Regionalismo andaluz, por Javier Ruz Cerezo

Actuación local, repercusión global: hora de reivindicar “en andaluz” 

Las elecciones al Parlamento de Andalucía de 2018 se celebraron el pasado domingo 2 de diciembre, momento en el que se eligieron los 109 diputados de la XI legislatura del parlamento regional. Presentaron un adelanto electoral “técnico” de apenas cuatro meses sobre el calendario por defecto marcado por la legislatura que terminaba, constituida el 16 de abril de 2015. Según el PSOE -anterior gobierno andaluz-, la causante fue la decisión por parte de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía el pasado septiembre de dar por terminado el acuerdo de gobierno con ellos, anunciando su rechazo a apoyar los presupuestos de 2019.
Con una población total de 8.379.248 -según datos oficiales del Instituto de Estadística y Cartografía a fecha de abril de 2018- Andalucía es la comunidad autónoma que más habitantes tiene, seguida de las comunidades de Cataluña y Madrid, que cuentan con 7.488.207 y 6.549.979, respectivamente. El País Vasco es la octava autonomía en número de población y cuenta con 2.171.131.
Vivimos tiempos convulsos y llenos de incertidumbre donde la tan nombrada “crisis” -que ha azotado a millones de españoles- ha derivado en una pérdida de confianza en las instituciones públicas nacionales y europeas, percibidas por el ciudadano ordinario como entes mastodónticos y herméticos más preocupados por riesgos sistémicos y datos macroeconómicos que por las desgracias del ciudadano al cual dicen servir.
Acontecimientos como el hecho de que el esperpento del independentismo catalán o las exigencias (fruto de sus amenazas previas) de los nacionalistas vascos terminen traduciéndose en que una lluvia de millones de euros de los presupuestos generales del estado parta rumbo a mejorar esas autonomías con el fin de acallar bocas, dejan al resto de españoles con una sensación agria. Esto es así, sobre todo si el “cuponazo” toca, y toca y vuelve a tocar únicamente en tales comunidades de las cuales el gobierno central -con independencia de su color- parece depender en todo momento para poder seguir agarrado al poder.
Ante esta injusticia parece que estamos perdiendo una oportunidad única para reivindicar “en andaluz”. No estoy haciendo apología de un nacionalismo o independentismo andaluz, que por otro lado sería una insensatez y un suicidio que acabaría perjudicando a Andalucía. Simplemente se trata de reclamar más para nuestra Tierra que, a su vez, tuviera una repercusión suprarregional. Esta reivindicación se podría traducir en mayor inversión, más infraestructuras, mayor presencia, representación y poder de decisión más allá del puro plano regional, fomento de nuestra cultura e identidad que nos caracteriza y distingue respecto al resto de regiones, etc.
Con una mayor población frente al resto de comunidades autónomas, a los andaluces únicamente nos bastaría con agruparnos en torno a una idea política que defendiera este mayor regionalismo andaluz, sirviendo como bisagra del gobierno central, al cual apoyaría en sus esfuerzos, no por establecer comunidades de varios niveles y velocidades (que es lo que está ocurriendo en la práctica), sino todo lo contrario: trabajar por una igualdad entre autonomías con el fin de mejorarlas para que todas juntas hagan que España sea más competitiva, fuerte y determinante frente a otros países. Se trata de aplicar la teoría del “crear valor” frente a la del “reclamar valor”, que es por lo que algunas comunidades autónomas están abogando junto con la connivencia del gobierno central, en detrimento del resto que no son consideradas como “tan interesantes” -políticamente hablado- o que carecen de medidas de presión para hacerse oír. Os animo a comenzar este camino .

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