Cipión y Berganza: adornos navideños

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y la Camachas, y da nombre a nuestra asociación. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, iremos tratando temas de interés para nuestra sociedad. En esta ocasión, ladrando sobre la conveniencia o el exceso de los adornos navideños en nuestras calles.

Cipión: ¿Adornos navideños?
Querido Berganza, en esos días no alcanzo a ver las estrellas en el cielo. Cuando miro hacia arriba solo veo un bosque artificial de millones de bombillas leds, árboles luminiscentes, cadenetas cegadoras que ocultan las ramas de los árboles de verdad y las luces del firmamento. Ha llegado la Navidad.
Es curioso este afán por convertir cada pueblo y ciudad en un reflector digno de un campo de concentración. A los humanos debe de pasarles como a las polillas. Los ojos de estos insectos actúan como telescopios en miniatura. Cuando detectan iluminación artificial intensa, esta puede actuar como un “superestimulante” y, así, las luces muy brillantes les resultan irresistibles y no pueden evitar acudir al fulgor de las bombillas. Las polillas atraídas por las bombillas suelen permanecer en ellas hasta chamuscarse. Los humanos atraídos por los millones de leds permanecen bajo esas guirnaldas refulgentes hasta chamuscar sus tarjetas de crédito.
Lo más llamativo es que, después, hay que pagar la factura. La de la tarjeta de crédito y la de la luz, claro. La mayoría de los ayuntamientos de grandes capitales contratan a empresas por un precio fijo y estas empresas corren con la factura de consumo. Con este modelo, el alumbrado de Madrid ha costado 4.3 millones de euros. Barcelona, 1.9 millones. Sevilla, 1.2 millones. Valencia, 0.62 millones. Si tenemos en cuenta sus habitantes, el coste por persona varía entre 1 y 1.5 €/habitante. Muy por encima de ese promedio tenemos a los campeones del derroche lumínico y eléctrico: Vigo, con sus 2.3 millones para 300.000 habitantes (casi 8 €/habitante). Como dice su alcalde, es probable que las luces de Vigo se divisen desde el espacio. Lo mismo se podría decir de su ego.
Facturas aparte, el consumo de las luces de Vigo se estima en unos 2400 MWh durante los 35-40 días de campaña navideña. Como estas unidades son poco intuitivas, te diré, amigo Berganza, que esto equivale a la energía de quemar unas 200 toneladas de petróleo. O bien, a unas emisiones de 600 toneladas de gases de efecto invernadero. Si le añades los cañones de nieve artificial, 800 toneladas de dióxido de carbono. En la temporada 2023-24 tendremos una nueva ocurrencia: esculturas de hielo. Estas por cortesía del consistorio de Torrejón de Ardoz, otro campeón de la industria de la iluminación artística.
Lo más paradójico de todo este despilfarro energético es que estas mismas autoridades son las responsables de sensibilizar a los ciudadanos sobre ahorro energético, consumo responsable, conciencia ambiental… Poca autoridad moral tienen estos poderes que no dudan en invertir millones para desatar el consumo en sus localidades. A la vez que en Navidad gastamos electricidad, alrededor de cuatro millones de españoles han tenido problemas para pagar sus facturas de productos energéticos (electricidad, gas natural, gasóleo para calderas, etc.) y se estima que hasta ocho millones no pueden mantener una temperatura adecuada en sus hogares durante el invierno.
Berganza, amigo, podrías argumentar que se hace negocio con este derroche. Puede ser. Pero, además de un despilfarro, ¿nadie se atreve a decir que cada vez son más feos los alumbrados navideños? Me parece bien hacer las fiestas más inclusivas y que no solo haya motivos de simbología católica apostólica romana. Perfecto. Desacralicemos el alumbrado. Sin embargo, ¿por qué esa proliferación de esculturas de luz de renos nórdicos, meninas, norias, osos polares, gnomos de jardín, carrozas de princesa Disney, zurullos cónicos remedando abetos…?
Menos mal que lo de los Reyes Magos fue hace dos mil años, porque si hoy en día tuviesen que seguir a la estrella de Oriente por el cielo, al mirar hacia arriba se encontrarían con cadenetas refulgentes y horteras, papanoeles de colorines y sucedáneos de muérdago ensuciando la belleza de las noches frías y oscuras de Navidad.
Berganza: ¡Adornos navideños!
