Público y notorio, por Miguel Cruz Gálvez


Es un indiscutible rasgo del ser humano el querer dejar constancia de su existencia y ha sido así a lo largo de toda la historia de nuestra especie.
No obstante, desde no hace demasiado tiempo, vivimos una era en la que una gran parte de nosotros se siente en la constante necesidad y, diría yo que, casi en el ansia de destacar y de hacerse notar más que del simple levantar acta que ya hacían nuestros ancestros.
En todos y cada uno de los escaparates que hoy se ponen a nuestro servicio y en muchas de las causas que hoy día nos mueven, encontramos a cientos de semejantes dispuestos a sacar pecho, lucir palmito o apuntarse un tanto moral o intelectual.
Las buenas intenciones en demasiadas ocasiones se ven enturbiadas por el polvo de los egos, las formas y las poses. Y en cada acción que ejecutamos, buscamos que haya una cámara a la que mirar y un público al que dirigirnos.
En los tiempos que corren, no basta con lo consabido sino que en cada foto, en cada nuevo evento, tenemos que rizar el rizo porque en menos de lo que canta un gallo, todo queda obsoleto y desprestigiado.
Me declaro fan de la estética, del progreso, de lo bien hecho y de las causas que dinamizan el mundo, pero a la vez lamento la pérdida de la modestia, de la discreción y el buen gusto, del saber ser y hacer sin tener que parecer ni llamar la atención.
Me lamento y a la vez sufro al constatar que finalmente nos han llevado al huerto, la tentación del brillo y la purpurina ha vencido al mirar hacia dentro, de la mano de los que vinieron por el lucro, vendiendo minutos de falsa gloria que nos roban nuestros auténticos buenos momentos. 
Nos chutamos con esa euforia y, en esa anestesia y yonquis de la mala vida, estamos perdiendo el rumbo y el tiempo.
Dame tweets y fotos y llámame tonto…y de esta forma, enredados en el egocentrismo y el cortoplacismo, hemos puesto al “Yo” por delante del “Nosotros”, al “click” por delante del proyecto a largo plazo, hemos perdido la mesura y abandonado el tiento a la hora de tratar al otro y construir un mundo nuevo…
Entre la tristeza y la ira te reconozco que no es ahí donde esperaba estar ni encontrarte, seguramente no es ahí donde queríamos llegar y quedarnos, no estaba en los planes…
Aún así, con todo esto, todavía no es tarde, paciente aguarda el momento, la vida (con mayúsculas) siempre espera y el valor de las cosas como es de ley caerá por su propio peso.
Despertaremos porque aún hay quien mantiene la cordura, aún hay bocas que claman por lo auténtico, por llamar a cada cosa por su nombre y sean como deben serlo.
Y creo que eso lo veremos, aunque seguramente lleve tiempo, conseguiremos hacernos entender, quizás haciéndolo con otro procedimiento, levantando menos la voz y dando mucho más ejemplo.
Probablemente lo que voy a decir no es más bello que el silencio, pero sí lo voy a decir porque si no lo digo reviento: “lo que haces es público y notorio pero a la mayoría le importa un pimiento”.

Comentarios

Mar y quina ha dicho que…
Magnífica reflexión, estoy contigo, y creo sobre todo que llega el momento de que nos hacemos conscientes de que no es el camino y así, comienza el cambio, siendo el principio del fin .