Cipión y Berganza: ciencia y tecnología vs medio ambiente

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y la Camachas, y da nombre a nuestra asociación. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, iremos tratando temas de interés para nuestra sociedad. En esta ocasión, ladrando  más a favor o en contra de la ciencia y tecnología o del medio ambiente.



Cipión: ciencia y tecnología
Querido Berganza, perro inocente, bienintencionado y bobalicón. ¿Acaso no has oído nunca a Sebastián decir a su amigo Don Hilarión en “La verbena de la paloma” aquello de “hoy las ciencias avanzan que es una barbaridad”? Pues si eso creían hace 130 años, ¿qué no pensarían ahora?
Y es que el avance del desarrollo científico y tecnológico en ese período de tiempo ha sido brutal, exponencial, descomunal. Fíjate que hasta hay dispositivos de inteligencia artificial capaces de pensar o escribir mejor que la mayoría de las personas; que no que nosotros, que para eso somos canes que hablan.
¿Recuerdas hace casi cinco años? Sí, cuando la pandemia. A ti y a mí nos dio un poco igual, que hasta nos sacaron más a pasear. Pero los humanos estuvieron bien fastidiados y no pocos enfermaron e incluso murieron. Sin embargo, fueron capaces de resolverlo con mucha más rapidez y eficacia que en epidemias anteriores. Y no por las medidas que podemos llamar “naturales”, como confinamientos, aislamientos, uso de mascarillas y guantes, mejora de la higiene… Todo eso también lo hacían en siglos pasados. Lo que realmente demostró ser más efectivo fueron esas vacunas que desarrollaron en unos meses y que, teorías conspiranoicas aparte, aportaron la inmunidad suficiente a la población para convertir al fatídico coronavirus en uno de tantos.
Pues, del mismo modo que los avances científicos y tecnológicos están siendo capaces de amortiguar esas situaciones extremas de carácter médico y biológico, también sirven para lograrlo con otros desastres naturales o provocados por el ser humano.
Los mayores conocimientos en las distintas disciplinas científicas y la enorme capacidad de procesamiento de datos permiten generar modelos predictivos cada vez más avanzados que hacen posible adelantarse más a estos fenómenos y, por tanto, prevenirlos con anticipación y eficacia. En eso creo que estamos de acuerdo.
Habrá quien diga que no siempre aciertan, que no dejan de ser predicciones basadas en métodos probabilísticos, que no son exactos al cien por cien, que no son capaces de decirnos el momento y el lugar concreto en que van a ocurrir el desastre.
Es cierto. Y en esto también coincidimos tú y yo, amigo Berganza, en la respuesta a ese negacionismo: sirven para acotar enormemente en el tiempo y en el espacio la probabilidad de que lleguen a ocurrir y, por tanto, permiten reaccionar con antelación y prepararse para cuando la catástrofe ocurra.
Y ahí es donde pensamos distinto. Yo creo que la humanidad está llegando a un nivel tal de desarrollo científico y tecnológico que es capaz de construir o implementar infraestructuras, inventos y avances capaces de domeñar a la naturaleza en la gran mayoría de las situaciones, incluso en muchas de carácter extremo.
Igual que en el caso de la vacuna del coronavirus, otro ejemplo bastante conocido es el de las construcciones antisísmicas en países como Japón, capaces de aguantar la inmensa mayoría de terremotos que allí se producen. Solo en los peores habrá daños de más consideración que se verán muy amortiguados gracias a esos materiales y técnicas constructivas.
¿Se pueden domesticar los ríos, las mareas, las avenidas, los desbordamientos? La presa de Asuán ha convertido al Nilo en un cauce fluvial inofensivo; el nuevo cauce del Turia ha impedido que la ciudad de Valencia sufriera inundaciones en la trágica gota fría. En Países Bajos ganan terreno al mar y soportan las galernas del Mar Negro gracias a diques cada vez más sofisticados y adaptados al entorno. Incluso al contrario, cuando la falta de agua se hace pertinaz sequía, inventos como las desaladoras, las depuradoras, cultivos modificados para que sean más eficientes hídricamente, nuevas técnicas de riego y más consiguen mitigar el efecto de la naturaleza. Fíjate, Berganza, que hasta existen planes para desviar o destruir pequeños objetos extraplanetarios que se dirigieran hacia la Tierra.