Cipión hermano, óyote hablar y sé que te hablo, y no puedo creerlo, por parecerme que el hablar nosotros pasa de los términos de naturaleza.” Sin embargo, el contenido de lo que me hablas no es de mi agrado pues tus ladridos se limitan a reducir tu argumentación al consumismo y gasto superfluo que conlleva la Navidad tanto de energía como de dinero. 
Pues bien, mi querido Cipión, voy a intentar explicar los beneficios que acarrean los adornos, iluminaciones y ambientaciones varias en nuestros pueblos y ciudades durante la época navideña. Como bien sabes amigo Cipión, el pistoletazo de salida lo da la cantante Mariah Carey cuando tras ser descongelada de su arcón donde reposa durante el resto del año anuncia su ya famoso “It’s time”, esto es, ha llegado la hora de que nos pongamos a escuchar su famosa canción “All I Want for Christmas is You” que forra su cara de alegría a la vez que su billetera.
Si lo anterior no te resulta lo suficientemente convincente, hermano Cipión, no me negarás la ilusión que genera en los ciudadanos ver nuestras calles y plazas engalanadas para brillar anunciando que la Navidad está al caer. Si antes la responsabilidad recaía en el sorteo de lotería del 22 de diciembre, es mucho antes cuando nuestros alcaldes tienen a bien ir preparándonos para lo que se viene. A quién no le gusta el gentío en los centros de nuestros pueblos y ciudades y ver la sonrisa de los niños ante semejante espectáculo de luz y sonido.
Aunado con lo anterior, el gentío que provoca este alumbrado es visto como si agua de mayo se tratara para el sector de hostelería y comercios. No me negarás -amigo Cipión- que la gente parece tener más alegría en los bolsillos y que el brillo atrae a los turistas. No hay datos sólidos, pero el alcalde de Vigo asegura que el año pasado las luces sirvieron de reclamo a unos tres millones de visitantes en cuestión de dos meses, dejando un retorno de 750 millones de euros. En Málaga, donde las luces ya se consideran un gancho, el Ayuntamiento calcula que suponen unos 35 millones de euros para bares y hoteles.
Este impacto económico se traduce en aumento de empleos tanto en hostelería y comercios como en las empresas que se dedican al diseño y fabricación de los alumbrados navideños. En este sentido, hermano Cipión, déjame recordarte que en Córdoba (concretamente en la localidad vecina de Puente Genil) contamos con una de las empresas más destacadas en este sector, que cuenta 78 años de experiencia y presume de estar presente en 50 países de todo el mundo, cubriendo los cinco continentes, habiendo trabajado en cerca de 250 ciudades para la campaña navideña de 2023, entre las que destacan Madrid, Vigo, Málaga, Córdoba, Barcelona, Valladolid, Denver (Estados Unidos) o capitales como Bruselas, Londres o Dubái. En la campaña de 2023, esta famosa empresa cordobesa cuenta con más de 600 empleados, todos ellos empleos directos.
Sin perjuicio de lo anterior, esgrimes como argumento en contra el gasto innecesario que se hace de la luz. En este sentido te diré -amigo Cipión- que la investigación y el desarrollo también se va notando en estas instalaciones que cada vez son más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, fabricándose en un tipo de LED que consume un porcentaje considerablemente menor de energía por metro cuadrado que las anteriores instalaciones; las instalaciones actuales también tienden a reducir la contaminación lumínica de manera ostensible además de ser fabricadas con materiales reciclables y ofrecer la posibilidad de fabricarse con materiales biodegradables. Además, estas luces están unas cuantas horas durante un periodo que no llega a dos meses. Tenemos -querido Cipión- en nuestras casas aparatos que posiblemente contaminen y gasten más luz que estas instalaciones.
Otra de las bondades que el alumbrado de nuestras calles ofrece es que el acto inaugural sirve para dar visibilidad a colectivos que aprovechan la expectación y gentío que se produce para recordar a la gente sus objetivos y reivindicaciones. Un ejemplo de ellos fue el acto de encendido en Madrid el pasado 24 de noviembre, que invitó al plantel de actores de Campeonex como ejemplo del Madrid más integrador e inclusivo (según palabras de su alcalde).
Te guste o, no querido Cipión, lo cierto es que cada vez hay más pueblos y ciudades que se suman a esta iniciativa y que esperan destacar por dicho espectáculo de luces y sonido, generar debate en la calle, crear ilusión y retorno económico.






















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