Cipión y Berganza: DC Cómics o Marvel

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y la Camachas, y da nombre a nuestra asociación. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, iremos tratando temas de interés para nuestra sociedad. En esta ocasión, ladrando sobre la participación de las administraciones públicas en el mantenimiento y preservación del patrimonio protegido de propiedad privada.

Cipión: DC Cómics
Querido Berganza, ¿no habrás olvidado vitaminarte y supermineralizarte?
Tú que ya peinas canas seguro que recuerdas esa frase y a quien la decía. Nada más y nada menos que el mítico Súper Ratón, ese divertido personaje de dibujos animados que veíamos en televisión en nuestra niñez, al igual que otros millones de cachorros de nuestra generación, de la de nuestros padres y casi la de nuestros abuelos, pues el minúsculo superhéroe fue creado allá por 1940. Y, agárrate el rabo, que se te cae, como una copia infantil de Superman. Sí, el kriptoniano Kal-El que se escondía tras el rostro terrestre de Clark Kent, creado por Jerry Siegel y Joe Shuster y publicado en 1938 por DC Cómics.
El cómic nos ha dejado décadas de superhéroes, pero el primero que llegó al gran público con un éxito enorme y un sinfín de imitaciones fue Superman; quien abrió el camino a todos los que vinieron después y forma ya parte de la cultura popular, conocido por los aficionados a este género y por quienes no lo son. Poco después, en 1939, aparecía Batman, el justiciero de Gotham. Sin lugar a dudas, los dos superhéroes por antonomasia, los más conocidos.
Solo por este hecho, DC merece ya estar en la cima del Olimpo del cómic y mirar desde arriba a Marvel o a cualquier otra editorial. Pero es que hay más motivos.
Detective Cómics, que así empezó llamándose, es anterior a Marvel y eso se nota en los plagios de personajes: Quicksilver (1964) es una copia más joven del supersónico Flash (1940); en millonarios excéntricos que combaten el crimen con artilugios tecnológicos, más que con superpoderes, nos encontramos al ya mencionado Batman (1939) y al también famoso Iron Man (1963); también tenemos arqueros de puntería increíble y flechas extraordinarias: Green Arrow / Flecha Verde (1941) y Hawkeye / Ojo de Halcón (1964).
Por otro lado, cánido amigo, ¿qué sería de un superhéroe sin un supervillano? Y Marvel tiene muchos, varios por personaje, si me apuras, atormentados y sedientos de venganza que casi siempre son vencidos por sus némesis con alguna asumible dificultad. Adorables gatitos si los comparas con los lunáticos hambrientos de poder y destrucción de DC, empeñados en sembrar el caos y maldad sin más, porque se lo pide el cuerpo. Dementes y psicópatas, profundos y entretenidos, que triunfan más de lo habitual: Joker y Lex Luthor, los más conocidos, a los que añadir nombres como Harvey Dos Caras, Ra’s Al Ghul, Siniestro o ese Doomsday que incluso llega a matar a Superman.
Es cierto que el enorme éxito del Universo Cinematográfico Marvel ha agigantado la fama de Marvel y sus personajes, pero si existe cine de superhéroes para el gran público es gracias al Superman de Christopher Reeve y los Batman de Tim Burton y Christopher Nolan.
En general, las películas de DC se centran de forma independiente en sus superhéroes, los exploran más profundamente, sin universo compartido, de manera más seria, realista y oscura, sin ese tufillo Disney que nos dejan los filmes de Marvel.
Y en cuanto a las series de televisión, no hay color. Desde las primeras apariciones en la pequeña pantalla de Superman en los 50 y Batman en los 60, con el no bien ponderado Adam West, siguiendo con Shazam o Wonder Woman en los 70, o las aventuras del joven Superman de los 80, 90 y primeros 2000 en Superboy, Lois y Clark y Smalville, llegamos a la explosión actual de títulos como Arrow, The Flash, Gotham, Supergirl, DC’s Legends of Tomorrow, Black Lightning, Titans, Krypton, Doom Patrol, Metrópolis, Stargirl o Batwoman. Casi nada, Berganza. Una prueba de que DC no se ha apoltronado en su fama inicial y en la de sus dos personajes principales y sigue innovando y buscando historias diferentes y más profundas, al estilo de lo que hicieron en el papel y la viñeta con autores como Frank Miller y Allan Moore y sus extraordinarias novelas gráficas, colecciones y series limitadas.
