Un aplauso a esas grandes figuras, por Aurora Márquez

Tenía ganas de escribir, llevaba varios meses queriendo dejar mis palabras en esta estupenda y ejemplar revista, pero siempre me asaltaban las dudas en el momento de decidir el argumento a redactar. Entonces me vino la gran idea al ver un video de Clara Lago y Dani Rovira en un famoso programa de Televisión Española promocionando su última película. Allí, la actriz dejó claro cómo se sentía cada vez que algún fan se acercaba para hacer una foto o pedirle un autógrafo mientras estaba tranquilamente en un lugar público a través de la palabra “coñazo”. Durante la entrevista, los protagonistas intentaron suavizar el comentario, pero quedó grabado en todos los televidentes y posteriormente en los internautas como una crítica hacia el público, ardiendo las redes sociales y los medios de comunicación.
He expuesto los hechos sintéticamente pero ahora me gustaría dar mi opinión al respecto, espero que no me lleguen muchas críticas por lo que estoy por escribir, pero aplaudo la sinceridad de esta mujer. Supongo que no viviré jamás una situación como esta, y creo que si me ocurriera alguna vez me gustaría la idea, pero tener que soportar día tras día una sobreatención hacia mi persona al final acabaría sacándome de mis casillas. Por esos fans de todo el mundo, por qué no os ponéis en su situación de vez en cuando; haceos a la idea que son personas normales, no seres superiores que van a hacer de la Tierra un mundo mejor.
Pero la duda que más tiempo lleva en mi cabeza es ¿por qué hacemos nuestros ídolos a personas que aparecen a través de una pantalla si ni siquera sabemos cómo son? Aplaudimos la imagen que dan gracias a su profesión, pero esta no es una imagen real, si no no serían ni actores ni actrices. Nos hacemos una idealización de un personaje ficticio y nos lamentamos si no son como los esperamos; esto nos crea ansia y rechazo, pero no nos paramos a pensar que nuestros ídolos deberían ser otros, personas que hacen algo por nosotros, no personas que hacen una película que los convierten en “conocidos”.
Me gustaría que hiciéramos una reflexión, parémonos diez segundos a pensar si sería mejor aplaudir a una madre que se levanta a las siete de la mañana para ir a trabajar y llega a las nueve de la noche porque tiene dos trabajos y tres hijos que mantener, o a toda esa fuga de cerebros que ha tenido que emigrar porque no había oportunidades en su propia tierra. Démosle la atención a esos científicos que luchan para encontrar cura a enfermedades raras o incurables en la mayoría de los casos y que no tienen ni un mínimo de reconocimiento, o a ese profesor que ha logrado encender la chispa para que tu hijo, tu sobrino o cualquier persona conocida quiera hacer algo que le guste, algo por lo que sea feliz y sea valorado por ello.

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