Sin bozal - Hasta en la sopa, por Leonor Rodríguez "La Camacha"

La verdad, un poco cansada ando ya con tanta conmemoración. Esto de celebrar el día del tal o del cual, o el tal centenario del nacimiento o de la muerte de un personaje, o de un evento siempre me ha parecido un poco ridículo.
Decía un amigo mío que todo el que le regala a su mujer un detallito el día de los enamorados es porque a lo largo del año pocas cuentas le ha echado. Quizás esa apreciación sea excesiva, pero a mi parecer, y en cierto modo, no le falta razón.
Pues ahora le toca el turno a Cervantes y a Shakespeare y a un tal Inca Garcilaso de la Vega, al que se le ocurrió morir también un veintitrés de abril de 1616, como el autor del Quijote y el de Hamlet entre otros. Y que pasó en Montilla unos añillos, de ahí que por estas tierras se le conozca algo más.
La avalancha de actividades conmemorativas para la ocasión hace que uno pierda la cuenta, al igual que las publicaciones y columnas en torno a la fecha y a los personajes. Es decir que de esta, y si uno está por la labor de leer parte de lo publicado, el total nos llevaría mucho tiempo, seguramente acabará sabiendo hasta cuantas veces hacían pis al día los personajes en cuestión. Quizás en el caso del Inca algo menos por aquello de no haber alcanzado la misma fama que sus compañeros de pluma.
Además me llama la atención que los mandamases de turno se vuelquen tan de lleno, incluso le han puesto gafas a los leones del Congreso. Igual estaría mejor cuidar día a día a tan grandes escritores. No sé… Se me ocurre que estuviesen más presentes a lo largo del año en las aulas de los más pequeños, y de los no tan pequeños, a los escritores me refiero, claro está. O no dejar el teatro en los colegios solo para la fiesta fin de curso, donde los padres se pelean por inmortalizar a sus nenes vestidos de cualquier cosa graciosa. Tampoco estaría mal proyectar algo de cine, dibujitos para los pequeños y algo más serio para los mayores. Literatura, teatro y cine, eso sería genial. U otra aún mejor, disfrazar a Cristiano Ronaldo de Cervantes, a Messi de Shakespeare y a Fernando Torres del Inca. Entonces habríamos conseguido sin duda que nuestros pequeños supiesen de estos magistrales escritores. Y de paso, más de un adulto despistado.
Pero esta se me antoja complicada, igual sería más simple que los mandamases de la cultura le quitasen las gafas a los pobres leones del Congreso y mirasen a su alrededor, y de paso le bajasen el IVA  a la cultura.
A pesar de todo mi talante negativo, no quiero dejar pasar la ocasión de agradecer y reconocer a todos los historiadores e investigadores el trabajo de investigación realizado para acercarnos un poco más a los tres escritores en cuestión. En el caso de María Dolores Ramírez, profesora de Historia, su conferencia sobre el Inca me pareció genial. Consiguió acercarnos a un personaje en cierto modo desconocido para muchos que ahora tenemos otro concepto de este hombre.
Lo dicho, que ahora toca Cervantes, Shakespeare, y el Inca. Paciencia y ojalá en los próximos años estos tres genios sigan presentes en los centros públicos y privados de enseñanza, en las bibliotecas públicas, en los teatros de los colegios, en los cines o en los estantes de las casas. Ese sería el logro. De lo contrario, pronto llegará otra efemérides que hará olvidarlos, dejándolos solo para sumar quesitos en el juego del  trivial y poco más.
O en el mejor de los casos, esperar que se conmemore el quinientos aniversario, pero para eso igual algunos no llegamos.
Salud y leer… y echarle cuentas a vuestras mujeres todo el año…

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