Como Sísifo, por Paco Espejo


Resuenan los tambores de guerra en el este, algo se mueve en los Urales. Creo sinceramente que esta debe de ser una de las frases más manidas y usadas a lo largo y ancho de la bibliografía histórico-bélica, sin que eso le reste ni un ápice de épico.

Y es que los rusos vuelven a tramar algo, no se sabe muy bien si hemos vuelto al siglo XX o seguimos en el XXI. Desde hace años se nos vendía la guerra como una cosa híbrida entre drones y sanciones económicas, atrás quedaban las imágenes decimonónicas de generales al frente de sus tropas buscando expandir las fronteras de su nación. O quizás no. No hace tantos años el mismo protagonista de esta historia, a quien podemos ver a lomos de un caballo por Siberia con total naturalidad, mediante unas supuestas milicias patrióticas, con un espectacular parecido a soldados del ejército ruso, se anexionó Crimea para Moscú.

Ahora se quiere cobrar un segundo asalto, no se sabe muy bien si en forma de un trozo nuevo de esta Ucrania a repartir, a imagen de la Polonia del XVIII, o si simplemente quiere recobrar un respeto y lugar preeminente que su país perdió allá por el 89.

Es al ver estas imágenes de los rusos y los americanos discutiendo entre sí cómo va a quedar el nuevo orden mundial que me nace una repentina simpatía por los ucranianos. Parece ese pobre chico desvalido al que el abusón hace bullying y ahora sale a defenderlo otro que ha ejercido también de matón en multitud de ocasiones. ¿Dónde quedamos nosotros? ¿Qué papel juegan los “pobres europeos” en esta danza macabra que decide sobre la vida y el futuro de un país de este viejo continente?

Porque en este teatro de operaciones en el que aún se habla de anexiones e invasiones, las viejas potencias europeas cada vez tienen menos peso y aparecen más desunidas. ¿Dónde queda la posición de contar con una única voz que hable por los veintisiete? ¿Por qué se vuelve a ver un protagonismo excesivo de alemanes y franceses? ¿Qué es la OTAN en el siglo XXI? Estas y más preguntas son propias para tratarse en otro tipo de artículos y, sobre todo, por otro tipo de persona. La única luz que yo puedo arrojar sobre este turbulento presente es que no creo que debamos dar por enterrados los viejos usos de la guerra y grandes potencias, dado que el presente tiene unos bastante marcados tintes de pasado. Quizás ahora Sísifo se compadezca de nosotros.

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