Cipión y Berganza: energía nuclear

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y la Camachas, y da nombre a nuestra asociación. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, iremos tratando temas de interés para nuestra sociedad. En esta ocasión, ladrando sobre la conveniencia de usar la energía nuclear.

Cipión: energía nuclear NO
Berganza, perro amigo, el rabo se me ha quedado parado con las sandeces que escucho. Ahora resulta que la energía nuclear es “verde”. De irte a cualquier esquina a mear y no echar gota.
No me cabe duda que los gerifaltes de las grandes compañías eléctricas se estarán desternillando y frotando las manos a la vez en sus, supongo, comodísimos sillones forrados de algún estrafalario y caro material que, tranquilamente, van a resultarles calderilla imaginando las enormes ganancias que les van a proporcionar la reactivación de la energía nuclear, la reapertura de centrales casi dadas por muertas y la construcción de otras cuantas nuevas. Porque ahora resulta que esta es la panacea contra el cambio climático, la crisis de los combustibles fósiles y las guerras de Ucrania y Oriente Medio.
El motivo principal que se arguye para considerar al cabo de décadas a la energía nuclear como energía verde es que no produce emisiones de gases de efecto invernadero, con lo que no contribuye al calentamiento global. Argumento innegable, ni que decir tiene, pero al que hay que acompañar de otras consideraciones más que conocidas: las complejas y costosas seguridad e infraestructuras que requieren una central nuclear, las catastróficas consecuencias que conllevaría un hipotético accidente en un radio de centenares de kilómetros a la redonda del lugar, la peligrosidad y durabilidad de los residuos que se producen en la fisión o, incluso, las limitadas reservas de mineral de uranio que hay en el planeta.
Países como Francia apostaron hace décadas por este tipo de energía como estrategia para ser autónomos energéticamente y no depender de terceros. Durante este otoño de 2022, más de la mitad de los reactores nucleares han estado parados por “reparaciones y revisiones”, convirtiendo al país galo en importador de energía eléctrica de sus vecinos.
Ya sea por fallos de diseño y seguridad (Chernobyl), por desastres naturales (Fukushima) o por incidentes bélicos (Zaporiyia), cada vez nos suenan más nombres de centrales nucleares que nos demuestran el riesgo que este tipo de energía procedente de la fisión de los núcleos atómicos supone para el planeta.
No te olvides, además, Berganza, que distintos países del mundo, cada uno de su padre y de su madre, con más o menos apego de sus dirigentes a las libertades democráticas, aprovechan estas centrales, bajo la excusa de la producción de energía (ahora “verde”), para enriquecer combustible atómico que luego utilizan con fines militares.
Ya sé, Berganza, que eres muy perro y que me vas a decir con tu retintín prepotente de casi premio Nobel de Física que vale, que eso pasa con la energía nuclear de fisión (la de romper núcleos de átomos gordos en núcleos más pequeños y aprovechar la energía que se produce gracias a la famosa fórmula E=mc2), pero que también está la fusión nuclear (la que hay en el Sol, la de juntar dos núcleos pequeños para formar uno más grande y volver a aprovechar la dichosa fórmula de Einstein), que esta no genera los inconvenientes de la otra, que esta es buena, que cada vez se producen más avances en su investigación y que resolverá el problema energético para siempre. Claaaro.
Berganza, chucho ingenuo, yo que he tenido mucho mundo, conocí una vez a una simpática perrita soviética al otro lado del telón de acero (cuando todo eso aún existía). Y no, no se llamaba Laika. Me contaba cómo su dueño hablaba con ilusión que en 40 años esta energía maravillosa sería una realidad. 20 años después, en una de mis visitas a la pérfida Albión, otra hermosa yorkshire que, curiosamente, tenía otro dueño físico nuclear, ladraba excitada cuando en el laboratorio confirmaron que en 40 años la fusión funcionaría en la práctica. Hace pocos días, leyendo la prensa, encontré el notición: unos inteligentísimos estadounidenses (estoy investigando si tienen perra) habían conseguido obtener un rotundo éxito en un experimento de fusión nuclear que les hacía poder afirmar que en 40 años podría usarse para encender las bombillas en casa. Cuando ese día llegue, seguirán faltando, una vez más, 40 años. Siempre 40 años.
