Cipión y Berganza: turismo climático

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y la Camachas, y da nombre a nuestra asociación. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, iremos tratando temas de interés para nuestra sociedad. En esta ocasión, ladrando sobre la sostenibilidad o no del turismo por el cambio climático.


Cipión: Turismo climático sostenible
Berganza, cánido amigo, me resulta adorable tu novedoso interés en aprender las lenguas escandinavas para comunicarte mejor con tus amigas caniches vikingas. Pero ya te digo yo que más les vale a ellas esforzarse en entender el español; sus dueños van a seguir veraneando en nuestras playas hispánicas.
El cambio climático es un hecho bien tangible ya. Y como ejemplo, este texto que te escribo en la revista de verano, que se está lanzado bien entrado el otoño pero que los lectores podrán seguir disfrutando en manga corta en el chiringuito.
Es obvio también que la subida de temperaturas, la reducción de precipitaciones y el aumento de fenómenos atmosféricos extremos que estamos viviendo va a tener consecuencias para el turismo y que éste se va a ver afectado.
Pero, a la vez, el propio turismo es, en parte, responsable de ese cambio climático: el consumo ingente de agua de un determinado modelo urbanístico costero o la saturación actual de vuelos aéreos comerciales son ejemplos de formas de actuar difícilmente sostenibles en un futuro cercano.
Y como el sector turístico es un enorme negocio que mueve miles de millones de euros al año, no le va a quedar otro remedio que autorregularse para seguir manteniendo esa gallina de los huevos de oro en que se ha convertido.
Para ello, habrá que hacer cambios y buscar soluciones que ya encontramos bien perfilados en documentos como la Agenda 2030 de Naciones Unidas y sus objetivos de desarrollo sostenible, la Declaración de Glasgow sobre la acción climática en el turismo, promovida por la Organización Mundial del Turismo de la propia ONU, o distintos informes elaborados por el Ministerio de Transición Ecológica.
Tanto los usuarios como los proveedores de estos servicios turísticos nos vamos a tener que adaptar y cambiar muchos de nuestros hábitos, hacerlos más sostenibles, respetuosos y consecuentes con las cambiantes circunstancias meteorológicas y con la conservación de nuestro entorno. Pero a la vez, querido Berganza, te vuelvo a insistir en que todo esto del turismo es un inmenso negocio, una industria que mueve mucho dinero al que nadie quiere renunciar, por lo que los propios interesados invertirán, investigarán, desarrollarán e innovarán para impedir que los clientes se vayan.
Ten por seguro que en la Costa del Sol no se van a quedar cruzados de brazos viendo cómo los turistas de media Europa se van a otros destinos. Habrá que invertir en hacer más eficiente el uso de recursos hídricos, del suelo, de infraestructuras bioclimáticas, de transportes más ecológicos. No queda más remedio. Y ese gasto, que en parte corresponderá a las administraciones públicas, tendrá que ser repercutido en los propios turistas a cambio de una oferta de más calidad.
En cuanto a las zonas de interior, está claro que lugares como Córdoba, Sevilla o Granada, que tantos visitantes reciben al cabo del año, nunca han sido agradables de recorrer en julio y agosto. Por suerte, hay doce meses y siguen quedando otros diez más para visitarlas. Igual con el cambio climático también junio o septiembre se ven perjudicados en el número de visitas, pero, por el contrario, los meses de invierno serán más amables. Cuestión de adaptar las fechas.
Eso por lo que respecta al turismo más cultural. Porque si nos fijamos en actividades de interior como son las de montaña, sí está claro que negocios como las estaciones de esquí sí van a tener complicada su supervivencia si no amplían su abanico de actividades a otras que aprovechen la orografía, la altitud y la belleza del entorno sin necesidad de nieve.
