Algunas palabras son caminos que conducen a la literatura. Las que me llevaron a la poesía de José María Zonta fueron estos versos: “y sobre todo no tales árboles en el corazón de una mujer / no acostumbran volver a crecer”. De la boca de la poetisa Siracusa Bravo salieron estos versos en una íntima jam de poesía en la que la sevillana quiso hacer una breve presentación de este poeta costarricense a todos los que estaban atentos a lo que acontecía en aquel mágico y pequeño escenario.
Y como dijo el escritor Eduardo Chirinos: “la poesía trae más poesía” y poco después tenía entre mis manos una de las obras de José María Zonta: La casa de la condescendencia, poemario con el que Zonta obtuvo el XXIV Premio Internacional de Poesía Antonio Oliver Belmás.
Esta casa no trae aromas, ni paisajes, ni costumbres, ni escenas de la tierra natal del poeta. Esta obra es un viaje de 42 poemas a la China de la Disnatía T´ang con paisajes como la Motaña Tai y el Río Amarillo y personajes de la época: soldados, emperadores, barones, sirvientes, bailarinas o albañiles.
En esta casa vuelan dentro los versos libres y en cada una de sus habitaciones (que son sus páginas) habita una lección. Aunque el autor haya elegido remotos lugares y haya realizado un viaje en el tiempo con su obra las reflexiones que presentan sus composiciones poéticas pueden ser perfectamente aplicables a nuestra realidad actual.
Quien lea esta obra podrá encontrar una poesía sencilla pero a la vez profunda. Presenta historias que llevan a sus hombros retazos de la mitología china que se pueden descubrir en las historias que se incluyen en su interior como la de Hsiu que dialoga con un dragón. También se asoman por las páginas personajes históricos como Marco Polo o Confucio.
La obra dividida en dos partes por una segunda llamada Caligrafía de bambú que comienza con pequeñas píldoras poéticas como: Mi madre fue operada/ y le sacaron la matriz./ Pero sigo siendo su hijo.
Esta es una pequeña carta de presentación de esta obra de José María Zonta, poeta que ya recopila una serie de galardones como Premio Internacional Gabriel Celaya con su obra Los elefantes estorban, El Premio Latinoamericano Educa con Tres noviembres o el Premio Nacional de Poesía de Costa Rica con Lobos en la brisa.
De sí mismo asegura en la contraportada del libro que “en algún documento constan mis fechas y lugares de nacimiento, mis edades, mis estados civiles, premios y libros publicados. Así como viajes, títulos académicos, certificaciones, trámites y sellos. Pero no sé dónde está ese documento. Posiblemente justificando su frustración de no sabe quién soy realmente”. Sin embargo confiesa: “vivo agradecido con la Poesía” y así nos lo demuestra con sus letras.
Y como dijo el escritor Eduardo Chirinos: “la poesía trae más poesía” y poco después tenía entre mis manos una de las obras de José María Zonta: La casa de la condescendencia, poemario con el que Zonta obtuvo el XXIV Premio Internacional de Poesía Antonio Oliver Belmás.
Esta casa no trae aromas, ni paisajes, ni costumbres, ni escenas de la tierra natal del poeta. Esta obra es un viaje de 42 poemas a la China de la Disnatía T´ang con paisajes como la Motaña Tai y el Río Amarillo y personajes de la época: soldados, emperadores, barones, sirvientes, bailarinas o albañiles.
En esta casa vuelan dentro los versos libres y en cada una de sus habitaciones (que son sus páginas) habita una lección. Aunque el autor haya elegido remotos lugares y haya realizado un viaje en el tiempo con su obra las reflexiones que presentan sus composiciones poéticas pueden ser perfectamente aplicables a nuestra realidad actual.
Quien lea esta obra podrá encontrar una poesía sencilla pero a la vez profunda. Presenta historias que llevan a sus hombros retazos de la mitología china que se pueden descubrir en las historias que se incluyen en su interior como la de Hsiu que dialoga con un dragón. También se asoman por las páginas personajes históricos como Marco Polo o Confucio.
La obra dividida en dos partes por una segunda llamada Caligrafía de bambú que comienza con pequeñas píldoras poéticas como: Mi madre fue operada/ y le sacaron la matriz./ Pero sigo siendo su hijo.
Esta es una pequeña carta de presentación de esta obra de José María Zonta, poeta que ya recopila una serie de galardones como Premio Internacional Gabriel Celaya con su obra Los elefantes estorban, El Premio Latinoamericano Educa con Tres noviembres o el Premio Nacional de Poesía de Costa Rica con Lobos en la brisa.
De sí mismo asegura en la contraportada del libro que “en algún documento constan mis fechas y lugares de nacimiento, mis edades, mis estados civiles, premios y libros publicados. Así como viajes, títulos académicos, certificaciones, trámites y sellos. Pero no sé dónde está ese documento. Posiblemente justificando su frustración de no sabe quién soy realmente”. Sin embargo confiesa: “vivo agradecido con la Poesía” y así nos lo demuestra con sus letras.
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