De Adán para Eva, por Rafael Reyes


Rafael Reyes (Lucena, 1966) se licenció en Filología Clásica por la Universidad de Granada en 1989. Después de un periplo de casi diez años por distintos centros de Córdoba, Granada, Málaga, Albacete y Ciudad Real, cantando las excelencias de las lenguas de Homero y Virgilio, desde hace algo más de una década ejerce como profesor de Lengua Castellana y Literatura, destripando oraciones y escandiendo versos, en su localidad de origen, donde actualmente está al frente de la jefatura de estudios del IES Sierra de Aras.
Con la premisa de sortear el consabido tópico de que la enseñanza es un fruto dulce de raíz amarga, ha tomado parte en la redacción de varios libros de texto. Fue coautor de “Jugando a Latín” (Ediciones Clásicas, 1998), una divertida gramática latina a base de cuadros sinópticos sazonados con actividades en forma de pasatiempos, y asesor técnico-pedagógico de Totum Revolutum (Merial, 1999), un original manual de cultura clásica planteado como anecdotario de la Antigüedad Clásica.
En el ámbito de las letras, su labor ha estado fundamentalmente ligada a la edición literaria. Desde el año 2007 cuida y dirige, dentro de la Editorial Merial, la colección Telémaco, a través de cuyos textos (“El aprendiz de brujo y otros cuentos de Grecia y Roma” de Fernando Lillo Redonet, “Néctar, ambrosía y unas gotitas de humor” de Javier Gómez Molero, o “Destino el vellocino” de Francisco López Salamanca) pretende imbuir a los lectores más jóvenes su pasión por el Mundo Antiguo como fuente de la cultura occidental.
“De Adán para Eva” es una breve antología en la que, partiendo del esquema métrico del haiku, a modo de instantáneas, fruto ya de la experiencia, ya de los ensueños, el autor plasma sus reflexiones sobre las distancias que acercan a las dos trincheras en la más antigua de las contiendas.

Besos del Parque,
tiernos, limpios, furtivos.
Amor sencillo.

Grácil, moreno,
gime tu cuerpo nuevo
hollando el raso.

Joven y terso
late feliz tu vientre.
Lleva mi hijo.

Sangras y lloras.
Dulce, beso tus manos.
Tiemblan las mías.

Hay plenilunio,
el licántropo aúlla.
Tiembla mi dama.

Desde tu seno,
lentas, perlan tu vientre.
Sudas amando.

Pulcra, hacendosa,
que barra mi pena,
busco sonrisa.

Curvas, sensuales;
linealmente rectos
¿Evas o Adanes?

Ella, caricias.
Él, un amor tranquilo.
De espaldas. Sueñan.

Noche silente,
el onanista sueña.
Sexo seguro.

Corazón yerto
¿Duermes soñando estrellas?
Eso es letargo.

Tus ojos de miel
restañan mis heridas.
Traen la luz.

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