Te podría dejar más ejemplos de diseños para actuar en erupciones volcánicas, tsunamis, tornados, tormentas solares y otras muchas catástrofes naturales. Porque las ciencias avanzan que es una barbaridad. Y cada vez más. Que verás como en breve hasta el meteorito de los dinosauros estará controlado.
Berganza: medio ambiente
Querido Cipión, el cambio climático es una realidad irrefutable que está dejando una profunda huella en nuestro planeta. Los desastres ambientales son una clara señal de que estamos en una encrucijada crítica: huracanes más intensos, incendios forestales incontrolables, sequías prolongadas, lluvias torrenciales e inundaciones repentinas. En las últimas décadas, hemos visto el huracán Katrina, los incendios forestales en Australia y California, e inundaciones por toda Europa. En concreto, huracanes y tormentas se están volviendo más intensos debido al aumento de la temperatura del océano. Las comunidades costeras de todo el mundo están en constante riesgo de enfrentar tormentas similares.  
Son solo algunos ejemplos de cómo la naturaleza se ha rebelado contra la negligencia humana. Esa misma negligencia y su codicia los ha llevado a llenar de construcciones muchas zonas inundables, cauces de ramblas y barrancos, lechos de ríos secos y otros lugares de dudosa edificabilidad. Las infraestructuras nuevas o las tecnologías de edificación más modernas pueden ser un parche al problema, pero solo atajando el problema de fondo se podrá eliminar el riesgo para las personas. Por ello, es el momento de tomar medidas serias para mitigar el Cambio Climático.
Entre dichas medidas de mitigación y para reducir la frecuencia e intensidad de los desastres ambientales serían clave la transición energética hacia una economía libre de emisiones de carbono, dando mayor peso a biocombustibles, la captura de carbono o el transporte eléctrico y, como objetivo último, aumentar la producción de fuentes de energía renovable, como la solar, eólica y geotérmica. En el campo de la arquitectura, también se pueden adoptar medidas de edificación sostenible, incorporando energía renovable, sistemas de eficiencia, ahorro y gestión inteligente de la energía. Todo ello iría encaminado a ralentizar el aumento de temperatura global. Mientras esas tecnologías limpias se introducen, hay que hacer algo más. Las DANAs y las lluvias torrenciales encuentran en los suelos erosionados y secos un medio perfecto para arrastrar tierra y arcilla, formando lenguas de lodo que arrasan todo a su paso. Por eso, el cuidado de los bosques, la reforestación, la gestión de la biomasa residual y una política forestal adecuada ayudarían a controlar la erosión, aumentar la capacidad de absorción de gases de efecto invernadero, evitar incendios o escorrentías descontroladas. 
Lo cierto es que estas medidas no tendrán ningún éxito sin una educación ambiental. Frente a los negacionistas del cambio climático se requiere información veraz para crear una conciencia crítica en materia de medioambiente. Es crucial que cada individuo entienda su papel en la protección del medio ambiente y cómo sus acciones pueden marcar la diferencia. No se trata solo de que las administraciones hagan su trabajo, sino que la acción individual de los ciudadanos ponga en marcha los cambios. Desde pequeños hábitos como el reciclaje, el uso de energía limpia en los hogares o el fomento de transportes no emisores para trayectos cortos (bicicletas, patinetes, ciclomotores eléctricos, etc.) hasta exigir a las empresas y gobiernos un compromiso creíble en la transición hacia una economía descarbonizada.
El cambio climático y los desastres ambientales son desafíos que requieren una acción urgente y decidida. Así pues, querido Cipión, es posible que una planificación urbanística mejorada pueda ayudar a que futuras DANAs no provoquen la mortalidad y daños materiales tan extremos. Pero eso no puede obviar que haya que adoptar medidas efectivas para mitigar el cambio climático. Es una necesidad urgente para intentar que el planeta sea medianamente habitable en el futuro. La transición a energías renovables, la reforestación, la eficiencia energética en edificios y procesos industriales, la reducción de residuos, la inversión en tecnología limpia y la educación serán pasos esenciales en este camino.


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