¡VAR!, por Berganza

El Coloquio de los perros es la Novela Ejemplar cervantina en la que aparecen Montilla y las Camachas. Sus protagonistas, dos canes, Cipión y Berganza, también pretenden serlo de nuestra revista. En cada número, a través de sus reflexiones y posturas en páginas centrales, uno a favor y otro en contra, iremos tratando temas de interés para nuestra sociedad.

¡Ay, Cipión… que no te quieres dar cuenta de que el mundo gira! Eres un can antiguo que vive pensando en que cualquier tiempo pasado fue mejor y no disfruta de las maravillas que hay delante de su hocico.
La evolución es intrínseca al ser humano, a todo lo que pone en marcha, y eso se nota en todos los aspectos de su vida. El fútbol no es diferente. Ese deporte tiene los fundamentos en aquel juego que unificaron los ingleses allá por el siglo XIX pero las reglas han cambiado con el paso de los años. Me atrevo a decir que de las reglas iniciales del balompié solo quedan: dos equipos que quieren meter un balón en las porterías contrarias con cualquier parte del cuerpo salvo las extremidades superiores. El resto ha ido evolucionando y puliéndose inexorablemente año tras año.
Pero tú, claro, eres un nostálgico que siempre jugabas de chupagoles, que devolvías la pelota una y otra vez al portero para perder tiempo y que fingías penalti cada vez que podías. Tienes morriña del supuesto juego de caballeros que se hacía antaño frente a los maniquíes de mírame y no me toques de ahora. Pues bien, el VAR (video assistant referee) o videoarbitraje es un sistema cuyo objetivo es evitar errores humanos que condicionen el resultado. Para que lo veas claro, cuatro ojos ven más que dos y son en aquellas jugadas dudosas donde hay que observar con mayor detenimiento qué es lo que pasa. Poner el VAR a funcionar es prácticamente eliminar el fuera de juego injusto en los lances del partido y olvidarnos de un plumazo de si el balón ha traspasado la línea de gol, por poner algún ejemplos.
¿Y que conseguimos con ello? Pues está claro, que se esclarezcan las jugadas dudosas, con lo que ganaremos en objetividad. El fútbol  así será más justo al menos y, por lo pronto, en el área. Ésta ya no será la tierra del más listo, la del pillo, la del que hace las cosas mal. Ahora no habrá tantos piscinazos ni fingirán tantas agresiones o se podrán poner sanciones a las que sí se hacen. A la larga, incluso podremos ver un más juego limpio al saberse observados por el árbitro.
Pero no solo estos pocos argumentos son los que tengo, tengo todo un mundial de Rusia 2018 para apoyar mis motivos. Han sido numerosos los partidos en los que se ha utilizado este sistema (en otros no porque no ha sido necesario recurrir a él) y en la práctica totalidad se han tomado decisiones correctas ante las acciones revisadas. Otra vez para que lo entiendas Cipión, no en todos los partidos se detiene el partido para decidir ante una pantalla una acción del encuentro, solo se hace cuando en una jugada crucial los árbitros entienden que debe ser revisada. Evidentemente es una herramienta más que habrá que mejorar con el tiempo y quién sabe si será relegada al banquillo cuando aparezca otra que la supere.
Una vez dicho esto, te digo que no te preocupes, amigo Cipión, seguirás discutiendo del VAR en el bar, en el trabajo, en el parque… porque los puntos de vista sobre un aspecto, la polémica en definitiva, son intrínsecos al ser humano y por ende al fútbol. Tranquilo amigo, te veré ladrando semana tras semana defendiendo a tu equipo.

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