Autobiografía - Juan Goytisolo, por Ofelia Ara

No deja de ser llamativo que en una misma familia haya escritores de profunda calidad y alcancen notoriedad por su forma, fondo, compromiso con la literatura, con las ideas y sean representativos para su generación. No son pocos los casos conocidos, los Durrell, las Brontë, los Mann son ejemplos de hermanos tocados con la gracia de la escritura. En un plano nacional, los hermanos Panero: Michi, Juan Luis y Leopoldo. Y la familia Goytisolo: José Agustín, Juan y Luis, que no solo aunarían la pasión por las letras sino también un compromiso político muy activo.
Juan Goytisolo intenta dar/darse una explicación para esta circunstancia. Lejos de buscar una influencia directa y bienhechora de alguien de su entorno, aun siendo descubierta la madre, muerta tempranamente en un bombardeo de Franco en Barcelona, como una lectora de gusto refinado, dice con crudeza que la vocación literaria de los tres hermanos se debe quizá a la necesidad de resarcirse de un trauma y una decepción tempranos. Y este trauma no es el de la guerra solo, es la toma de conciencia de la realidad agobiante, del estatus de la familia y del rechazo a la figura del padre, así como la conciencia de pertenecer a una familia cuyo origen de bienestar económico procede de la explotación por parte del bisabuelo de una mano de obra barata en Cuba. Por supuesto la alienación de vivir en una España opresora y oprimida por Franco que le afectó a él, como a tantos catalanes, hasta en el lenguaje, pues era consciente de que su castellano barcelonés era impreciso y pobre, lo que le hizo alejarse de él y volverse francohablante, hasta el día en que descubrió, gracias a Góngora y a Cervantes, a los que había dado la espalda, que el castellano era su patria auténtica y objeto de odio y amor. Con cualquier libro de Juan Goytisolo entre las manos es sorprendente la revelación de su pobreza lingüística. Pocos autores habrá con un vocabulario tan rico y con una sintaxis tan compleja y, a la vez, tan clara, hasta el punto que me atrevería a afirmar que hay un antes y un después del encuentro con su literatura, circunstancia en ocasiones no del todo deseable pues impide el disfrute futuro de muchos de los libros que se publican.
“Autobiografía” es la unión de dos libros de memorias, ya antes publicados, “Coto vedado” (1985) y “En los reinos de taifa” (1986), junto con varios textos a modo de epílogo que completan las memorias de este escritor, muerto en junio de 2017. El primer libro se centra en la historia familiar y las consecuencias que tuvo para él su niñez; el segundo libro habla de su madurez y su lucha y compromiso político, aunque planea constantemente en ambos la íntima pulsión de escribir y lo que él entiende que es el oficio de escritor, o, mejor dicho, el no-oficio, pues su posición es opuesta a la de otros escritores: quiere ganarse la vida para poder escribir y no al revés, que la literatura se convierta en una adicción y ser libre para experimentar y crear. No obstante, comparte con otros muchos la certeza de que, en realidad, escribe un único libro, pero que aún no lo ha terminado. Del mismo modo que planea su amor a la literatura, lo hace su tormentosa sexualidad y reconoce sin pudor que ésta nunca fue burguesa ni de buenas maneras. Sin olvidar la tremenda represión que la España católica dejó caer sobre sus habitantes.
Testigo y sufridor, como tantos, de la dictadura franquista, es inevitable empatizar con sus situaciones personales de desencanto, asfixia vital y deseos de huída de un país pobre intelectualmente y sin estímulos. Pese a que no juzga sin considerar las circunstancias y sentimientos de todas aquellas personas que encuentra en su camino, cada página hace un retrato implacable del ambiente que hubo desde el fin de la guerra hasta la muerte del dictador. Juan Goytisolo cuenta su propia experiencia, teniendo en cuenta la edad en que la tuvo. Así el niño es testigo de una educación represora que le alcanza a él y a los adultos; el joven descubre que debajo de esa sociedad dormida hay una corriente de insatisfechos que se mueven para acabar con el régimen; el adulto, ya fuera de España, está comprometido directamente con la revolución que cree que está por venir y que acabará con la dictadura, hasta que es consciente de que el país se está modernizando y aburguesando y pierde la fe en que suceda. El camino de su libertad personal es largo pues ha de pasar por el desencanto que sufre al acercarse a un partido comunista que termina por parecerle dogmático, lleno de consignas que le recuerdan a la falange de su infancia e intolerante y con el que termina desagradablemente. El libro está lleno de nombres emblemáticos de nuestra historia reciente, de los que habla con respeto y mucho sentido del humor.
Es obvio que la visión y versión de los hechos de su vida es personal. He mencionado a los hermanos Panero al principio porque con ellos se pone de manifiesto que la historia se escribe cada día y con diferentes ángulos. Mientras que Michi Panero argumentó la película “El desencanto”, su hermano Juan Luis ironizó sobre ese argumento en su libro “Sin rumbo cierto” (son unas memorias conversadas con Fernando Valls, muy interesantes). Habría que ver cuál es la visión de los otros hermanos Goytisolo, en especial sobre los años de infancia compartidos para  tener un conjunto completo. No obstante, merece la pena leer la “Autobiografía” de Juan Goytisolo, no solo por su fantástica forma de escribir, sino por su humanidad, entendida como alguien muy respetuoso con las ideas ajenas, aun siendo contrarias a él, por su humildad y sinceridad al desvelar sus errores, hasta el punto de intentar hacer justicia ahora con aquellos a los que perjudicó, su generosidad y agradecimiento hacia las personas que pasaron por su vida y su fino sentido del humor. Es un libro que resulta duro porque la realidad se presenta sin artificios, aunque de modo elegante, y no pocas veces mueve a la ternura y provoca una carcajada. Pero lo mejor es la alegría y el placer de leer a un gran intelectual.

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