Cipión y Berganza sobre la exhumación de la tumba de Franco

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y la Camachas, y da nombre a nuestra asociación. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, iremos tratando temas de interés para nuestra sociedad. En esta ocasión, ladrando sobre la exhumación de los restos de Franco.

Cipión: ¿exhumación?
Estimado Berganza, el Código Penal Español recoge que “el que, faltando al respeto debido a la memoria de los muertos, violare los sepulcros o sepulturas, profanare un cadáver o sus cenizas o, con ánimo de ultraje, destruyere, alterare o dañare las urnas funerarias, panteones, lápidas o nichos será castigado con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a 10 meses.”
Pues bien, entre la docena de problemas a los que la sociedad española debe hacer frente, como son la crisis catalana, el desempleo, la crisis migratoria, las pensiones, la subida de impuestos…, nuestro ejecutivo; aquel que no ha sido elegido ni votado, decide imponer un Real Decreto que viene a desenterrar a Francisco Franco después de 43 años.
Con el desacuerdo de su familia, y en un lugar de culto, nos encontramos con un presunto delito de profanación. Además podría discutirse igualmente la prevaricación y la usurpación de funciones.
Parece que es una táctica propia del Partido Socialista crear pantallas de humo para despistar al electorado; ya usada en el año 2007 con Zapatero y su ley de Memoria Histórica. Un intento más de Pedro Sánchez para emular al ex presidente que más atentó contra los valores tradicionales y morales de España y que más cedió ante los nacionalistas.
Cánido amigo, a través de Real Decreto, al no contar con los votos necesarios; pretenden, igual que con los presupuestos; puentear la democracia parlamentaria, olvidando que para su aprobación es requisito imperativo la extraordinaria y urgente necesidad.
Entre unos y otros parecen olvidar que fue nuestro propio rey emérito quien dispuso el entierro de Francisco Franco en el Valle de los Caídos con la finalidad de reconciliación entre ambos bandos.
Habría que recordar igualmente que Franco fue condecorado con la Suprema Orden Ecuestre de la Milicia de Nuestro Señor Jesucristo (o Suprema Orden de Cristo), la más alta distinción pontificia que premia especialísimos servicios prestados a la Iglesia Católica. El sepulcro del Caudillo descansa en tierra sagrada, y por tanto inviolable. Hablamos de una Basílica Pontificia, es decir, bajo la autoridad directa del Papa, que está gestionada por la Abadía Benedictina de la Santa Cruz. Por tanto no se puede entender el silencio de la Iglesia Católica, como una carta abierta de su beneplácito para la profanación. Aunque el arzobispo de Madrid, el cardenal Carlos Osoro, estaría por facilitar la exhumación acatando las leyes que se llevaran adelante, los benedictinos podrían negarse a obedecer a Osoro, en cuyo caso sería Roma la que habría de tomar la decisión.
En general, nos encontramos ante el impulso de un partido político por sumar apoyos de la extrema izquierda española ondeando la bandera obsoleta de las dos españas. Que busca vanagloriarse, con titulares a modo de pastilla efervescente y encumbrando al señor Pedro Sánchez, como mera justificación de una moción de censura. Todo ello evidencia un gobierno sin recursos parlamentarios ni mayorías simples, ansiando estar en la cresta de la ola, ante un posible adelanto electoral obteniendo los réditos en votos, de la machada inverosímil de la profanación de una tumba. Las minorías no electas removiendo la ciénaga de una guerra ya pasada, como cortina de humo de los problemas de hoy.
Berganza: ¡exhumación!
Fue el 20 de noviembre de 1975 cuando Carlos Arias Navarro anunciaba la muerte del caudillo con el conocido “Españoles, Franco ha muerto”. Ahora, 43 años después; se pretende la exhumación de sus restos del Valle de los Caídos. En el año 2007 se aprobó la Ley de Memoria Histórica y se empezaron a hacer los sondeos para ver “qué se hacía con Franco”. Pero no ha sido hasta el controvertido mandato de Pedro Sánchez cuando se ha sacado a la palestra de nuevo, frente a la negativa de la oposición que entiende que existen otras prioridades; y por supuesto de la familia; a la que objetivamente le ha caído un problemón logístico bastante importante, qué hacen con este señor muy querido a la par que muy odiado.
Querido Cipión, sin duda la Guerra Civil fue uno de los peores pasajes de la historia para nuestro país, y es labor de todos reconciliar y convivir. Partiendo de la premisa de que de ambos frentes murieron, tanto rojos como franquistas; no se puede permitir la existencia de un monumento que sea estandarte y honor de la dictadura y sus represalias. Igualmente, no olvidemos que el Valle de los Caídos es propiedad de Patrimonio Nacional, por lo que serían los propios poderes públicos los que exaltarían el franquismo.
La ONU ya emitió un informe en 2014 donde se vinculaba la presencia de Franco en el Valle de los Caídos con la exaltación del franquismo. Además de que el Consejo de Europa ya nos dio un tirón de orejas, incluyendo a España en el listado de gobiernos que no establecen "la verdad sobre las personas desaparecidas”, lista que incluye a Armenia, Azerbaiyán, Chipre, Georgia, Irlanda del Norte, Rusia, Turquía, Ucrania y los Balcanes occidentales. Estamos, por tanto, obviando un problema que queda lejos de estar zanjado; por mucho que pase el tiempo, no se cicatrizará solo.
Amigo Cipión, el Valle de los Caídos debe consagrarse como un lugar destinado a honrar y rehabilitar la memoria de todos los fallecidos en la Guerra y la represión política posterior. La presencia en el recinto de los restos mortales de Francisco Franco dificulta el cumplimiento efectivo del mandato legal de no exaltación del franquismo y el propósito de rendir homenaje a todas las víctimas de la contienda. Por tanto la finalidad de la exhumación no es otra que en el Valle de los Caídos solo haya restos mortales de los caídos en la contienda, y en consecuencia, habilitar la exhumación de los restos morales de personas no fallecidas durante la Guerra Civil española, convirtiendo de manera expresa el Valle de los Caídos en lugar de conmemoración, recuerdo y homenaje igualitario de las víctimas.
Para aquellos que se escudan en que es un ataque, en que lo que se pretende es un resarcimiento de los daños producidos a los rojos; hay que tener presente que no se va a exhumar a José Antonio Primo de Rivera; que sí murió durante la contienda.
Y para aquellos que tienen remordimientos de conciencia bíblicos en relación con la profanación, deben tomar en consideración que la iglesia no se ha opuesto, acatará la decisión final cuando esta sea firme.
Debemos aprender de otros estados de la Unión Europea y de sus procesos de reconciliación. Si, fue un episodio duro pero somos capaces de pasar página y para ello, en la humilde opinión de este perro, es necesaria la exhumación. Lo que es inconcebible es que el dictador esté enterrado con sus víctimas.
En conclusión, la exhumación del dictador no debe verse como una ofrenda o como la continuación de una contienda; al contrario; debe verse como la reconciliación y la justicia necesaria. Un paso que, junto con el tiempo, acabará por sanar la herida.

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