Cipión y Berganza: carnívoro o vegetariano

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y la Camachas, y da nombre a nuestra asociación. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, iremos tratando temas de interés para nuestra sociedad. En esta ocasión, ladrando sobre lo carnívoro y lo vegetariano.

Cipión: carnívoro
Berganza, cánido amigo, esa vena vegetariana tuya me recuerda a Simba, el rey león, comiendo bichos y verduras junto a Timón y Pumba. Valiente felino aquel y valiente perro tú. ¿Dónde se ha visto un chucho que prefiera antes un tomate que una chuleta?
No voy a llevar el debate del vegetarianismo a animales de nuestra especie, que me parece irrisorio de tan ridículo. Lo voy a centrar, eso sí, en nuestros bípedos compañeros humanos. Al contrario que nosotros, perros, del orden de los carnívoros, el homo sapiens ha sido desde hace miles de años una especie omnívora. Y esa dieta variada es la que ha permitido su evolución. Es más, la inclusión de la carne en la dieta de los antepasados humanos fue en buena parte necesaria para el mayor desarrollo cerebral que tuvieron hasta llegar a las personas de hoy en día.
A ver, Berganza, no te confundas ni intentes tergiversar mis palabras. Estoy en desacuerdo con el vegetarianismo, creo que es algo artificial, una moda, y, por tanto, es perjudicial para el organismo. Los seres humanos, desde hace miles de años, son omnívoros, como ya te he comentado antes, y su naturaleza y genética se beneficia de dietas variadas que incluyan todo tipo de alimentos, sin excluir la carne.
Muchos detractores de las carnes y de otros productos de origen animal basan sus críticas en la industrialización de su producción, en la contaminación que produce y en su escasa calidad. No deja de ser una verdad sesgada, a medias. Se desforestan bosques y selvas, se degradan suelos y contaminan acuíferos con agresivos fertilizantes químicos, se reduce la biodiversidad de los ecosistemas, se modifican genéticamente plantas, se esquilman las reservas de agua para los regadíos. Todo por conseguir más producción por hectárea de cultivos que comería sin remordimiento cualquier vegetariano.
¿Qué diferencia hay? ¿Te has parado a pensar que igual el problema no es la carne y puede que lo sea la producción intensiva de alimentos, del tipo que sean, que buscan solo el beneficio económico y no tienen en cuenta la sostenibilidad y la calidad?
No me convencen, pues, esos planteamientos que defienden la dieta vegetariana por ser más ecológica. No son ciertos. Como tampoco lo es que aporte más beneficios a la salud. La dieta más sana para los humanos es la más variada y equilibrada, la que les aporta todos los tipos de nutrientes que su organismo necesita en las cantidades adecuadas.
Existe también otro argumento que defienden los críticos de lo carnívoro: el sufrimiento de los animales. Y aquí, de nuevo, amigo Berganza, te insisto en no contar medias verdades. No sé si eres uno de esos millones de espectadores que dicen ver los documentales de la 2 o si, por el contrario, los ves de verdad. Si alguna vez la pantalla de tu televisor te ha transportado al Serengueti o al río Mara, habrás comprobado que en la naturaleza, esa que defiendes a través del vegetarianismo, los animales se comen unos a otros, y que los ñúes caen como chinches en las fauces de los leones o los cocodrilos. Y no parece que lo pasen bien. Tiene pinta que sufren. Forma parte del ciclo vital y de la evolución de las especies. No olvides, Berganza, que los humanos son animales, y que su dieta desde hace milenios incluye y necesita carne. Y que para comer carne, hay que matar animales. Negar esto es de un buenismo urbanita del siglo XXI casi enternecedor por estúpido. Muy de Disney, al nivel de hacer comer hierbajos a Simba.
Eso sí, antes de que me vengas con tus achaques mojigatos, comer carne no es excusa para quitar la dignidad a esos animales, ni en la vida ni en la muerte, al contrario de lo que hace esa industria alimentaria intensiva de la que te hablaba antes.
En definitiva, perro amigo Berganza, en la variedad está el gusto. Y los humanos tienen la suerte de necesitar alimentos variados para nutrirse y para disfrutarlos.
Berganza: vegetariano
La alimentación es la clave para una buena salud, amigo Cipión. Cada vez son más las personas que optan por un determinado tipo de alimentación como, por ejemplo, la vegetariana.
Pues bien, la dieta vegetariana no es algo nuevo: existe desde los orígenes de la Humanidad. Se dice que Pitágoras fue el primero en tomar una posición ideológica contra el consumo de carne y el sacrificio animal alegando que todos los seres vivos tienen alma.
Una dieta vegetariana se enfoca a la alimentación con verduras, frutas, alubias secas, granos, semillas y nueces. Sin existir un único tipo de dieta vegetariana, este tipo de alimentación suele entrar en uno de los siguientes grupos: (i) la dieta vegetariana estricta, que excluye todas las carnes y productos animales; (ii) la dieta lacto vegetariana, que incluye alimentos derivados de las plantas y productos lácteos; y (iii) la dieta lacto-ovo vegetariana, que incluye productos lácteos y huevos.
Te voy a ilustrar -amigo Cipión- sobre algunas de las ventajas de la dieta vegetariana tales como digestiones más ligeras; combate los problemas de obesidad y de sobrepeso; reduce el estreñimiento gracias a su riqueza en fibra y celulosa; mejora la visión; disminuye del riesgo de sufrir diabetes y cáncer de colon y mama; aumenta la cantidad de antioxidantes en el cuerpo; presión arterial más baja; reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares; aumenta la esperanza de vida; reduce la toxicidad dentro del organismo y ayuda a mantener el bienestar de las especies animales.
En este último sentido, todos recordaremos la polémica desatada a raíz de las declaraciones del ministro de Consumo del Gobierno de España -Alberto Garzón- para un periódico británico sobre la ganadería extensiva/intensiva, el uso de macro granjas y la necesidad de reducir el consumo de carne por su impacto en el medio ambiente: "(...) Encuentran un pueblo en una parte despoblada de España y ponen 4.000, o 5.000, o 10.000 cabezas de ganado. Contaminan el suelo, contaminan el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de animales maltratados". Esto no pasaría si todos tuviéramos conciencia de un mayor vegetarianismo. No es baladí que la Organización Mundial de la Salud recomiende la reducción del consumo de carne en la alimentación: es importante cortar con el abuso de carnes rojas y procesadas.
Sí es cierto -amigo Cipión- que este tipo de yantar también presenta algún inconveniente, sobre todo a la hora de seguir una alimentación equilibrada. Ser vegetariano puede provocar carencia de vitamina D, muy importante para la absorción del calcio; déficit de vitamina B12, imprescindible para el desarrollo neuronal; salud ósea debilitada por falta de proteína animal; el alto contenido en fibra de la dieta vegetariana impide la absorción de otros minerales importantes para la salud en general o aumento de peso en personas que no saben controlar su ingesta de pasta, pan, queso, arroz o galletas.
En el plano gastronómico, la idea de que la única opción de un vegetariano ante la carta de un restaurante es pedir tomate y lechuga ya no se sostiene. En la actualidad, el sector hostelero se está adaptando para poder ofrecer platos vegetarianos creando secciones enteras para los amantes de esta comida. Ya hay opciones tales como la pizza vegana -que sólo cuenta con vegetales y semillas como topping-, o la hamburguesa vegana, que emplea legumbres y semillas como sustituto de la carne. Es claro -amigo Cipión- que el ser vegetariano es una tendencia de futuro que suma más beneficios de los que resta por lo que, no lo dudes y, únete.


















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