En fin, Berganza, que no creo que debas desdeñar tan rápidamente el comprarte un apartamento en Fuengirola o un chalet en la Sierra de Córdoba. Nos adaptaremos al cambio climático y trataremos de ser más respetuosos con el entorno, pero no vamos a renunciar así por las buenas a disfrutar del encanto y el atractivo de los bellos lugares que nos rodean. Así que mejor invitas tú a tus caniches suecas a que te visiten aquí en el sur de España en lugar de irte tú hasta sus grises y nórdicos países.
Berganza: Turismo climático insostenible
Cipión, estimado y querido, ¿te acuerdas de la movida madrileña? Entonces sí que eras un chucho pulgoso. Pues resulta que había un grupo de éxito por aquel tiempo, Zombies, que cantaba un pegadizo tema titulado “Groenlandia”. Más de treinta años después, otro grupete patrio, La La Love You, también han dedicado el título de una de sus canciones a “Laponia”.
No, no te pienses que me he vuelto melómano, popero o nostálgico, es que me estoy planteando en cuál de esos dos lugares buscarme mi próxima perrera de vacaciones, no muy cerca de la actual línea de costa, que cuando suba el nivel del mar se me quede en la playa.
Eres un perro iluso y casi adorable en tu inocencia e ingenuidad.
¿Tú crees que el cambio climático es reversible a estas alturas? Me da que no, que eres consciente que los efectos ya son evidentes y tienen sus consecuencias. Pero sí que piensas tontamente que no van a afectarnos sustancialmente, que nos adaptaremos y que, incluso, trataremos de cambiar nuestros hábitos.
Los seres humanos, Cipión, son capaces de tropezar cien veces en la misma piedra. No van a renunciar a sus comodidades, a su nivel de vida ni, por supuesto, a su modo de hacer turismo y disfrutar de las vacaciones. Seguirán volando en contaminantes aviones porque son esclavos del tiempo y así llegan antes, se subirán en monstruosas colmenas flotantes llamadas cruceros que arrasan todo aquel lugar donde atracan con sus miles de histéricos visitantes, pisotearán y destrozarán los paraísos perdidos del planeta porque hacerse un selfie en un lugar exclusivo y publicarlo en redes es más importante que el daño que le hagas al entorno, pedirán más y más campos de golf y piscinas en lujosas urbanizaciones por poco agua que quede. Y cuando hayan esquilmado los recursos de un lugar, se irán a otro. Así llevan miles de años, ¿por qué iban a cambiar ahora?
Así que cuando las temperaturas en la Europa mediterránea se hagan insoportables, la sequía haga inaccesibles muchos de esos lujos, la belleza natural desaparezca entre hormigón y las esencias de los pueblos entre franquicias comerciales, cogerán sus bártulos, sus maletas, sus aviones y sus cruceros y se irán a otro lugar con el que acabar y al que esquilmar. Y el cambio climático seguirá avanzando. Quienes tengan dinero suficiente, se buscarán otros lugares mejores para vivir; quienes no dispongan de esa posibilidad, sobrevivirán como puedan o se convertirán en emigrantes climáticos.
Los modelos climatológicos y estudios existentes lo dejan claro: Europa en general y el sur del continente en particular serán de las zonas más afectadas por la subida de las temperaturas y por la desertificación y, obviamente, sus habitantes quienes sufrirán las consecuencias. Entre ellas, la reducción del turismo, que se trasladará a lugares más agradables de visitar. El Mar del Norte será el nuevo Mediterráneo; la costa cantábrica, la nueva Costa del Sol; las Islas Británicas sustituirán a las Baleares y Canarias como paraísos insulares; y Escandinavia, Islandia o Groenlandia pasarán a ser zonas templadas donde vivir más que cómodamente. Los cayucos partirán de España hacia Irlanda.
Así que Cipión, amigo, hazme caso, olvídate del apartamento en Torrevieja, del estudio en Fuengirola o del chalet en Ibiza. Adelántate antes de que sea más caro y difícil, y mejor compra en el norte de la Península Ibérica y de Europa. Y que no sea en primera línea de playa, que en unos cuantos años se te habrá comido la inversión la subida del nivel del mar.
Yo mientras tanto, seguiré en la Escuela Oficial de Idiomas aprendiendo sueco y finés.





















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