Si buscamos Brácana en la Wikipedia, seguramente nos llevará a la pedanía de Íllora, en la provincia de Granada, o quizás a la pequeña aldea del mismo nombre perteneciente al municipio de Almedinilla. Hasta ahí todo bien, pero, para los amantes del vino, la palabra Brácana cobra un significado bastante diferente. Y es que, como dijo Albert Einstein, no hay casualidad ni azar.
La República, Independiente, Anárquica y Laica por la Gracia de Dios de Brácana nace entre el nihilismo y el hedonismo, es decir, entre aquello que no tiene el más mínimo sentido y la necesidad basada en la búsqueda del placer.
Y siguiendo con citas celebres, estaría bien mencionar aquella que dice; “que en la catástrofe está la salvación”. Pues recogiendo el guante a tan manida frase, los bracaneros, hace ya quince años, aprovecharon la catástrofe sufrida por uno de sus miembros (si lo podemos llamar así) para intentar salvarse de todos sus males. Y es desde ese justo instante cuando decidieron lamerse las heridas y de paso cimentar jueves tras jueves el infinito universo bracanero. Dicho de otra manera más terrenal, que aprovecharon la coyuntura que brindaba la tristeza y pena del Vílchez para, dando un giro de tuerca necesario y visceral, convertir cada jueves en una experiencia redonda y maravillosa en torno al vino.
Casi sin darse cuenta, o sin el casi, el recorrido de estos quince años ha sido algo inimaginable donde han expendido más de setecientos pasaportes bracaneros, tantos como invitados han pasado por la sede. Invitados de todas las categorías posibles. Currantes, políticos, alcaldes, miembros de los distintos cuerpos de seguridad del estado, religiosos, corresponsales de prensa internacionales o nacionales, empresarios de diferentes sectores y, por supuesto, del mundo del vino, enólogos, capillitas, rojeras, facistoncillos, apolíticos, funcionarios de más o menos rango, autónomos, comerciantes, hosteleros, deportistas de élite, toreros, cantaores flamencos, jazzeros, modernitos, jubilados, poperitos, escritores, pintores, escultores, docentes, estudiantes, opositores, folladores contrastados, adictos, abstemios… y, por supuesto, bebedores reconocidos. Y hasta un gato que se les coló.
Como digo, el universo bracanero se ha convertido en infinito y, siempre, como premisa indispensable al amparo de tres vértices fundamentales: el vino, los manjares y la tertulia. En Brácana se ha reído y se ha llorado, se han celebrado premios gastronómicos reconociendo la labor de cocineros ilustres, se ha jugado al pádel o a la petanca, se han realizado rituales de iniciación al mundo del vino, se han hecho catas verticales, horizontales y ciegas, se han degustado los primeros mostos del año, o los vinos más añejos y envejecidos de la zona, incluso se han degustado vinos de misa del propio Vaticano, o las novedosas apuestas de los productores locales. También las jornadas de convivencia con lagares y bodeguitas de la zona se han instaurado de forma rutinaria, y las excursiones acompañados por las cónyuges han sido sonadas.
Cada jueves resulta ser una verdadera exaltación y puesta en valor (ahora eso se dice mucho) de los vinos de nuestra tierra, con el Fino nº9 de Bodegas Alvear como caldo de cabecera. Calcular las arrobas que han caído entre jueves y jueves sería una labor ardua y complicada, ya que ha habido semanas que ni los propios protagonistas podrían narrar lo que se han metido entre pecho y espalda. Pero podríamos decir a vuela pluma que andarán rondando las ochocientas arrobas.
Con Punselito como líder espiritual (un diamante tropical ya fallecido que compartía veladas con ellos) y la familia Alvear como mecenas de esta locura, cediendo desinteresadamente una estancia de las instalaciones de la empresa ya casi tricentenaria, los doce bracaneros actuales (ya que, como en las grandes bandas musicales ha habido algunas bajas y altas) esperan con ansias desbordadas la llegada de cada jueves, con la misma ilusión del primer jueves, de recibir al primer invitado que saldrá por la puerta de Brákana Cénter como embajador. Y en un puro ejercicio de alquimia, limpiar sus almas y mentes de malos augurios para transformarlos en alegrías e ilusiones gracias al vino.
Y todo ello quedando plasmado en el blog que, desde el limbo, Punselito escribe mensualmente para que el inexorable paso del tiempo no cargue contra la memoria bracanera. Y que toma forma de ejemplar físico en la Enciclopedia Ilustrada de la Historia de Brácana, cuyos ejemplares descansan en los fondos de la Biblioteca Municipal “Manuel Ruiz Luque” de Montilla.
Termino con el justo y merecido reconocimiento y agradecimiento a los hermanos Luis y Fernando Giménez Alvear, en representación de Bodegas Alvear, ya que, como digo, sin ellos la historia de Brácana no se hubiese podido escribir tal y como es.
Gracias también a los ochocientos personajes que han pasado por la sede haciendo de Brácana lo que es al día de hoy, un cohete lanzado al universo dejando una luminosa estela de vino y felicidad en su trayectoria infinita.
https://tertuliavinofino.blogspot.com/
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