A las chanclas (oda intrascendente), por Rafael Reyes


Hermanas pobres de la delicada sandalia,
sencillas y humildes reinan sus gomas
ya desde antaño sobre piscinas y playas,
y ahora campean, también victoriosas,
por aceras, moquetas y baldosas.

Mínimo común de cualquier zapato,
informal uniforme de gentes varias y edades,
las más delcalzas de todos los calzados,
cinco desvergonzados dedos al desnudo,
los talones libres de sostenes,
sobre el empeine apenas un tanga,
ponen su clásico compás, rumboso palmeo
de suela contra planta, a las calores del verano.

Colgadas de un caótico tenderete
o en un escaparate dispuestas con arte,
de mil marcas, formas y colores,
buenas, bonitas, baratas,
visten de pinturera gracia plazas y calles.

Lucen ya bajo el sol de junio,
para septiembre, por amor a la rutina,
pasito a pasito caminan hacia su ocaso.
Pero no por efímero su triunfo
son menor promesa de mercado.
Sobre los dictados de la veleidosa moda
el año que viene triunfan otra vez seguro
y acaso las lleven hasta Cenicienta y Mercurio.

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