Interrail por Europa: Bratislava y Viena. Por Javier Ruz Cerezo

Continuamos con una nueva entrega –penúltima- de mi interrail por Europa, que me llevó a visitar Noruega, Suecia, Dinamarca, Alemania, Republica Checa, Polonia, Hungría, Eslovaquia, Austria, Italia, Suiza y Francia.
Bratislava (Eslovaquia)
La capital eslovaca, situada a orillas del Danubio, cuenta con una gran oferta artística y cultural. Su reducido tamaño la hace perfecta para conocerla caminando en un solo día; sus calles, callejuelas y avenidas entremezcladas invitan a perderse entre ellas. En la parte más elevada está el Castillo -levantado en el siglo XV, destruido en el XIX y reconstruido poco a poco – y que actualmente alberga el Museo Nacional; altamente recomendable las vistas de la ciudad desde el mismo. En el casco antiguo se concentran la mayoría de puntos de interés entre los que destacan su plaza Hlavné, el Antiguo Ayuntamiento -sede del Museo Municipal-, la Catedral de San Martín, la Iglesia y Monasterio de los Franciscanos y la Puerta de San Miguel -la única de las 4 puertas con las que contaba la Bratislava Medieval que aún sobrevive-. Algo más alejada tenemos la Iglesia de Santa Elisabeth, conocida como la Iglesia Azul, cuyo edificio se confunde con el cielo en los días claros.
Viena (Austria)
Una de las grandes capitales musicales del mundo durante el s. XIX, meca de la filosofía y del debate político de Occidente, así como uno de los principales centros culturales mundiales, Viena sigue encabezando el ranking de las ciudades con mejor calidad de vida. La verdad es que da gusto caminar por sus calles o hacer uso del transporte público y comprobar que todo funciona a la perfección. De su centro histórico –declarado como Patrimonio de la Humanidad- destacamos la Catedral de San Esteban con su torre en forma de aguja y el Tejado de los Azulejos. De ahí caminamos hacia Ringstrasse, la avenida circular más importante de Viena, sede de los edificios más famosos tales como el Palacio Real Hofburg: un enorme conjunto arquitectónico que alberga desde los antiguos Apartamentos Imperiales, pasando por el Museo de Sisi emperatriz y el de la Platería de la Corte, una capilla y una iglesia, la Biblioteca Nacional (una de la bibliotecas históricas más bonitas del mundo además de elegante museo), la Escuela Española de Equitación y la de Invierno (con su impresionante sala barroca en la que realizan sus representaciones los caballos Lipizzanos), hasta el despacho del Presidente austriaco. Igualmente destacamos el Ayuntamiento, la Bolsa, el Parlamento (diseñado para recordar a la antigua Grecia como cuna de la democracia), el Teatro Nacional, la Iglesia Votiva, la Universidad, los Museos de Historia del Arte y de Historia Natural. En clave de palacios, los más famosos –junto con el ya mencionado Palacio Real Hofburg- son el Palacio Schönbrunn y el Palacio Belvedere, ambos antiguas residencias de verano de familias imperiales. El primero destaca por sus habitaciones decoradas con un estilo rococó y suntuosidad; algunas de las estancias más llamativas son la Gran Galería, el Salón Chino Circular, el Salón del Desayuno y el Salón Chino Azul. Merece la pena recorrer sus jardines infinitos. Justo al lado del palacio se encuentra el Museo de Carruajes Imperiales y el Tiergarten (zoo más antiguo del mundo). El Palacio Belvedere lo forman dos palacios (el Alto y Bajo Belvedere) unidos mediante un enorme jardín francés. Para terminar la jornada, nada mejor que deleitarse con un poco de música clásica en el Teatro de la Ópera de Viena aunque, si no consigues entradas, puedes recurrir a los espectáculos de música de cámara y ballet que algunas salas en los aledaños del Palacio Real Hofburg y Ringstrasse ofrecen tales como el Palacio Auersperg.

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