De superhéroes, por Leonor Rodríguez "La Camacha"


Que la industria de los superhéroes de ficción está viviendo sus mejores momentos no es ningún secreto. Ante la sequía de buenas propuestas y el temor de los inversores cinematográficos de no querer arriesgar e ir a lo seguro, Hollywood lleva ya varios años plasmando en celuloide a los superhéroes de cómics. No hay duda de que son un pelotazo taquillero: según datos del Ministerio de Cultura y Deporte, a 22 de agosto de 2019, “Vengadores: Endgame” y “Spiderman: lejos de casa” llevan recaudados en los cines españoles un total de 29,2 y 13,3 millones de euros, respectivamente. Veneramos a un mapache por guardar la galaxia, o alucinamos con la lucha entre Batman y Superman por recoger el testigo de la justicia universal y protección de la humanidad.
Ante todo esto, bien se podría pensar que sufrimos una crisis de valores y que tenemos que recurrir a unos superhéroes nacidos sobre el papel para identificarnos y proyectar nuestro ente hacia las características que nos gustaría poseer como personas.
Nos convendría parar por un momento, reflexionar y quitarnos la venda para poder ver lo que está ocurriendo a nuestro alrededor: los verdaderos héroes no son de ficción ni de acero sino de carne y hueso -como tú y como yo- y los tenemos delante realizando hazañas de verdad, aunque a menudo pasen inadvertidos y sin reconocimiento. Aquí van unos cuantos ejemplos. Por desgracia y como viene siendo ya “la canción del verano”, España arde (dicho literalmente); sin entrar a valorar el asco que da saber que estos incendios son provocados en su gran mayoría o fruto de nuestra negligencia, hay personas (héroes, mejor dicho) que, en lugar de estar sentados en una oficina deciden, manguera en mano, arriesgar su vida por salvar la nuestra y nuestros bosques y bienes de la voracidad de las llamas. Otro ejemplo deviene por el espectáculo esperpéntico que Europa está dando estos días por la enésima crisis de los migrantes que dejan su suerte al Mediterráneo, esperanzados en conseguir una vida mejor lejos de sus familias y hogar. Ante la inacción dolosa de la clase política europea, hay un colectivo que, desafiando las injustas leyes, decide levar anclas y navegar en salvaguarda de estos migrantes que andan a la deriva y están a punto de morir. Nos referimos a las personas (héroes, mejor dicho) integrantes de barcos como el Open Arms. Este caso es mucho más llamativo, ya que su conducta es percibida como criminal por la “astuta” clase política quien, en lugar de intentar poner solución a un problema real, decide poner trabas a estos héroes denostados que arriesgan sus vidas y patrimonio sin esperar nada material a cambio aún a riesgo de incurrir en conducta ilícita.
Algunos de los valores identificados en estos héroes anónimos son: vocación, servicio, deber, protección, humanidad, esperanza por un mundo mejor, interposición del interés general y ajeno al particular, valentía, bondad, gratitud, etc. de una lista que no tiene fin.
Cada vez que vayas al cine a ver una peli de superhéroes o abras un cómic, ¡recuerda! La realidad siempre supera a la ficción.

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