Cipión y Berganza: 2020 vs 2021, ¿cuál será peor?

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y la Camachas, y da nombre a nuestra asociación. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, iremos tratando temas de interés para nuestra sociedad. En esta ocasión, ladrando sobre qué año será peor: 2020 o 2021

Cipión: 2020
Se nos encomienda esta vez -amigo Berganza- romper una lanza a favor del 2020 o 2021 en el sentido de qué va a ser peor. En mi humilde opinión –querido cánido- el 2020 no va a pasar desapercibido para nuestra generación por las razones que te paso a exponer más abajo tras mi breve introducción. Si bien es cierto que yo ya parto con ventaja en tanto en cuanto mi año 2020 ya ha transcurrido, no es menos cierto que tu año 2021 va camino de llevarse también el premio gordo y es que, entre tanto temporal, nuevas olas de contagios, más confinamientos y otras “gamberradas” de la madre naturaleza, ya únicamente nos faltaría ver una foto de un marciano a través de la cámara de la nave espacial Perseverance.
Pues bien, como te digo amigo Berganza, el 2020 se lleva la palma. Y es así básicamente por un bicho llamado Covid-19 que al parecer ha venido para quedarse y que ha puesto a todo el mundo -literalmente hablando- a sus pies. Esta pandemia llegó formalmente con su declaración como tal por la OMS el pasado 11 de marzo de 2020, preocupada por los alarmantes niveles de propagación, por su gravedad, e inacción por parte de los gobiernos mundiales. Ya en España, este hecho propició tres días más tarde lo que luego derivó en la palabra del año 2020 para la RAE, “confinamiento”, cambiando de forma muy radical nuestra manera de vivir.
La Covid-19 ha causado estragos a una escala tal que pasará a los anales de la historia como una de las pandemias más influyentes en la población mundial. Sin entrar en la triste historia del número de fallecidos y afectados de cualquier tipo y consecuentes dramas familiares que ha causado a nivel social y laboral -hechos que merecerían varios capítulos aparte- me voy a centrar en asuntos más livianos del coronavirus enfrentándome al bicho con un poco de ironía pero que también hay que darle la importancia que se merece.
La Covid-19 nos hizo en 2020 más viciosos; esto es, un estudio elaborado por varias universidades españolas en colaboración con el Ministerio de Universidades ha analizado el impacto de la pandemia en la salud mental y los hábitos y conductas de los españoles, concluyendo que durante el confinamiento hubo un aumento del consumo medio de tabaco, al igual que del consumo de alcohol y psicofármacos, de las apuestas online, los videojuegos y el uso de redes sociales. También aumentó la ingesta de alimentos de alto contenido calórico y del tiempo de consumo de televisión. A sensu contrario y, a pesar de la cantidad de gente que salió a la calle presuntamente bajo el pretexto de hacer ejercicio cuando nuestro gobierno decidió suavizar el confinamiento decretado en marzo, un 46% de la muestra ha indicado que durante el confinamiento practicó "mucho menos" ejercicio físico. Además, desde el 2020 se ha impuesto y generalizado el uso de mascarilla y guantes para entrar en contacto con otras personas y nunca a menos de una distancia mínima de seguridad. Reuniones sociales con familiares o allegados y todo tipo de celebraciones quedaron vetadas o bastante limitadas en el 2020 y qué decir tiene de cuando se iba al supermercado: se hacía la compra desconfiando de la persona que teníamos al lado, intentando agarrar todo lo que se pudiera como si no hubiera un mañana. ¿Quién me iba a decir a mí que estaría peleando por los últimos rollos de papel higiénico?
En otro orden de cosas, el teletrabajo llegó de la noche a la mañana sin que empresas ni trabajadores estuvieran preparados. Esto menoscabó la salud de los trabajadores por varios factores (que ya debatimos en anteriores Cipión y Berganza), tales como teletrabajar es lo primero que hacemos al despertarnos y lo último al acostarnos, o la cantidad de horas de más que no han sido remuneradas.
El 2020 -querido Berganza- nos creó todo tipo de conductas que nos han impactado de manera adversa en nuestra salud y entorno social, las cuales tardaremos algún tiempo en curar o acostumbrarnos a ellas.
Berganza: 2021
Cipión, pide que se lleven ya este mísero año 2021. Menuda decepción. No he visto gatillazo más grande desde  aquella declaración de independencia de Cataluña que duró menos de un minuto. Espera, ¿o aquello fue eyaculación precoz? Bueno, da igual, a lo que vamos, el 2021 se tenía que haber devuelto antes del mes de prueba porque todas las ganas con las que lo cogimos pronto quedaron en papel mojado.
Deambulamos por el desierto del otoño del 2020 clamando el cambio en el almanaque como si esta pandemia remitiera con las doce uvas de la Nochevieja. Nada más lejos de la realidad. La humanidad, amigo Cipión, parece que tiene alguna que otra cuenta pendiente de pago y de un tiempo a esta parte se las están haciendo pagar del tirón.
El 2021, como si de un muestrario de depilaciones se tratara, nos presenta las cepas brasileña, británica, sudafricana… tantas qué ríete tú de la Wuham. Vamos camino del cuento de nunca acabar, con la de cosas bonitas que nos estamos perdiendo en estos últimos meses de distanciamiento social y familiar –humano, al fin y al cabo— y de sufrido retiro a una vida monacal intramuros.
Sé que el año 2020, Cipión, pasará a la historia como una hecatombe. Pero no corras tanto e incluye en tu idea de punto de inflexión histórico también a este 2021. Nos estamos acostumbrado a repetir muchas veces eso de “esto no pasaba así desde hace muchos años”. Mira los terremotos de Granada y su vega o la manta blanca de nieve que dejó Filomena en la España central. Episodios desconocidos por esos lares, que no se recuerdan desde hace bastantes generaciones.
¿Y qué me dices del asalto al Capitolio? Tampoco nunca visto. Y lo peor de todo, que esa violencia se alimentara desde el mismísimo gobierno con un discurso antisistema. Y me refiero a Trump, no a Podemos, Iglesias y Echenique con su particular “apreteu, apreteu” a las hordas raperas. Curiosos estos demócratas que sólo defienden la libertad de expresión cuando los criticados son otros.
Ya ves, colega perraco, para lo que está dando de sí este año. Malas pulgas se lo lleven cuanto antes. Porque aquí, este insolente 2021, ya ni el carnaval ha respetado y eso sí que es histórico, e histérico: un año sin coplas. Cipión, poco más nos queda que ponernos al solecito y esperar a que pasen estos meses cuanto antes.
Porque lo único que le hace falta a este año es que Pablo Motos vea cómo la audiencia prefiere a una hipotética sustituta como presentadora de las hormigas o que Bertín Osborne anuncie que se corta la coleta tras su divorcio. Pero, por Dios, ¿es que nadie va a parar este 2021? ¿Qué será lo siguiente? ¿Multar al Perseverance por aterrizar en zona azul en el planeta rojo?









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