¿Película o libro? Opinión de Berganza

Querido Cipión, el tema que nos traemos entre dientes en esta ocasión es si se está a favor del libro o de su versión cinematográfica. No cabe duda que mi posición de defender el libro sobre la película no necesita, por obvio, ningún tipo de letrados, porque estos se encuentran en las letras del mismo papel.
Comenzaré diciéndote que todo libro es el padre de la criatura cinematográfica. Sin él, no habría película. Por este principio, siempre se encontrará subordinada a su mentor, que es el libro. Y por encima de éste, a su autor. No pongo en duda alguna ventaja o innovación que la película pueda aportar, pero la esencia, el contenido, lo lleva el libro.
Imagínate por un momento que sobre nosotros se hiciera un film. ¿Lo podrías imaginar sin su novela ejemplar “El coloquio de los perros”? Imposible, ¿verdad? Con esto, te quiero dar a entender que una película que quiera contar visualmente la historia de un libro, o imitarla, se queda en eso, en una imitación. Como un regalo que el libro le hace a su hija la película. Es más, Cipión, incluso cuando el film no se basa en la historia de un libro, tiene como sustento un argumento escrito y dialogado que, cuando es bueno, algo que en el cine actual tan poco abunda, nos lleva a decir que la película es estupenda por su maravilloso argumento que, al fin y al cabo, es una historia escrita, que puede llegar a tener su traje con medidas de libro.
Con tanta evidencia sobre este tema, no quiero que pases un mal trago, que bien sabes que nuestra amistad es inquebrantable. Por eso, mejor tomamos unas copitas para que ese pequeño gruñido que te he observado desaparezca de tu hocico y pueda seguir la exposición de mi tema.
Con todo lo anteriormente dicho, debes tener conocimiento de que el libro lleva sobre la faz de la Tierra muchos siglos y que han sido los mismos, con sus grandes autores, desde el mundo clásico griego y romano, los que han marcado las pautas del conocimiento humano. El cine, que siempre arrastra del libro, lleva en candelero sólo unos pocos años. Y no creo que llegue ningún momento en que logre encauzar el saber de la humanidad. Es un invento novedoso, nacido en la sociedad de las prisas, y creo que podría acabar engullido por ella misma y desapareciendo en un futuro. ¿Tú crees, querido Cipión, que el libro desaparecerá? ¿Tú crees que lo haremos nosotros? Yo pienso que nunca, ni siquiera por la competencia de las nuevas tecnologías.
Otro punto por el que considero que el libro es superior a la película es porque, en el primero, el tiempo de su lectura lo acomodas tú. En el cine, de un tirón rápido y corto, la historia te la presentan hecha y frita; en menos de dos horas te la has comido sin tiempo de reposar la digestión. La historia en el libro, si es buena, la vives a cómodos plazos, unos más intensos y otros más contenidos. Con la lectura de esa historia tienes momentos de reposo en los que tu imaginación cabalga al unísono con los personajes. Con lo que te va contando, tú vas creando rostros, paisajes y escenarios; en definitiva, te conviertes en coautor de la obra, la personalizas como hace el director de la película, pero al contrario que esta, dejando elección al espectador para aportarle.
No debemos tampoco olvidar tampoco el tacto y la presentación del libro cuando lo lees y casi lo acaricias, aspecto este que no concede el cine. Y ya acabando, como hecho específico para inclinar la balanza hacia mi lado, te digo, Cipión, que algún film he visto que se ha asimilado al libro, pero no he visto ninguna que lo supere.
Lo que aquí te he contado, muy pocas películas lo podrían expresar.

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