Berganza, a favor de la versión original subtitulada

Querido Cipión, ¡cómo me ha extrañado tu defensa del doblaje! Tú, que te defines amante del arte, adalid de las musas, paladín de la inspiración espontánea; tan barragán algunas veces, tan cobarde y conformista otras… ¿Cómo puedes defender la contaminación en el cine? ¿Cómo puedes eliminar tan fútilmente la poesía que emana de la versión original?
En el cine, amigo Cipión, como en la literatura, las palabras dobladas solo son la interpretación de un profesional que, en el mejor de los casos, alcanza a intuir la intención original del verdadero artista. ¿Acaso el famoso “ET, mi casa, teléfono” no suena a alienígena retrasado? Mucho mejor escuchar la frase original, con sentido gramatical incluido…  ¿O vas a decirme que no se te rizó el rabo con el “We have to go back” en la última escena de la tercera temporada de Lost?
Eso sin llegar a mencionar lo absurdas que a veces pueden resultar ciertas interpretaciones de los dobladores y las exigencias de los productores: títulos chabacanos, frases inventadas o contextos descontextualizados. Todavía recuerdo un doblaje reciente en una serie en la que intervenía el SAMUR… ¡en un pueblo de Norteamérica! Aunque claro, para gazapos, los de tus amigos suecos, que tradujeron Iron Man como “El Atleta Extremo”. Y es que hay cosas, amigo ladrador, que simplemente son inexplicables. Como la traducción del arte.
¿Quieres más argumentos, cantamañanas de la gran pantalla? ¿Alguna vez has llegado siquiera a escuchar una película en versión original y a compararla con la doblada? El sonido varía, los matices se pierden, el ambiente es diferente… ¡estás viendo dos películas distintas! El guión es solo una parte de la película: la interpretación de los actores, el resto. Y ahí es donde se marca la diferencia. ¿Cómo puedes pregonar que Marlon Brando hizo un papel estelar en El Padrino, si ni siquiera sabes cómo suena su voz?
La respuesta, querido Cipión, es sí a la versión original. Subtitulada, si lo deseas; hasta ahí podríamos llegar... La belleza del séptimo arte se alcanza en su ambiente más puro. Y, si no entiendes el idioma, esos subtítulos pueden ayudarte a entender, al menos, la película. Eso sí, ten cuidado también con eso, porque conociéndote eres capaz de descargarlos de internet y creerte alguna barbaridad mayor aún que algunos fallos de doblaje.
Un pequeño inciso antes de que saltes con tu más que probable defensa patria: sí, tienes razón, tenemos en España a los mejores profesionales de doblaje del mundo. Pero eso no quiere decir que hagamos un buen doblaje. A veces, esos errores de traducción meten en más de un lío a los mejores dobladores. Que se lo digan a Constantino Romero. Estarás harto de escucharlo en tus películas…
Te repito, tozudo amigo cánido, que el doblaje es al cine lo que las malas traducciones son a la literatura internacional: falsas formas de universalizar el arte. Aunque, por supuesto, aún estás a tiempo de dejarte seducir por las buenas costumbres. Culturízate, agiliza tu mente, aprende idiomas y disfruta cualquier noche de verano de una buena película inglesa, francesa o polaca sin renunciar a su lengua madre. Y, por supuesto, hazlo en serio. No vaya a salir a relucir tu lado mequetrefe y termines escogiendo Tiempos Modernos…

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