Aunque se debe intentar estar al día de las últimas novedades literarias sin olvidar ni dejar de leer a los clásicos, tampoco es mala idea no dejar atrás libros atractivos y con calidad literaria que en su momento tuvieron gran repercusión y éxito de ventas. Es el caso de la novela negra sueca “Aurora Boreal”, que se editó originalmente en su país en 2003 y fue traducida en España años después por Seix Barral.
Se trata de una interesante intriga criminal muy enrevesada con tintes religiosos y protagonizada por la joven abogada Rebecka Martinsson. Su éxito editorial hizo que llegara a convertirse en una saga literaria con un total de cinco libros publicados hasta ahora y dio lugar también a una versión cinematográfica.
Es una historia contada con una narrativa fresca y muy directa, en la que el lector se ve arrastrado hacia una comunidad mística cristiana de la localidad de Kiruna. Allí, concretamente en la acristalada y moderna iglesia de esa cerrada comunidad y que tiene el rimbombante nombre de la “iglesia de la Fuente de Nuestra Fortaleza”, aparece brutalmente mutilado el cadáver del joven y atractivo sacerdote Víktor Strandgard, famoso por sus curas milagrosas y conocido en el país como “el Chico del Paraíso”, siendo su violenta muerte protagonista de los informativos de televisión durante unos días.
Las sospechas policiales recaen sobre su hermana Sanna, amiga de la infancia de la protagonista y madre soltera de dos hijas, que es detenida y formalmente acusada de su asesinato. Ahí es donde entra Rebecka que, como abogada y a regañadientes, se ve obligada a defenderla viajando precipitadamente desde Estocolmo a Kiruna, poniendo en riesgo su trabajo en un importante bufete de la capital.
Kiruna y su especial y gélida naturaleza, situada muy al norte de Suecia en la región de Laponia, se convierte en un protagonista más del relato, muy cerca ya del círculo polar ártico y donde son habituales las auroras boreales que dan título a la novela.
Sin destripar demasiado de la trama, hay que destacar el protagonismo de los personajes femeninos: la propia abogada Martinsson, cuya inteligente y fuerte personalidad atraen desde el principio, contrapuesta a su amiga, la pusilánime e ingenua Sanna, así como la embarazada policía Anna-Maria Mella, no menos avispada y sutil en sus actuaciones que la letrada Rebecka.
A pesar de las evidentes diferencias narrativas y de contraste entre sus protagonistas en edad y sexo, es imposible no acordarse de las novelas del inspector Kurt Wallander del también escritor sueco Henning Mankell, quizás en la manera en cómo influyen la familia y el pasado en la manera de actuar y de ser de sus respectivos protagonistas.
Aparte del agudo análisis de la personalidad de los personajes, también es destacable en la novela de Larsson cómo analiza a la comunidad cristiana de Kiruna, donde hay un punto de aislamiento que recuerda a las sectas y donde predomina una mentalidad fundamentalista de la religión. El propio pasado de Rebecka evidencia que no está tan alejada de esa comunidad como parecía al comienzo de la novela.
Por último, destacar que conforme se avanza en la lectura del relato y aparecen nuevos personajes se evidencia que el abanico de posibles asesinos es tan amplio que puede llegar a desconcertar, pero la autora sabe mantener en todo momento el suspenso de la intriga y la atención del lector. El desenlace es sorprendente.
Se trata de una interesante intriga criminal muy enrevesada con tintes religiosos y protagonizada por la joven abogada Rebecka Martinsson. Su éxito editorial hizo que llegara a convertirse en una saga literaria con un total de cinco libros publicados hasta ahora y dio lugar también a una versión cinematográfica.
Es una historia contada con una narrativa fresca y muy directa, en la que el lector se ve arrastrado hacia una comunidad mística cristiana de la localidad de Kiruna. Allí, concretamente en la acristalada y moderna iglesia de esa cerrada comunidad y que tiene el rimbombante nombre de la “iglesia de la Fuente de Nuestra Fortaleza”, aparece brutalmente mutilado el cadáver del joven y atractivo sacerdote Víktor Strandgard, famoso por sus curas milagrosas y conocido en el país como “el Chico del Paraíso”, siendo su violenta muerte protagonista de los informativos de televisión durante unos días.
Las sospechas policiales recaen sobre su hermana Sanna, amiga de la infancia de la protagonista y madre soltera de dos hijas, que es detenida y formalmente acusada de su asesinato. Ahí es donde entra Rebecka que, como abogada y a regañadientes, se ve obligada a defenderla viajando precipitadamente desde Estocolmo a Kiruna, poniendo en riesgo su trabajo en un importante bufete de la capital.
Kiruna y su especial y gélida naturaleza, situada muy al norte de Suecia en la región de Laponia, se convierte en un protagonista más del relato, muy cerca ya del círculo polar ártico y donde son habituales las auroras boreales que dan título a la novela.
Sin destripar demasiado de la trama, hay que destacar el protagonismo de los personajes femeninos: la propia abogada Martinsson, cuya inteligente y fuerte personalidad atraen desde el principio, contrapuesta a su amiga, la pusilánime e ingenua Sanna, así como la embarazada policía Anna-Maria Mella, no menos avispada y sutil en sus actuaciones que la letrada Rebecka.
A pesar de las evidentes diferencias narrativas y de contraste entre sus protagonistas en edad y sexo, es imposible no acordarse de las novelas del inspector Kurt Wallander del también escritor sueco Henning Mankell, quizás en la manera en cómo influyen la familia y el pasado en la manera de actuar y de ser de sus respectivos protagonistas.
Aparte del agudo análisis de la personalidad de los personajes, también es destacable en la novela de Larsson cómo analiza a la comunidad cristiana de Kiruna, donde hay un punto de aislamiento que recuerda a las sectas y donde predomina una mentalidad fundamentalista de la religión. El propio pasado de Rebecka evidencia que no está tan alejada de esa comunidad como parecía al comienzo de la novela.
Por último, destacar que conforme se avanza en la lectura del relato y aparecen nuevos personajes se evidencia que el abanico de posibles asesinos es tan amplio que puede llegar a desconcertar, pero la autora sabe mantener en todo momento el suspenso de la intriga y la atención del lector. El desenlace es sorprendente.
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