Podría centrarme solo en describir la trama al hablar del
libro, pero creo que es preferible centrarse más en el fondo. Un fondo agrio,
el Amor, un amor en varias edades y en varios estados y variantes. Ese amor que
llegó con la juventud y que, tras mucho batallar, se consolidó pensando que era
para siempre. Ese amor que se pensaba más estable que el suelo que pisamos
cayó, desolando todo lo que estaba a su paso.
Nos encontramos también el amor fuerte y sólido devastado
por la muerte, aquel que hace que por más que pasen los años las heridas no se
cierren. El amor que fue roto por un juego de una tercera persona, por una
pasión vacía que pronto acaba dejando el pasado hastío e irrecuperable el
presente.
Ese amor maduro que, cuando se ha perdido la esperanza,
llega; ese que hace agrietar la cúpula más regia. Cuando en tu vida tras mil
batallas perdidas llega esa luz perpetua que hace que todo comience de nuevo
aunque no sea correspondido. O cuando dos almas heridas por la rudeza del
desamor se encuentran cuando tenían la guardia baja, cuando ya se acostumbraron
a las cicatrices de la soledad.
El libro transmite esa esperanza, esa ilusión de que nunca
se tienen demasiada solera para empezar a vivir. Y que nunca se tiene demasiado
equipaje y desengaños. Aunque no es una novela romántica, he creído leer este
mensaje. Con un título simple que dice más de lo que aparenta. Entramando la
nostalgia y el recuerdo en cada una de sus líneas.
Un libro que se centra en una trama inactiva, en un despacho
y algunas salidas. Todo empieza con una mujer, Blanca Perea, que tras su lucha
personal y familiar alcanza una serenidad, una estabilidad que empieza a
tambalearse con la ruptura de su matrimonio. Como una jarra de agua fría, su
marido la abandona porque ha encontrado el amor en otro lugar. Como busca una
salida, atraviesa medio mundo para llegar a un lugar desconocido donde
encuentra nuevos amigos con un sino parecido al suyo. El libro termina como
debe terminar, con un final simple y abierto.
Es difícil hacer llegar al lector una desolación tan
profunda como la del desamor, sin incluir llantos y descripción de escenas. A
mi parecer, María Dueñas ha conseguido que los personajes sean conocidos, sean
cercanos. Podría hablar de su vida personal, pero todos tenemos a mano
Wikipedia para ello.
Por mayo leí El tiempo entre costuras, el cual recomiendo
activamente, y ahora que he leído Misión Olvido reitero con éste la
recomendación. Ambos son distintos, el primero más aventurero y éste más
estático, pero ambos hablan de coraje y aportan al lector bastante más que una
lectura de sobremesa. Que en mi opinión es lo que debe ser un libro, algo que
haga crecer a la persona más allá de unas hojas impresas.
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