Llegamos al final de mi viaje, un interrail que me llevó a visitar Noruega, Suecia, Dinamarca, Alemania, Republica Checa, Polonia, Hungría, Eslovaquia, Austria, Italia, Suiza y Francia.
Venecia (Italia)
Lugar de nacimiento del famoso Marco Polo, Venecia la forman más de un centenar de islas unidas a través de puentes donde el tráfico rodado brilla por su ausencia. Convertida en el centro del comercio mundial y la mayor ciudad portuaria del mundo con más de 200.000 habitantes en el s. XV gracias al apogeo en el s. XIII del comercio de las sedas y especias en la Ruta de la Seda, la herencia oriental se deja entrever en sus múltiples monumentos tales como la Plaza de San Marcos, bautizada por Napoleón como “El Salón más Bello de Europa”. Dentro de ésta merece destacar la Basílica de San Marcos, el Palacio Ducal, el Museo Correr, el Campanario de la Basílica y la Torre del Reloj. El Gran Canal recorre la ciudad dividiéndola en dos con sus cuatro kilómetros de longitud. Si vas con tu pareja, el típico paseo en góndola se erige inevitable; en cambio, si tu presupuesto es ajustado, embárcate en la línea 1 del vaporetto que recorre el Palacio Ca' d'Oro, la Galería de la Academia, el Palacio Ca' Rezzonico, la Iglesia Santa María della Salute, o el célebre Puente Rialto.
Zúrich (Suiza)
Ubicado en la llanura central de Suiza y próxima a los Alpes, Zúrich es el motor financiero y centro cultural del país. Destaca por su enorme calidad de vida y gran concienciación ciudadana en mantener las calles limpias. De relevancia es su Ayuntamiento (Rathaus), construido sobre las aguas del río Limmat, y la Bahnhofstrasse, una conocida avenida casi peatonal con trasiego de tranvías que se extiende durante más de un kilómetro; a sus lados se pueden ver diversos palacios señoriales del s. XIX, algunos edificios modernos, bancos y, sobre todo, muchas tiendas de lujo; en sus bocacalles encontraremos multitud de cafeterías, bares y restaurantes. Igualmente visitable es la Catedral, edificio gótico situado en la zona de una necrópolis romana y el Kunsthaus o Museo de Bellas Artes.
París (Francia)
Apenas contamos con espacio como para relatar las exquisiteces que ofrece la capital gala. Para los amantes del arte clásico y contemporáneo, una visita al Museo del Louvre y Centro Pompidou (respectivamente) se hace de obligado cumplimiento. Nada desdeñable es una foto a pie del símbolo de París y monumento más visitado del mundo: la Torre Eiffel; si la paciencia te lo permite, merece la pena hacer cola y subir los 1.665 escalones al anochecer y disfrutar de la ciudad de las luces en todo su esplendor. Igual de representativo tenemos el Arco del Triunfo que conmemora las victorias del ejército francés bajo las órdenes de Napoleón; en su base está la Tumba del Soldado Desconocido. Ubicada a orillas del Sena y dedicada a la Virgen María, la Catedral de Notre Dame es una de las catedrales góticas más antiguas del mundo (1163 y 1245); se puede acceder a la parte superior de las dos torres de 69 metros de su fachada y apreciar las maravillosas vistas y visitar el campanario donde vivió su mítico Jorobado. A escasos minutos de París se ubica el Palacio de Versalles –declarado Patrimonio de la Humanidad- que destaca por su importancia en la historia, imponente arquitectura y amplios y cuidados jardines. Si tu pretensión es realizar compras, dirígete a los Campos Elíseos y a los almacenes de Galerías Lafayette. Para acabar la jornada de manera relajada, merece la pena desplazarse al Barrio Latino -que debe su nombre a los estudiantes que lo habitaban en época medieval y que utilizaban el latín para comunicarse- lleno de restaurantes y cafeterías que ofrecen agradables terrazas con precios bastante asequibles. Una vez allí no dejes de visitar el Panteón.
Apenas contamos con espacio como para relatar las exquisiteces que ofrece la capital gala. Para los amantes del arte clásico y contemporáneo, una visita al Museo del Louvre y Centro Pompidou (respectivamente) se hace de obligado cumplimiento. Nada desdeñable es una foto a pie del símbolo de París y monumento más visitado del mundo: la Torre Eiffel; si la paciencia te lo permite, merece la pena hacer cola y subir los 1.665 escalones al anochecer y disfrutar de la ciudad de las luces en todo su esplendor. Igual de representativo tenemos el Arco del Triunfo que conmemora las victorias del ejército francés bajo las órdenes de Napoleón; en su base está la Tumba del Soldado Desconocido. Ubicada a orillas del Sena y dedicada a la Virgen María, la Catedral de Notre Dame es una de las catedrales góticas más antiguas del mundo (1163 y 1245); se puede acceder a la parte superior de las dos torres de 69 metros de su fachada y apreciar las maravillosas vistas y visitar el campanario donde vivió su mítico Jorobado. A escasos minutos de París se ubica el Palacio de Versalles –declarado Patrimonio de la Humanidad- que destaca por su importancia en la historia, imponente arquitectura y amplios y cuidados jardines. Si tu pretensión es realizar compras, dirígete a los Campos Elíseos y a los almacenes de Galerías Lafayette. Para acabar la jornada de manera relajada, merece la pena desplazarse al Barrio Latino -que debe su nombre a los estudiantes que lo habitaban en época medieval y que utilizaban el latín para comunicarse- lleno de restaurantes y cafeterías que ofrecen agradables terrazas con precios bastante asequibles. Una vez allí no dejes de visitar el Panteón.
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