y es cuando pasa algo que puede llegar a no ser visible o que si lo es se puede achacar a arrebatos por enfado o ira, cuando podemos poner en tela de juicio si esas acciones, conductas o comportamientos pueden verse como violencia de género y el papel que juegan los hijos a la hora de la reproducción de las conductas tanto con sus parejas como con sus hijos, al igual que los problemas de salud mental que lleva el haber convivido en una casa donde la violencia es normalizada.

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