¿Qué sabemos de Shakespeare?, por Miguel Molina

No son pocos los datos que tenemos sobre William Shakespeare, teniendo en cuenta las circunstancias. No es sólo que hayan pasado ya cuatro siglos, es que para la inmensa mayoría de sus contemporáneos Shakespeare (en una sociedad muy clasista) no era más que un plebeyo de provincias que escribía poemas y obras de teatro, además de ser actor y empresario teatral, actividades que no gozaban de buena reputación en aquella época. Tampoco deberíamos ser demasiado exigentes con esos contémporaneos, que eran analfabetos en un ochenta por ciento de los casos.
Hay que añadir que no existía entonces la curiosidad por la vida privada de los actores y los escritores que ahora nos parece tan normal y, por consiguiente, a nadie se le ocurría escribir sobre esos temas. 
Lo que ha llegado a nuestros días son documentos relativos al bautismo, a la boda y a cuestiones más prosaicas como el testamento, pleitos, impuestos, pagos diversos y un largo etcétera. También, tras su muerte, se escribieron muchos elogios de su figura.
Algunos, quizás por ganar notoriedad, han querido negar la existencia de este magnífico escritor, pero se trata de alegaciones infundadas.
Otros, desde una perspectiva muy clasista, han puesto en duda que ese William Shakespeare "de medio pelo" y sin formación universitaria pudiera ser el autor de una obra literaria tan extensa como sublime. Se trata de nada menos que treinta y nueve obras de teatro y más de ciento cincuenta poemas, de una calidad y creatividad extraordinarias. Cabe decir que al escribir su obra Shakespeare aportó a la lengua inglesa unas mil setecientas palabras nuevas.
Sin duda alguna, del estudio de su obra se deduce que Shakespeare era un auténtico superdotado, con capacidades muy excepcionales para el análisis de las situaciones, la empatía con otros seres humanos y la expresión lingüística, lo que explica más que sobradamente que escribiera mejor que los demás sin ser de la nobleza ni haber ido a la universidad, como también fue el caso del gran Dickens siglos después.
Muchos lo han intentado, pero es muy complicado estudiar su obra para intentar averiguar cómo era Shakespeare en lo más íntimo. Por poner un ejemplo, si leemos sus poemas podemos concluir que era insomne, pero tampoco eso es profundizar mucho en lo que de verdad nos gustaría saber sobre su forma de ser y de sentir.
Pese a todo, su obra es como un imán que nos atrae con una fuerza irresistible y tenemos todo el derecho a pensar que el conjunto de lo que se dice en ella es la expresión de una persona noble de espíritu y muy sabia que nos dejó un legado maravilloso.
Para terminar, como botón de muestra y con la esperanza de animar a la lectura de este autor excepcional, vamos a citar varias frases tomadas de la obra de William Shakespeare:
1. No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande.
2. Me dijeron que para hacerla enamorarse de mí tenía que hacerla reír, pero cada vez que ella se ríe soy yo quien se enamora.
3. El infierno está vacío y todos los demonios están aquí.
4. Ama a todos, fíate de unos cuantos y no le hagas daño a nadie.
5. El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.

Comentarios