Tierra de Campos, campos de Castilla, por Francisco García Gascó


El pasado mes de diciembre de 2021 decidí adentrarme de nuevo en un lugar que pretendo desentrañar desde hace tiempo, pero que cada vez se me aparece con nuevos giros que convierten el acertijo en algo irresoluble. Castilla, adusta y frugal, nunca será un lugar que venda barata su alma.

Me habían hablado de un lugar central en la meseta, Tierra de Campos, que aglutinaba todo: historia, paisajes, lírica y gastronomía. Llegué y esto fue lo que encontré:

Si me quedara con una primera impresión, la Tierra de Campos se asemeja a un monocorde e inmenso páramo entre las provincias de Valladolid, Palencia, Zamora y León, aunque es en las dos primeras donde cobra naturaleza.

Establecí mi cuartel general en la Posada Real del Canal, sita en una minúscula población del extrarradio de Medina de Ríoseco: Villanueva de San Mancio. El lugar, preciosa casa con chimenea y recia madera en su armadura, albergaba en sus paredes una grata sorpresa; en ella vivía un grande del ciclismo español, Bahamontes. Poco pude departir con el Águila de Toledo, pero su sola presencia confería aura al sitio.

Hechas ya las presentaciones, vayamos a la ruta. Desde Medina de Rioseco tienes a tiro de piedra muchos lugares, pero antes de salir de ella recomiendo visitar la esplendorosa Capilla de los Benavente, ubicada en el interior de la Iglesia de Santa María de Mediavilla, y hacer un paseo en barcaza por el Canal de Castilla, una de las obras de ingeniería hidráulica más importantes realizadas entre mediados del siglo XVIII y el primer tercio del XIX en España. Recorre parte de las provincias de Burgos, Palencia y Valladolid, y fue construido para facilitar el transporte del trigo de Castilla hacia los puertos del norte y de allí a otros mercados.

Tachada de la lista Medina, tres fueron mis caminos. El primero de ellos me llevó en un solo día a Medina del Campo y a Tordesillas. En Medina del Campo tres postas: Torre y Colegiata de San Antolín, Palacio Testamentario de Isabel La Católica (verdadero lugar de la muerte de la reina) y, por supuesto, el Castillo de la Mota. En este último, no duden en contratar la visita guiada, les descubrirá una joya arquitectónica. Mi opción para comer fue El Horno de la Viña de Rueda, donde el lechazo es sencillamente sublime, la carta de vinos inmensa y la relación calidad-precio casi inigualable. Por la tarde, a Tordesillas para visitar, con el Duero acariciando nuestros pasos, el Real Monasterio de Santa Clara y el Museo del Tratado.

La segunda senda era ineludible. La N-122, en el tramo desde Valladolid a Peñafiel, es la milla de oro del vino en España. Pasaremos por referencias como Vega-Sicilia, Abadia Retuerta, Pruno, Quinta Sardonia, Protos, Emina o Pago de Carraovejas en poco más de 40 kilómetros. El Castillo de Peñafiel, barco de roca que surca el mar de vides, y la singular Plaza del Coso, junto con la Iglesia de San Pablo, lugar en el que descansan los restos del Infante Don Juan Manuel (autor del famoso libro de El Conde Lucanor), son los tres lugares emblemáticos de la localidad; pero, por Dios Santo y todos los Arcángeles, vayan a comer al Restaurante Ambivium. Es una catedral del vino y el buen yantar. Su nueva bodega de más de 7500 botellas, el exquisito trato y su refinada, a la a vez que tradicional, comida han convertido el lugar en un sancta sanctorum de los amantes de Baco. Prefiero no hablar de precios porque, en este caso, y si la billetera lo permite, será lo de menos.

Y fuimos terminando el viaje. El tercer acto fue una miscelánea de enclaves. Urueña es considerada la villa del Libro en España. Doce librerías para 200 habitantes, una muralla, calles intrincadas y mucho campo para atisbar esta tierra. Si quieren comer de manera singular, deben ir a Es Confidencial. Es la casa particular de Olga, solo tiene dos mesas, y es una experiencia única.

El Monasterio de la Santa Spina, un templo del beatus ille entre San Cebrián de Mazote y Urueña. Y por supuesto, Valladolid. Tapear por sus calles, visitar la casa de Cervantes, el Museo de Escultura y su Plaza Mayor, en este caso iluminada para las navidades por Ximénez, enunciaron mi fin de fiesta.

Tierra de Campos. Castilla  en estado puro, llanura de llanuras y mucho que descubrir.

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