¿Por qué recomiendo “El último Boy Scout”? Para mí, las razones son tantas como frases lapidarias nos ha dejado esa película, y muchas más.
El protagonista, ¿hace falta que diga quién es? Perdón, me dejo llevar por mi entusiasmo; no demos nada por sentado. Bruce Willis interpreta a Joe Hallenbeck, un detective en horas más que bajas que acepta un trabajo ofrecido por alguien que acaba de tirarse a su mujer y sólo un minuto antes de que sus restos abonen su jardín. Hayas visto o no esta película, ya seas millenial o boomer, seguro que conoces a Bruce, desde ahora “mi Bruce”.
En realidad, mi Bruce es una dupla. Por un lado, va su porte de tipo duro de los 90 siempre sudoroso, sucio, sangrando, al borde de su resistencia pero inagotable; el otro componente de esta dupla es su voz, la verdadera no, sino la de Ramón Langa, el actor español que dobla sus películas al castellano.
Desde que tengo la opción, veo casi todas las series o películas en su idioma original, porque me gusta escuchar las voces de los actores y porque te echa una mano con el inglés, que nunca acabo de aprender. Pero hay una serie de películas que no me imagino en su idioma original y cuyos doblajes para mí mejoran el producto para el mercado español. No me imagino la saga “Austin Powers” sin el doblaje de Florentino Fernández, “Las aventuras de Ford Fairlane” sin el de Pablo Carbonell y, por supuesto, las de Clint Eastwood no son lo mismo desde que falleció Constantino Romero.
“El último Boy Scout” es un producto típico del cine policiaco detectivesco de los 80 y 90, suma todos sus clichés y el resultado es pura adrenalina y entretenimiento. ¿Qué más se puede pedir?
Para mí es una las grandes películas del género (para gustos los colores), a la altura de “Arma Letal”, “La jungla de cristal” o “Mentiras arriesgadas”. En este tipo de filmes sus protagonistas no destacan precisamente por su respeto a la propiedad municipal y la seguridad de los ciudadanos de cuyos impuestos, en la mayoría de los casos, se pagan sus nóminas. Los casos no son especialmente complicados, solo hay que tener un poco de astucia, mucha pericia con las armas de fuego, los puños, el volante y, no menos importante, tener siempre una frase ocurrente que soltar, cuanto más desesperada es la situación más hay que humillar al malo.
Es en este aspecto en el que “El último boy scout” destaca, y tanto Joe Hallenbeck como su “indeseado” compañero Jimmy Dix, típico del género, interpretado por Damon Wayans, prefieren no dejarse nada dentro. Tampoco esperéis citas sesudas, son chulerías que dichas en situaciones desesperadas, con el aspecto, actitud y mirada de mi Bruce y la voz de Ramón Langa son oro molido.
No puedo dejar de imaginar a Arturo Pérez Reverte defendiendo a hostias el uso de la tilde en la palabra solo cuando equivale a solamente, en el papel del malo, cuando Jimmy Dix, todavía convaleciente de una patada en la entrepierna, le suelta a Joe Hallenbeck; “mierda, nos está dando una paliza un académico de la lengua”.
¿Cuántas veces habré repetido “y si me vuelves a tocar, te mato” queriendo hacerme el gracioso? En realidad, Joe Hallenbeck decía “Y si me tocas, te mato”, tras pedir tabaco y lumbre por segunda vez a uno de sus captores, que había cometido el mortal error de “acariciarle” la cara por diversión.
“El agua moja, el cielo es azul, las mujeres tienen secretos”, “gilipollas soy yo, este es tonto” son otras citas que también ocupan un lugar destacado en mi memoria.
Las críticas no fueron muy buenas con este producto del director de “Top Gun”, Tony Scott, y para algunos, cito literalmente; “no es cine ni de lejos”.
Como ocurre con las cajetillas de tabaco, hay que advertir que “El último Boy Scout” en gran parte es un puro cliché que representa un mundo con buenos y malos donde los problemas se resuelven con un poco de astucia, mucha violencia y chistes malos. Si Joe Hallenbeck existiera, sería miembro de la Asociación Nacional del Rifle y votaría a Trump, pero como decían de Lola Flores; "ni canta ni baila, pero no se la pierdan".
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