Querido Berganza, imagino que, como la mayoría de detractores de los dispositivos que funcionan con iOS, criticarás de ellos su precio y su exclusividad, cuando el único problema será que eres un tieso o que estás tieso; vamos, que no quieres o no te lo puedes comprar. A partir de ahí, la envidia, que es muy mala, comienza su labor.
Seguro que no dices lo mismo de tu BMW.
Porque, a fin de cuentas, es la misma circunstancia. ¿Acaso no son más caros y exclusivos los BMW, Mercedes o Audi? Y, sin embargo, no producen rechazo por ello, admiramos a quienes los conducen y anhelamos tener uno si aún no lo encontramos aparcado en nuestro garaje.
Dice la sabiduría popular que lo barato sale caro. Y así es.
iPhone, iPad, Mac, Apple Watch… Su precio es considerablemente mayor que el de los mismos tipos de dispositivos de otras marcas y sistemas operativos; su eficacia, fiabilidad y duración, también.
Para iOS parece que el chip de la obsolescencia programada no existe. Han pasado dos, tres, cuatro años de la compra de tu iPhone o iPad y el jodido cacharro sigue funcionando igual que el primer día; no se rompe, la batería aguanta lo mismo, su velocidad no ha disminuido… ¿Qué excusa me busco para conseguir el nuevo modelo? ¡Menudo aburrimiento!
Por otro lado, si miramos los componentes y características de estos dispositivos comprobamos que, individualmente, no son superiores a los de otras marcas; en algunos casos, incluso de prestaciones inferiores. Pero hete ahí que cuando todo ese hardware y software se ensambla en torno a iOS, el funcionamiento conjunto es superior; la sincronización y el acoplamiento son óptimos.
Si en la ecuación del precio empezamos a considerar la duración, la fiabilidad y la eficacia de estos dispositivos o la ausencia de quebraderos de cabeza y enfados que nos ocasionan, quizás no parezcan ya tan caros; más bien parece una inversión bastante mejor amortizada. Como el BMW, el Mercedes o el Audi.
¡Ah, es verdad! Se me olvidaba. Que los productos que funcionan con iOS son de gente que va de exclusiva y diferente, de fardar y mirar por encima del hombro al resto de paletillos tecnológicos; no como tú con tu BMW. Que eso es diferente, que también es más seguro y eso en un coche es esencial.
Incluye aquí alguno de los emojis que puedes encontrar en el teclado de tu móvil no exclusivo para describir mi cara ante semejante afirmación: los de la cara ojiplática con cejas enarcadas o boquiabierta con las manos en los mofletes podrían valer.
¿Cuántas operaciones y comunicaciones de lo más confidenciales y comprometidas para nuestra privacidad y nuestro bolsillo realizamos al cabo del día con un móvil, una tablet o un ordenador? Y no dudamos en ponerlas en manos de dispositivos con sistemas operativos personalizables por el fabricante, que permiten instalar apps que no siempre provienen de las plataformas oficiales de descarga y que, desde el punto de vista de las infecciones, equivalen a subir en el ascensor con un griposo y estornudante vecino.
A lo que tú llamas exclusividad yo le digo seguridad. Porque esa pretendida diferencia es la que permite que sea mucho más difícil instalar o adquirir sin darnos cuenta aplicaciones o archivos peligrosos para nuestro dispositivo y, peor aún, para nuestra privacidad y seguridad económica. Esa tranquilidad, particularmente, creo que también debería añadirse en la ecuación del precio; en la parte de qué bien gastado y aprovechado mi dinero.
Pero bueno, Berganza, no quiero darte más la brasa. Te dejo disfrutar de tu última adquisición china, esa que pediste por AliExpress; si ha llegado, claro. Esos sí que saben de fiabilidad y seguridad, los chinos. Avísame cuando los rusos saquen sus nuevos dispositivos que acabarán con iOS.
Seguro que no dices lo mismo de tu BMW.
Porque, a fin de cuentas, es la misma circunstancia. ¿Acaso no son más caros y exclusivos los BMW, Mercedes o Audi? Y, sin embargo, no producen rechazo por ello, admiramos a quienes los conducen y anhelamos tener uno si aún no lo encontramos aparcado en nuestro garaje.
Dice la sabiduría popular que lo barato sale caro. Y así es.
iPhone, iPad, Mac, Apple Watch… Su precio es considerablemente mayor que el de los mismos tipos de dispositivos de otras marcas y sistemas operativos; su eficacia, fiabilidad y duración, también.
Para iOS parece que el chip de la obsolescencia programada no existe. Han pasado dos, tres, cuatro años de la compra de tu iPhone o iPad y el jodido cacharro sigue funcionando igual que el primer día; no se rompe, la batería aguanta lo mismo, su velocidad no ha disminuido… ¿Qué excusa me busco para conseguir el nuevo modelo? ¡Menudo aburrimiento!
Por otro lado, si miramos los componentes y características de estos dispositivos comprobamos que, individualmente, no son superiores a los de otras marcas; en algunos casos, incluso de prestaciones inferiores. Pero hete ahí que cuando todo ese hardware y software se ensambla en torno a iOS, el funcionamiento conjunto es superior; la sincronización y el acoplamiento son óptimos.
Si en la ecuación del precio empezamos a considerar la duración, la fiabilidad y la eficacia de estos dispositivos o la ausencia de quebraderos de cabeza y enfados que nos ocasionan, quizás no parezcan ya tan caros; más bien parece una inversión bastante mejor amortizada. Como el BMW, el Mercedes o el Audi.
¡Ah, es verdad! Se me olvidaba. Que los productos que funcionan con iOS son de gente que va de exclusiva y diferente, de fardar y mirar por encima del hombro al resto de paletillos tecnológicos; no como tú con tu BMW. Que eso es diferente, que también es más seguro y eso en un coche es esencial.
Incluye aquí alguno de los emojis que puedes encontrar en el teclado de tu móvil no exclusivo para describir mi cara ante semejante afirmación: los de la cara ojiplática con cejas enarcadas o boquiabierta con las manos en los mofletes podrían valer.
¿Cuántas operaciones y comunicaciones de lo más confidenciales y comprometidas para nuestra privacidad y nuestro bolsillo realizamos al cabo del día con un móvil, una tablet o un ordenador? Y no dudamos en ponerlas en manos de dispositivos con sistemas operativos personalizables por el fabricante, que permiten instalar apps que no siempre provienen de las plataformas oficiales de descarga y que, desde el punto de vista de las infecciones, equivalen a subir en el ascensor con un griposo y estornudante vecino.
A lo que tú llamas exclusividad yo le digo seguridad. Porque esa pretendida diferencia es la que permite que sea mucho más difícil instalar o adquirir sin darnos cuenta aplicaciones o archivos peligrosos para nuestro dispositivo y, peor aún, para nuestra privacidad y seguridad económica. Esa tranquilidad, particularmente, creo que también debería añadirse en la ecuación del precio; en la parte de qué bien gastado y aprovechado mi dinero.
Pero bueno, Berganza, no quiero darte más la brasa. Te dejo disfrutar de tu última adquisición china, esa que pediste por AliExpress; si ha llegado, claro. Esos sí que saben de fiabilidad y seguridad, los chinos. Avísame cuando los rusos saquen sus nuevos dispositivos que acabarán con iOS.
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