Quédate con tus Vengadores, Berganza, que yo prefiero mis héroes de DC, por separado, sin Liga de la Justicia; profundos, oscuros, contradictoriamente humanos, derrotados para levantarse, genuinos y originales. Como dijo Bruce Wayne / Batman: “¿Por qué nos caemos? Para que podamos aprender a recuperarnos“.
Berganza: Marvel
¿A quién quieres más a mamá o a papá? Amigo Cipión, al igual que estas dos editoriales creo que podemos entendernos y llevarnos bien sin pegarnos más bocados de los necesarios; ahora bien, que si tú te vas a poner pejigueras con quién llegó primero o que si los Vengadores son una copia de la Liga de la Justicia, me obligas a dejarte clarinete por qué Marvel es mejor opción. Empezando por un editor de relumbrón, Stan Lee (¿cuántos editores de DC conoce el gran público, querido cipión?).
Lee asentó una apuesta editorial por los cómics de superhérores capaz de superar la crisis en la que se sumió tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los gustos del público demandaban otro tipo de temáticas, favoreciendo la implantación en Estados Unidos (y a la postre en todo el mundo) de un modelo narrativo propio, en el que el desarrollo de los personajes sería un pilar fundamental de la historia. Personajes que acabarían formando parte del acervo popular: el Capitán América, los Cuatro Fantásticos, Hulk, Spiderman, Ironman, Thor, Doctor Extraño, Antman, la Avispa, Daredevil, Nick Fury, y grupos como los Vengadores y X-Men.
Lee era un maestro hilvanando historias, pero también supo rodearse de grandes artistas del guión y los lápices; autores como Jack Kirby, Steve Ditko, Dick Ayers, Chris Claremont o John Byrne, que encumbraron algunas de las páginas de la editorial al cielo de los cómics.
Cierto es que en todos estos años de historia Marvel ha sufrido todo tipo de tribulaciones empresariales, y lo que empezó en 1939 con la forma de una pequeña editorial pulp llamada Timely Publications acabaría convirtiéndose, con el tiempo, en un gran emporio que diversificaría su apuesta hacia otros sectores algo más alejados del papel tintado, pero sutilmente relacionados para poder maximizar el negocio y el beneficio. La adquisición de otras empresas como el estudio de animación DePatie-Freleng, que permitiría a Marvel lanzarse a la producción de historias en movimiento, y que destacaría por el éxito de series como G.I. Joe o los Transformers; empresas jugueteras como Toy Biz, o la relacionada con las pegatinas y coleccionables Panini.
Esta diversificación empresarial no impediría que Marvel pasase por diferentes momentos de crisis creativa (la marcha de la mayoría de sus autores a Image Cómics) y de ventas (a finales de los 70 y los 90, llegando a acariciar con los dedos la bancarrota). Tocar fondo permite disponer de un punto de apoyo para impulsarse hacia arriba de nuevo, y reseteos como el que Joe Quesada le dieron a la empresa a primeros de los 2000 han conseguido alzar a la editorial a las alturas. Y sí, querido Cipión, Marvel puede hoy día mirar de reojo a DC Cómics a través del espejo retrovisor; y, si bien es innegable que a lo largo de su historia Marvel se ha inspirado en algunas historias y personajes de DC, ahora son los cómics del Detective quienes aspiran a emular los logros marvelianos.
No se puede ocultar que el peso de la compra de Marvel por Disney, a cambio de 4240 millones de dólares, y la popularidad del universo cinematográfico elaborado a raíz de las adaptaciones de las historias de los principales personajes de la editorial, han repercutido muy favorablemente en la empresa, y consecuentemente en el desarrollo de sus historias en papel, asegurándonos relatos increíbles por muchos años. Pero yo no he venido aquí a hablarte de cine (y mira que podría hacerte mucho daño en cuanto al tema de las adaptaciones peliculeras de DC), hablo de cómics, y hablo de Marvel.
¿Mamá o papá?, ¿DC o Marvel?, ¿tanto monta?; y aun así, no me negarás que Marvel es Marvel por sus personajes icónicos, por la equilibrada mezcla de realidad interior e imaginación exterior en el tratamiento de sus historias (personajes con superpoderes que tienen problemas muy humanos), o por detalles como el que supusieron la libertad de las sagas Ultimate para librarse del corsé del pasado como un ejemplo paradigmático de una editorial que mira al futuro reaprovechando constantemente su propio pasado.
Y porque Marvel significa MARAVILLA.


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