GUAUUUUUUUU!!!! por Ángel Márquez


Con la incertidumbre siempre activa en el comienzo de un escrito y en el emborronamiento de una hoja en blanco, escribo estas letras para hablar, a mi juicio, de un milagro. En estas fechas se cumplen la friolera y vieja edad de la revista “El Ladrio”, que tiene sobre las espaldas de sus hojas 20 años.

Veinte años, a quien se le ponga el prisma de mirarlos, pueden parecer muchos o pocos. Para una mariposa es un tiempo diluviano, para un mineral bien podemos decir que es un recién nacido o que está aún en proceso de gestación; para el hombre es una edad en la mayoría de los casos ideal, y para una revista, que en sus veinte años no ha ido nunca a la Seguridad Social a darse de baja, es en mi opinión un milagro.

La mayoría de las revistas altruistas, que no tienen un soporte ni fin económico y cuyo alimento principal es la cultura en todas sus ramificaciones, tiene las alas más débiles que las mariposas, y por esto su vida se reduce a muy pocos números y años; a veces, muchas de ellas, se quedan en el sueño de alcanzar un año de vida.

Hace más de veinte años, unos amiguetes y colegas a los que les picaba el gusanillo de la cultura no vieron mejor manera de rascarse que crear una revista que, como antes he mencionado, tiene como base la cultura con todos los colores, puertas y horizontes que ésta puede llevar en su cuerpo.

Como padrino de esta asociación pusieron sus ilusiones y su vista en D. Miguel, aquel señor que creó a dos personajes tan cuerdos que a todos nos volvieron locos. Este señor también pasó por Montilla, cuna de estos soñadores de hace veinte años, y como aquí escribió la novela ejemplar “El coloquio de los perros”, donde a sus dos chuchos protagonistas, Cipión y Berganza, les dio el poder de hablar y comunicarse (cosa que después de varios siglos algunos no hemos aprendido) para contarnos por escrito y por tiempo la historia y la vida de Las Camachas: Leonor Rodriguez, la Montiela y Cañizares.

Con estos preámbulos nació bajo la protección brujeríl de Las Camachas la Asociación Cultural El Coloquio de los Perros y, siguiendo los pasos de sus dos ilustres personajes, decidieron crear con la ayuda de los hechizos y conjuros de nuestras antepasadas la revista “El Ladrio”.

Es una revista plural en la que caben todos los temas, tantos como opiniones e ideas tengan los que en ella escriben. También es una revista abierta a todas las plumas, bolígrafos y lápices que quieran gastarse. Los temas, como antes dije, son libres y variopintos, donde la censura, quizás porque no sabemos escribir con maldad o doble intención, no existe.

Con la sucesión y fiabilidad de las estaciones anuales (primavera, verano, otoño e invierno), la revista (en invierno, otoño, verano y primavera) no falta a su cita tan leal y fiel como los primeros amores y son ya veinte años de vida en los que hace mucho tiempo los primeros amores desaparecieron. Por eso creo que esta revista tiene algo de milagro o brujería.

Dentro de esa libertad absoluta de temas, “El Ladrío” tiene una fijación con el tema de los viajes. Como las medidas de las vallas de los viajes no están definidas, sus artículos o escritos, como en una serie de televisión, se pueden alargar hasta un año; es decir, en cuatro capítulos que pueden ser tres, dos o uno. Todavía no se ha inventado el viaje de cero capítulos.

Otro tema o temas siempre variopintos, como homenaje a los protagonistas de la novela cervantina “El coloquio de los perros”, Cipión y Berganza, son tratados como debate de enfrentamiento entre los dos canes, pero sin confundir o asociar estos debates a los que se dan animalísticos y rabiosos en la televisión. Todo lo contrario, siempre se propone un tema donde uno dice lo blanco y el otro lo negro, donde uno dice el sí y el otro dice el no, intentando cada uno llevarse el gato al agua con ladridos convincentes y educados sin llegar nunca a los mordiscos. Es así como estos dos amigos, que también lo son nuestros, llevan conversando durante cuatro siglos y veinte años.

Creo que, si las pócimas y los conjuros de Leonor Rodríguez y sus compañeras no le faltan a esta asociación y a su “Ladrio”, tendremos perrunos y ladríos por muchos años más.

Así que después de todo lo escrito y expuesto, tengo que desnudarme diciendo que esta revista de “El Ladrio” no vale una perra gorda, ni tan siquiera una perrilla.

Felicidades y ánimo a toda la reala perruna.

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