“La vida necesita de la palabra; si bastase con vivir
no se pensaría, si se piensa es porque la vida
necesita la palabra, la palabra que sea su espejo,
la palabra que la aclare, la palabra que la potencie,
que la eleve y que la declare a la par su fracaso,
porque se trata de una cosa humana y lo humano
de por sí es al mismo tiempo gloria y fracaso.”
María Zambrano
no se pensaría, si se piensa es porque la vida
necesita la palabra, la palabra que sea su espejo,
la palabra que la aclare, la palabra que la potencie,
que la eleve y que la declare a la par su fracaso,
porque se trata de una cosa humana y lo humano
de por sí es al mismo tiempo gloria y fracaso.”
María Zambrano
Como dice el refrán, y a un buen refranero nunca está de más hacerle caso: “A palabras necias, oídos sordos”.
Y precisamente es lo que más de una vez todos hemos pensado al asistir a una charla o una conferencia. Y decimos una gran verdad al afirmar que “al buen orador o comunicador con una palabra, basta”.
¿Cuántas veces hemos estado ante una ponencia y hemos mirado el reloj veinte veces deseando que termine? ¿Por qué, en la mayoría de los casos, se hacen tan largas y aburridas las presentaciones?
Tenemos un gran problema actualmente a la hora de expresarnos y es muy simple... no sabemos comunicar.
Queremos decir mucho en poco tiempo y al final lo decimos rápido y mal. ¿Cuántas veces has estado hablando, sea de cara a un público o incluso con un amigo, y has pensado que no te está escuchando? Miles de veces.
Y pensad por un momento cuando éramos pequeños. El miedo que nos daba salir a la pizarra o hablar delante de la clase. Te escondías todo lo que podías debajo del pupitre, pensando que así el profesor no te veía y no te sacaría a la pizarra. Teníamos pánico a hablar en público. Y lo malo es que lo seguimos teniendo cuando nos hacemos mayores.
Estamos, por suerte o desgracia, ante la era de la información y la comunicación, y de la forma de expresarnos va a depender nuestro éxito o nuestro fracaso.
Un ejemplo: los políticos. Sí, un político tiene la mitad de la partida ganada gracias a sus acérrimos seguidores, a los que no les importa si sabe escribir o atarse los cordones, pero su voto vencedor está en aquellos a los que consiga conquistar con la palabra.
Otro caso curioso. No sé si recordáis las palabras de Iniesta tras marcar el gol de la victoria en la Final del Mundial 2010: “si llego a saber que tenía que hablar en público, igual no marco el gol en la final”... Menos mal que no lo sabía.
Es una pena que personas que nos representan, en uno u otro sentido, no sepan comunicar. No es fácil, pero se puede aprender y todo lo que se puede aprender, es posible. Sabemos mucho más de lo que creemos saber, el problema es que no lo explicamos lo suficientemente bien.
Dejo algunos consejos, sacados de libros de comunicación, por si alguien los quiere aprovechar.
- Marca un buen comienzo y buen final.
- Deja de lado la improvisación, a no ser que seas Camino José Cela.
- Controla el tiempo. Ya decía Abate Dinouart en El arte de callar: “El primer grado de la sabiduría es saber callar; el segundo hablar poco y moderarse en el discurso”.
- Di lo esencial y dilo claro.
- No descuides la comunicación no verbal. A veces es más importante lo que decimos con los gestos que con la palabra. En un discurso gestos y palabra deben decir lo mismo.
- Y lo más importante... para hablar, antes hay que escuchar.
Espero que no hayáis desconectado en la línea 6... y recordad: “en comunicación, ante la duda, sencillez y claridad”.
Y precisamente es lo que más de una vez todos hemos pensado al asistir a una charla o una conferencia. Y decimos una gran verdad al afirmar que “al buen orador o comunicador con una palabra, basta”.
¿Cuántas veces hemos estado ante una ponencia y hemos mirado el reloj veinte veces deseando que termine? ¿Por qué, en la mayoría de los casos, se hacen tan largas y aburridas las presentaciones?
Tenemos un gran problema actualmente a la hora de expresarnos y es muy simple... no sabemos comunicar.
Queremos decir mucho en poco tiempo y al final lo decimos rápido y mal. ¿Cuántas veces has estado hablando, sea de cara a un público o incluso con un amigo, y has pensado que no te está escuchando? Miles de veces.
Y pensad por un momento cuando éramos pequeños. El miedo que nos daba salir a la pizarra o hablar delante de la clase. Te escondías todo lo que podías debajo del pupitre, pensando que así el profesor no te veía y no te sacaría a la pizarra. Teníamos pánico a hablar en público. Y lo malo es que lo seguimos teniendo cuando nos hacemos mayores.
Estamos, por suerte o desgracia, ante la era de la información y la comunicación, y de la forma de expresarnos va a depender nuestro éxito o nuestro fracaso.
Un ejemplo: los políticos. Sí, un político tiene la mitad de la partida ganada gracias a sus acérrimos seguidores, a los que no les importa si sabe escribir o atarse los cordones, pero su voto vencedor está en aquellos a los que consiga conquistar con la palabra.
Otro caso curioso. No sé si recordáis las palabras de Iniesta tras marcar el gol de la victoria en la Final del Mundial 2010: “si llego a saber que tenía que hablar en público, igual no marco el gol en la final”... Menos mal que no lo sabía.
Es una pena que personas que nos representan, en uno u otro sentido, no sepan comunicar. No es fácil, pero se puede aprender y todo lo que se puede aprender, es posible. Sabemos mucho más de lo que creemos saber, el problema es que no lo explicamos lo suficientemente bien.
Dejo algunos consejos, sacados de libros de comunicación, por si alguien los quiere aprovechar.
- Marca un buen comienzo y buen final.
- Deja de lado la improvisación, a no ser que seas Camino José Cela.
- Controla el tiempo. Ya decía Abate Dinouart en El arte de callar: “El primer grado de la sabiduría es saber callar; el segundo hablar poco y moderarse en el discurso”.
- Di lo esencial y dilo claro.
- No descuides la comunicación no verbal. A veces es más importante lo que decimos con los gestos que con la palabra. En un discurso gestos y palabra deben decir lo mismo.
- Y lo más importante... para hablar, antes hay que escuchar.
Espero que no hayáis desconectado en la línea 6... y recordad: “en comunicación, ante la duda, sencillez y claridad”.
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