Amigo Berganza, lo verde no empieza en los Pirineos, por mucho que quieran convencernos de que la energía nuclear lo es.
Berganza: energía nuclear SÍ
Cipión, cánido amigo, estas temperaturas están afectando a tu cerebro de chucho. Y cada vez más. No porque estés mayor, que varios siglos te acompañan ya, sino porque este 2022 que termina ha sido el año más cálido en España desde que existen registros y uno de los más secos; pronto no tendremos ni charcas en las que saciar la sed.
Las temperaturas siguen subiendo, los fenómenos meteorológicos extremos cada vez son más abundantes y catastróficos, los océanos aumentan su nivel, los polos y glaciares se derriten… pero qué más da. Mientras existan aires acondicionados que nos permitan celebrar un Mundial de fútbol en pleno desierto, todo está perfecto.
A ver, Cipión, siempre que no les dé por meterse en una de esas guerras mundiales que tanto gustan a nuestros amos bípedos, el cambio climático es a día de hoy el problema principal que afecta a la civilización humana y a su existencia tal y como las conocemos desde hace varios siglos. Y la forma de revertirlo es disminuir de forma drástica las emisiones de gases de efecto invernadero.
Como dudo que la gente esté dispuesta a volver a la Edad Media, o siquiera a nuestra época cervantina, y preferirá continuar con su nivel de vida tecnológico y científico, no parece factible como solución a corto plazo reducir el consumo energético de golpe. Así que no veo más opción práctica que buscar una alternativa de producción energética a los combustibles fósiles. Ahí es donde aparecen las fuentes renovables y, sí, la energía nuclear, la de fisión con todos sus inconvenientes.
¿Por qué? Pues porque hay que ser realistas, Cipión amigo. Los humanos fagocitan energía, cada vez más, y no van a renunciar a su nivel de vida de hoy para mañana; las renovables por sí solas aún son incapaces de completar esa demanda; y la fusión nuclear, como bien sabes, aún está en pañales. Así que, por descarte, y como mal menor frente al cambio climático o volver a la Edad Media, solo nos queda la energía procedente de la fisión nuclear. O creer en cuentos de hadas, unicornios y utópicos mundos en los que ni hay guerras, ni delincuentes, ni hambre y todo es maravilloso.
¿Que la energía nuclear es peligrosa? Sí. ¿Que sus residuos son radiactivos y duraderos? También. Y nada barata. Y muchas otras cosas más. Pero es capaz de generar mucha potencia eficientemente, los recursos de uranio en el planeta son más abundantes que los combustibles fósiles y, sobre todo, no produce gases de efecto invernadero. ¡No contribuye al cambio climático!
Por supuesto que no es la panacea para los problemas energéticos de la humanidad; debe ser una solución transitoria, un complemento a las energías renovables, un tránsito hacia la fusión nuclear, un mal menor que ayude a revertir el cambio climático. Pero mientras todo eso se consigue y deje de ser necesaria, hay que usarla y ser consciente de sus riesgos: hay que invertir en mantenimiento y seguridad de las centrales nucleares, en almacenamiento seguro durante siglos de los residuos, en su acondicionamiento y tratamiento para reducirlos, eliminarlos, aprovecharlos y hacerlos menos contaminantes. Igual hasta habrá que dotar de más medios y funciones al Organismo Internacional de Energía Atómica para que vele por el uso únicamente pacífico de esas centrales.
Lo que está claro, Cipión, es que es insostenible continuar año tras año en estas tierras andaluzas que ahora nos cobijan con estas temperaturas extremas desde mayo a septiembre, con esa escasez de lluvias que seca ríos, embalses, lagos y veneros, con esas tormentas cada vez más destructivas. Que millones de personas, chuchos y otros animales tendrán que dejar sus lugares de residencia cuando sean tragados por el mar, o se conviertan en desiertos, o los huracanes y tornados continuos hagan imposible vivir allí.
¿Solución de emergencia? Usemos la energía nuclear. O bien convence a la humanidad de que no gaste electricidad, no utilice vehículos y vuelva al siglo XVIII mientras tú das de comer a tus unicornios.






















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