Dicen que 20 años no es nada. Bueno, pues no será nada, pero en 20 años da tiempo para que te pasen muchas cosas y algunas incluso buenas.
Conmemorando las dos décadas que cumple nuestra asociación animalista “El coloquio de los perros”, quisiera hablar del que para mí fue el mejor videojuego de 2001, año en que se creó nuestro insigne colectivo. Perdón por la broma, he dicho animalista y es una asociación cultural, pero como diría el Experto Simón “una o dos personas” nos han contactado para asuntos cánidos y ya nos lo tomamos a chanza recurrente.
Para poneros en contexto decir que el 2001 fue un año lleno de títulos de primer nivel. Entre ellos, a destacar Commando 2 men of courage, Diablo II, Empire Earth, GTA III, Mario Kart Super Circuit, Return to Castle Wolfenstein, Serius Sam, Silent Hill, Star Wars Roque Squadron II… Todos estos videojuegos se han ganado por derecho propio estar en la lista de honor de los 100 mejores de la historia, pero yo quiero destacar uno que para mí fue el gran descubrimiento de aquel prolífico año, y no es otro que Max Payne.
Max Payne era un juego de disparos en tercera persona que estaba hecho como si de cómic se tratara y nos contaba con viñetas toda la historia de nuestro personaje sobre todo durante las pantallas de carga. Comienza con la mayor tormenta de nieve de la historia de Nueva York que, a modo de Filomena, paraliza y condiciona la vida de sus ciudadanos. Esta premisa sirve para dar más énfasis a la trágica historia del expolicía Max, que a través de flash backs y recuerdos perturbadores nos cuenta cómo perdió a su mujer y a su hija a manos de un toxicómano, lo que le conducirá a una espiral de locura y venganza. Si bien no es la historia más original del “mundo mundial” sí es del todo efectiva y consigue que empaticemos desde el primer momento con el dolor insoportable de este hombre que solo tiene como meta vital localizar quiénes distribuyen la nueva droga y no precisamente para saludar.
Cierto que la historia no aportaba nada nuevo y al final resulta una mera excusa para liarnos a tiros, pero la manera de contarla sí era una obra de arte a través de viñetas al más puro estilo del cómic. Pero donde nos dejó con la boca abierta y se convirtió en un videojuego de culto fue en sus secuencias de disparos, en las que podíamos usar el llamado Bullet Time (o tiempo bala). Algo que nunca habíamos visto en un videojuego, no se trataba de una cámara lenta, sino que podías moverte por el escenario girando la imagen 360 grados a tiempo real. Como dato curioso contar que esto se volvería muy popular a partir de una película de 1998 que marcó un antes y después y que ya habréis adivinado: Matrix.
El uso del tiempo bala hizo los clásicos tiroteos aún más satisfactorios, abriendo un amplio abanico de posibilidades de afrontar cada enfrentamiento desde diferentes puntos de vista e incluso esquivar las balas. El apartado técnico, a ojos de 2022, se ve completamente desfasado, arcaico y, posiblemente, haría sangrar los ojos de un gamer actual, pero os puedo asegurar que los que jugamos en aquel 2001 flipábamos mucho con sus gráficos y sobre todo con sus físicas.
En 2003 apareció la secuela que seguía la estela del primero, siendo del todo continuista y solo aportando nuevos tiroteos y completando la historia del desafortunado Max. En 2012 se estrenó Max Payne 3, que fue una auténtica revolución en los gráficos sin perder la esencia y mecánicas, con una historia adulta e igualmente cruda que hizo justicia y cerrando, de momento, una saga que ha atrapado a cientos de miles de jugadores. Tampoco podemos olvidarnos (por desgracia) de la película basada en el videojuego, interpretada por el impertérrito e inexpresivo Mark Wahlberg, que junto a Mila Kunis perpetraron una de las peores adaptaciones de un videojuego (que ya es decir mucho, porque tenemos bastantes en la memoria y que se merecen un especial en esta revista), que más que un homenaje fue un insulto para los fans de Max Payne.
Espero poder cumplir 20 años más en El Coloquio para seguir contando más cosas de los videojuegos. La gran pregunta es cómo estará el mundo dentro de dos décadas: ¿habrá caído ya el meteorito, sobreviviremos a un ataque nuclear, el mundo habrá sucumbido a un apocalipsis zombi, tal vez nos hayan invadido los extraterrestres o los reptilianos, se rebelarán los robots y nos esclavizarán a todos…? Ya cualquier cosa estrambótica me parece plausible y nada me sorprendería; a estas alturas solo le pido al futuro poder ir al Mercadona sin el trapo milagroso en la boca.
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