Más bueno que el pan. Entrevista a Manuel Bellido, por Sonia Zurera


Después de una conversación de cuatro horas dividida en dos días, pude disfrutar de la mano de D. Manuel Bellido, panadero de profesión, hijo de panaderos y padre de panaderos.

Entrevistar a este montillano de pro, afincado en el Barrio de las Casas Nuevas, fue un auténtico lujo. Su mirada amable y cariñosa, su elegancia escuchando, hacían fácil preguntarle por casi cualquier cosa. Por otro lado, sus 90 años no fueron en ningún momento un obstáculo para remontarnos a los más recónditos lugares de su memoria; Manuel recordaba con emoción sus orígenes, su infancia y los primeros pasos de su profesión.

Este trabajo que me marqué como un nuevo reto se convirtió en un gusto para los sentidos, donde el olfato y el oído me transportaron continuamente a lugares de mi memoria, no sólo de la de Manuel. De su mano, recorrí la historia de su ciudad mientras íbamos desglosando las diferentes etapas por las que habían ido pasando su negocio y su vida. Y es que, sin lugar a dudas, Panadería Bellido e Hijos se ha ido convirtiendo y consolidando como un referente empresarial de la comarca. Los Bellido son un clan familiar y empresarial, una sociedad limitada donde Manuel es el  principal socio accionista.

Bellido es sabor, marca, buen hacer y representa el esfuerzo diario de saber madrugar dando lo mejor de sí mismos.

- Manuel, quería agradecerle, en primer lugar, compartir conmigo este espacio íntimo de su casa y la oportunidad que me brinda de conocer de su propia mano los inicios de esta empresa así como los orígenes de su familia.

- Es un honor para mí y quedo a tu disposición para lo que gustes preguntarme.

- Tengo entendido que es hijo de panaderos y padre de panaderos. Me encantaría que le contara a nuestros lectores qué hay detrás de su apellido, ¿quiénes son la familia Bellido- Mora?

- Como bien dices, Sonia, mis padres fueron panaderos, de ellos aprendimos el oficio mis hermanos y yo. Parece mentira cómo tengo aún vivo el recuerdo, como si fuera ayer, de la imagen de mi madre en la panadería de la Calle Escuelas, o bien cómo iba alguno de mis hermanos a pagar la mensualidad del local a quien era en aquel entonces nuestro arrendatario, el Conde de la Cortina, D. Francisco de Alvear. Fueron años intensos en una época de España complicada, tiempos de hambre y dificultades para muchas familias.

- ¿Qué me puede contar de aquellos años, Manuel? Pues hablamos de la ciudad de Montilla en plena posguerra española.

- Mi ciudad, un lugar principalmente vitivinícola, vivió como muchos rincones de España momentos duros, donde la prioridad de cada familia, llevar el sustento a sus casas, era a veces misión imposible. Fueron momentos de penurias y hambre pero, claro, no todo el mundo lo vivió igual.

Por otro lado, recuerdo cómo mi padre leía el periódico ABC tras comprarlo en un kiosko ubicado al final de la Calle Corredera, lo que actualmente es el local de Luisa Rasero. O bien cómo una mañana, en la que yo creo no había llegado ni a la adolescencia, mientras me acercaba a la Plaza de la Rosa, vi cómo la gente gritaba e insultaba a unas mujeres muy jóvenes rapadas y custodiadas; eran presas que vivían en la cárcel de Montilla. Me impactó mucho esa imagen, no comprendía bien esa inquina ni el verdadero alcance de esas encarcelaciones. La Guerra Civil española marcó un antes y un después en nuestra sociedad.

- Tengo conocimiento de que su esposa, Dña. Carmela Mora, era también hija de panaderos, los Mora, una empresa familiar que hoy día también sigue la tradición de sus predecesores. Y así, entre masas y fogones, saltó la chispa entre Carmeli y usted, de tal forma que a fuego lento se fue forjando un profundo amor y respeto que desembocó en una gran familia. Fruto de ella, cuatro hijos, algunos de los cuales continúan con el negocio familiar y uno de ellos, tengo entendido, es periodista.

¿Dónde construyeron su hogar y cuándo y cómo surge la panadería del Barrio de las Casas Nuevas, que es donde nos encontramos ahora mismo?

- Efectivamente, Sonia, Carmeli Mora era mi señora y fue alrededor de 1960 cuando compramos el solar de la calle Conde de la Cortina y decidimos construir lo que ha sido durante las últimas décadas nuestra casa y nuestro negocio. Unos 1500 metros cuadrados es el lugar donde se establece el germen de mi empresa y es, junto a mi señora, donde residen los mejores recuerdos de mi vida –Manuel, irremediablemente, se emociona al nombrar a su esposa–.

- Según me han comentado vecinos del lugar, a Carmeli se la quería mucho. Me han hablado de una mujer trabajadora, generosa, pendiente siempre de las necesidades de sus vecinos, una panadera que fiaba al que lo necesitase y, por desgracia, eran muchos los que pasaban hambre en la década de los 60. ¿Es cierto que algunos aún recuerdan también cómo ustedes tuvieron en el despacho abierto al público uno de los primeros teléfonos del Barrio? ¿Qué pasaba con ese teléfono?

- Veo, Sonia, que te has informado bien. Efectivamente, tenía un conocido en Telefónica de Córdoba y decidí contratar un teléfono, no solo para mi negocio sino también para estar comunicado con mi familia. Era un avance importante que no podía dejar pasar. Para cualquier emprendedor, estar al día de las innovaciones es fundamental. Evidentemente, era casi un lujo poder contar con un teléfono en casa. Esto permitió también que los vecinos, si querían ponerse en contacto con sus familias, vinieran a la panadería a utilizar nuestro teléfono.

- Desde que llegué a Montilla he podido disfrutar a diario del pan de Bellido, podemos elegir una gran variedad: desde la camacha, el pan de cantos o bien los enanitos, pero lo que es realmente asombroso es el tirón que tienen sus hojaldres. ¿Cuál es el secreto de este dulce?

- Vendemos gran cantidad de hojaldres y lo que realmente la gente no sabe es que no son nada fáciles de elaborar, llevan cinco capas y son bastantes laboriosos pero, sin duda, el resultado merece la pena.

Los primeros Bellido llegaron a Montilla en 1702 procedentes de Navarra, recalaron en esta ciudad para quedarse formando ya parte de la historia de un Barrio, el Barrio de las Casas Nuevas, y nos dan los buenos días cada mañana con sus panes.



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