Poemas, por José Manuel Pozo Herencia


LLUEVE

Llueve… como antes de que muriese el poeta.
Llueve… donde antes quedaron todos:
Hacedores de penas, irremisiblemente quietos;
como esperando enterrar a los que quedan.

En un cementerio onírico, lleno de altas hierbas,
soñando dormir; dormir soñando la espera,
quienes eludan su destino, disimular quieran,
caerán incautos en su pereza.

La vida es fugaz, fugaces tus ojos de primavera,
por mucho que eterna otros te quieran.
Eres un pedazo de eternidad, pero minúsculo.
Sólo eres pedazo de estrella.

Y otros te buscarán con guadañas.
Y otros, tus entrañas, perseguirán,
pues inerte es el polvo que te espera;
otrora jardín, hoy lleno de malezas.

Mañana vendrás a llamarme,
pero no estaré aquí, como quisieras.
Habré volado a otra parte,
donde ni el sueño ya queda.


PUES NO HABRÉ DE ESPERARTE

… pues no habré de esperarte.
Las esperas que, esperado, sienten
se vuelve mal merecedoras
de lágrimas que llorando nacen.

… y no habré de sentirte.
De mi anhelo, infinito, fuiste
y de mi interior, extranjero, sabes.
(Hoy, sin ser, soy, pero libre en otros lugares)

Si vuelves…. vuelve; si buscas… busca.
Ni me encontrarás, ni habré de encontrarte.
Escribiendo viajaré incesante.
Más no te veré; no tendré que interesarte.

Promesas rotas, reparadas infinidades.
En eso nos convertimos.
Es el legado de dos amantes y de un cautivo
en rebeldía, ilocalizable.

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